No es tan fiero el le¨®n...
En esa loter¨ªa que son siempre los conciertos de Van Morrison -?estar¨¢ de buen humor?, ?terminar¨¢ el concierto sin desplantes?, ?tocar¨¢ Gloria?-, anteanoche sali¨® un n¨²mero bueno y el Le¨®n de Belfast ofreci¨® su cara m¨¢s amable y, adem¨¢s, un extraordinario recital en el que combin¨® las suertes del blues, el rhythm and blues, el soul y hasta el rock en una actuaci¨®n que rond¨® la hora y media de duraci¨®n.
Acompa?¨¢ndose de una excelente banda que hizo que todo sonara a madera, Morrison juguete¨® con su voz sabia y llena de matices imprevisibles, mientras se esforzaba como solista de otros instrumentos, entre los que sobresalieron los momentos dedicados al saxo.
El pretexto que le tra¨ªa a Madrid era la presentaci¨®n de su ¨²ltimo disco, What's wrong with this picture?, aunque la cosa qued¨® exactamente en eso, en pretexto, ya que Van Morrison altern¨® piezas nuevas con otras m¨¢s antiguas e incluso bord¨® versiones como la del tema tradicional Saint James Infirmary, que en su d¨ªa popularizara Bobby Bland y que figura en los cr¨¦ditos de la ¨²ltima producci¨®n discogr¨¢fica de Morrison.
Van Morrison
Van Morrison (voz, saxo, guitarra y arm¨®nica), Matt Holland (trompeta), Bobby Trehern (bater¨ªa), Martin Winning (saxo), John Edwards (guitarra), Chris Dunn (piano y ¨®rgano) y David Hayes (contrabajo el¨¦ctrico). Sala La Riviera. Madrid, 5 de noviembre.
Durante la primera hora todo son¨® con la ortodoxia de los tradicionales festivales de jazz, con el artista entregado a las influencias musicales que le han venido acompa?ando en sus inicios.
En la ¨²ltima media hora Morrison flot¨® m¨¢s libre, entreg¨¢ndose a recrear dentro de sus propias canciones cl¨¢sicos como Brand New Cadillac, del rockero Vince Taylor, o Money, del t¨¢ndem Bradford / Gordy.
Para finalizar, esta vez s¨ª, Van Morrison acudi¨® de nuevo a escena a interpretar el tema que m¨¢s se le reclama y que a ¨¦l menos le debe de apetecer tocar: el legendario Gloria, todo un himno y una de las m¨¢s s¨®lidas herencias musicales de los sesenta.
Al final, el Le¨®n no fue tan fiero como se le pinta y sus rugidos fueron acallados por el coro del p¨²blico que abarrot¨® la sala para disfrutar de su regia presencia. Una suerte.
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