El impuesto, ni?o, el impuesto
Queridos ni?os, el impuesto fue lo que los tiranos (todos los gobernantes de la oscura Europa) quitaban al pobre para su riqueza, sus ej¨¦rcitos y sus palacios, mientras palpaban el muslo de la ni?a sobre la que iban a ejercer derecho de pernada. Los campesinos a veces sacaban sus horcas y sus l¨¢tigos contra los recaudadores. Uno, Doberman, cre¨® un perro especial, el doberman, para defenderlos en la Selva Negra. Otro, Cervantes, meti¨® mano a la bolsa donde guardaba el dinero del se?or y fue a la c¨¢rcel, "donde toda incomodidad tiene su asiento": gracias a esta justa decisi¨®n pudo escribir obras inmortales. Cuando perros, horquillas y revueltas crecieron, y el invento de la democracia -?en pie, ni?os!- se extendi¨®, el impuesto fue variando y se dijo de ¨¦l que era una forma de distribuci¨®n de la riqueza; el rico pagar¨ªa m¨¢s y el pobre menos por las ventajas mutuas que engrandec¨ªan a la patria: sobre todo, ej¨¦rcitos, guardias, prisiones, para evitar que nadie abusara de esta libertad otorgada. Algo notaban los pobres que no funcionaba bien, hicieron alg¨²n mot¨ªn, se revolucionaron, y fueron reprimidos por su falta de inteligencia ante las mejoras. Un hombre iluminado, Aznar, lleg¨® a la ideal: d¨¦ficit cero. Los impuestos deb¨ªan cubrir, sin aumentar, todas las necesidades de la naci¨®n sin que faltara nada a fin de a?o. Esta brillante ideale sugiri¨® que era mejor cortar gastos sociales que cargar sobre empresas y empresarios, puesto que a estos grandes se?ores se les debe el bienestar: ?creadores de riqueza! La justicia distributiva deb¨ªa volverse hacia ellos. El pueblo, ni?os, el pueblo -?en pie!- fue siempre servicial; pero se convert¨ªa en plebe que abandonaba el trabajo para vivir de lo regalado por el Estado: viv¨ªan como reyes en sus chabolas aliment¨¢ndose de ratas, gracias a esa redistribuci¨®n de la riqueza. Miraban, incluso, a las presentadoras de televisi¨®n. El d¨¦ficit cero con reducci¨®n de impuestos ser¨ªa el hallazgo del gran se?or. Uno de sus feudales, sin embargo, el condestable Gallard¨®n, decidi¨® en su feudo aumentar los impuestos. ?A los ricos? ?A los pobres? Siendo hombre justo cree que todos son iguales, pobres y ricos. ?Qu¨¦ ir¨¢ a pasar? Veremos: pero veneremos a los dos: lo nuestro, queridos ni?os, es venerar. Y Dios invent¨® la urna para ello.
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