Combusti¨®n
Un socialista que conozco practica el humor negro al sostener que el PSOE tiene "una v¨ªa valenciana... de agua". La humedad que aporta la oposici¨®n sofoca en parte la virulencia de la hoguera que devora por dentro al partido gubernamental, en un episodio de muy mal aspecto. Aunque la humareda se filtraba ya por las grietas, la pugna de Zaplana con Camps, tras el abrupto derribo de Julio de Miguel en sus aspiraciones a conservar la presidencia de Bancaixa, se ha convertido en un incendio cuyas llamas comienzan a atravesar la puerta. El presidente de la Generalitat, transformado a ojos de los ariscos lugartenientes zaplanistas en un usurpador, tiene en su propio partido el m¨¢s encarnizado de los enemigos. La maniobra de sucesi¨®n ha sido, para el PP valenciano (as¨ª lo sienten sus obtusos dirigentes), un fracaso rotundo. O peor a¨²n, una traici¨®n inaceptable de quien estaba destinado a ser un ep¨ªgono d¨®cil. Esa percepci¨®n partidista, que emana del propio malestar del ministro de Trabajo, es tan odiosa como bienvenida resulta para la sociedad la autonom¨ªa de criterio que Francisco Camps ha exhibido estos meses, en el estreno de su ejecutoria al frente del Consell. Mala cosa, para el PP sobre todo, si la bronca interna devora su credibilidad ante los ciudadanos. Que Zaplana se haya ido a Madrid cabalgando una ambici¨®n insaciable y pretenda mantener las riendas del poder abandonado a sus espaldas, hasta el extremo de imponer presidentes de entidades de ahorros a codazos, s¨®lo encaja en el delirio pir¨®mano de alguien con los nervios rotos por la incertidumbre, s¨®lo se explica por el p¨¢nico de quien acarrea demasiadas hipotecas para permitir que otros muevan los hilos y manejen las cuentas. La sombra del ex presidente interino de la Generalitat Jos¨¦ Luis Olivas como candidato a ocupar Bancaixa, entre los destellos del incendio, no hace m¨¢s que descarar todav¨ªa m¨¢s el armaz¨®n sectario que se quema. Habr¨¢ que ponerse el casco, esconder el extintor y esperar a que la combusti¨®n ataque la vistosa, y altamente inflamable, envoltura electoral del PP. Eso sin olvidar la recomendaci¨®n trivial de los bomberos: Jam¨¢s abras la puerta cuando el fuego est¨¢ ya al otro lado.
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