Putin actu¨® contra Jodorkovski para frenar las ambiciones pol¨ªticas del magnate petrolero
El multimillonario rompi¨® el pacto de que los oligarcas se dediquen s¨®lo a los negocios
Al final de la era de Bor¨ªs Yeltsin, los oligarcas mandaban en Rusia y se comportaban a su antojo en el Kremlin. Con esta situaci¨®n se encontr¨® el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, al llegar al poder y decidi¨® ponerle fin. Para ello propuso a los oligarcas un pacto seg¨²n el cual podr¨ªan dedicarse tranquilamente a los negocios, siempre y cuando no entraran en pol¨ªtica. El magnate Mija¨ªl Jodorkovski, detenido hace una semana, se atrevi¨® a desafiar ese pacto, aunque pod¨ªa haber previsto que el Kremlin no lo perdonar¨ªa, como no ha perdonado a otros a quienes ha seguido persiguiendo.
Corr¨ªan los a?os 1995 y 1996 cuando salieron a subasta la mayor¨ªa de las petroleras y empresas de materias primas, base de la econom¨ªa rusa, que fueron pr¨¢cticamente regaladas y, para m¨¢s burla, con pr¨¦stamos estatales que ni siquiera fueron devueltos. En esas subastas se privatizaron las petroleras Yukos y Sibneft -que cayeron en manos de Mija¨ªl Jodorkovski la primera y Bor¨ªs Berezovski la segunda, para despu¨¦s pasar esta ¨²ltima a poder de Rom¨¢n Abram¨®vich- o el gigante Norilsk-N¨ªquel, de Vlad¨ªmir Potanin, para nombrar s¨®lo algunas.
A principios de 1996 (a cinco meses de las elecciones), la popularidad de Yeltsin estaba por los suelos: las encuestas le daban un 2% de apoyo. Fue entonces cuando un grupo de nuevos ricos que ya hab¨ªan sido bautizados como "oligarcas" -Piotr Aven, Berezovski, Mija¨ªl Friedman, Vlad¨ªmir Gusinski, Jodorkovski, Vlad¨ªmir Potanin y Alexandr Smolenski- decidieron reunirse urgentemente en Davos para resolver lo que se pod¨ªa hacer. All¨ª, en febrero, decidieron que deb¨ªan apoyar a Yeltsin contra viento y marea para evitar el triunfo de los comunistas. Conseguida la victoria, pidieron su recompensa.
El pacto de armon¨ªa que los oligarcas suscribieron ante el peligro comunista dur¨® poco. En 1997, los viceprimeros ministros Chub¨¢is y Bor¨ªs Nemtsov -l¨ªder de la Uni¨®n de Fuerzas de Derecha y uno de los pocos que se atreve a criticar abiertamente a Putin- trataron de cambiar las reglas de juego y abandonar la pr¨¢ctica viciosa de las subastas ficticias -las empresas p¨²blicas eran pr¨¢cticamente regaladas, y el ganador de las subastas era elegido de antemano en pago por servicios prestados- y lograr que el Estado recibiera un dinero real por las empresas en venta. La subasta elegida fue la de Sviazinvest. Las cosas no salieron tan bien como quer¨ªan los j¨®venes reformistas -el precio dado por parte de la compa?¨ªa de comunicaciones fue inferior al esperado-, pero al menos Sviazinvest fue adjudicada al que ofreci¨® m¨¢s dinero, en este caso Potanin, que derrot¨® a Gusinski y Berezovski. Como resultado estall¨® una aut¨¦ntica guerra entre los oligarcas, que empezaron a sacar los trapos sucios.
Rusia es hoy una econom¨ªa de mercado en la que el sector privado representa, como m¨ªnimo, el 70% del PIB. Esto ha sido posible gracias a un doloroso proceso de privatizaci¨®n que se inici¨® en 1992 y en el transcurso del cual m¨¢s de 140.000 empresas dejaron de ser estatales. La inexperiencia, la codicia, la recompensa pol¨ªtica y la amistad con la familia del anterior presidente, Bor¨ªs Yeltsin, marcaron este proceso que ha causado un profundo trauma en la sociedad rusa.
Tras la discusi¨®n sobre c¨®mo hab¨ªa que privatizar los bienes del Estado para acabar r¨¢pidamente con la econom¨ªa socialista y pasar a una de mercado, en agosto de 1992 se lleg¨® al reparto de los bonos de privatizaci¨®n. Este esquema, que fue vendido a la poblaci¨®n como una distribuci¨®n equitativa de la riqueza estatal, ten¨ªa un fin claramente definido por el ide¨®logo de las privatizaciones, el viceprimer ministro de entonces, Anatoli Chub¨¢is. M¨¢s tarde fue jefe de la Administraci¨®n del enfermo Yeltsin y nuevamente vicejefe de Gobierno.
Se trataba de terminar, a la mayor brevedad posible, con la propiedad socialista y crear una capa de propietarios privados y de gente asociada a las nuevas empresas que estuviera vitalmente interesada en el nuevo sistema: el capitalismo.
Profundo trauma
Esta primera etapa, que abarc¨® miles de empresas pero no las joyas de la corona, caus¨® un profundo trauma en el pueblo ruso, que se siente vilmente enga?ado: los bonos de la gente cayeron en manos de siniestros fondos y sirvieron para la acumulaci¨®n del primer capital por parte de los nuevos ricos. Aquellos fondos, auspiciados por el Gobierno, desaparecieron junto con los bonos, esa cuota de propiedad estatal repartida entre la poblaci¨®n.
Fue durante ese proceso de robo al pueblo que surgieron los primeros millonarios rusos. Por ello, para la gente de a pie, Chub¨¢is es la encarnaci¨®n de la gran estafa y el creador de los nuevos ricos, de ah¨ª el odio visceral que le tienen. Chub¨¢is, que despu¨¦s de dejar el Gobierno pas¨® a dirigir el monopolio de la electricidad con el fin de acabar de reformar esa esfera y privatizarla en parte, no se arrepiente de su actuaci¨®n, pues considera que cumpli¨® su meta: crear a gente interesada en la econom¨ªa de mercado.
Si los desastres de esa primera etapa pueden atribuirse a la inexperiencia o a la prisa por romper con la econom¨ªa socialista, las deformaciones de la segunda ya estaban dictadas por las ambiciones personales de los nuevos dirigentes, quienes, como dice el presidente Vlad¨ªmir Putin, "designaron millonarios" a sus amigos.
Oligarcas perseguidos
Los oligarcas rusos han corrido diferente suerte. Vlad¨ªmir Gusinski, que os¨® enfrentarse a Vlad¨ªmir Putin en 1999 y apoyar a sus rivales en las presidenciales, fue encarcelado, despu¨¦s obligado a abandonar el pa¨ªs y privado de su imperio de medios de comunicaci¨®n.
Bor¨ªs Berezovski, el hombre que en 1999 apost¨® por el entonces casi desconocido Putin, se le enfrent¨® despu¨¦s y trat¨® de organizar una oposici¨®n al nuevo r¨¦gimen. Berezovski culp¨® a los servicios secretos rusos de haber organizado las explosiones de viviendas que dejaron centenares de v¨ªctimas en 1999 y que, seg¨²n muchos, sirvieron de pretexto a Putin para lanzar la segunda guerra contra Chechenia. Berezovski se fue del pa¨ªs y se instal¨® en Londres.
Jodorkovski, que trataba de crear una fuerza pol¨ªtica de peso para 2008, ha sido encarcelado. Piotr Aven y Mija¨ªl Fridman, conocidos en Espa?a por haber fletado el Prestige, siguen boyantes al igual que Vlad¨ªmir Potanin.
Rom¨¢n Abram¨®vich se convirti¨® en multimillonario gracias a su amistad con Tatiana, la hija de Yeltsin. Salt¨® a la fama despu¨¦s de comprar el equipo de f¨²tbol del Chelsea.
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