La monarqu¨ªa absoluta de Roberto Calasso
PARECER?A QUE Jorge Luis Borges no dej¨® sin prever ninguna contingencia: el libro que es "la cifra y el compendio perfecto de todos los dem¨¢s"; el libro que no hace falta leer porque se contiene entero en el t¨ªtulo; el libro inexistente que se crea al refutarlo en un rese?a...
Roberto Calasso ha asumido todas las eventualidades borgianas y les ha a?adido una variedad: en el correspondiente risvolto (vale decir, en el texto de la solapa o la contracubierta) ha reescrito uno a uno el millar largo de libros publicados por ¨¦l mismo con el elegante pie milan¨¦s de Adelphi Edizioni.
Una selecci¨®n de esos risvolti, que ilustra cuarenta a?os de una editorial singular y el proyecto intelectual del propio Calasso, est¨¢ fresca de tinta bajo la r¨²brica de Cento lettere a uno sconosciuto. Cabe preguntarse si como editor no le habr¨¢ salido el tiro por la culata. Despu¨¦s de le¨ªdos, los m¨¢s de los libros no siguen viviendo sino como un poso o una s¨ªntesis imprecisa en la memoria. ?Para qu¨¦ leerlos, pues, si de la mayor¨ªa va a quedarnos menos sustancia que en un risvolto? La penetraci¨®n, densidad y fuerza sugestiva de los de Calasso convierten as¨ª cien vol¨²menes de la Adelphi en un mero ap¨¦ndice documental a sus Cartas a un desconocido.
A prop¨®sito de la publicaci¨®n de Cento lettere a uno sconosciuto, un recorrido por los cuarenta a?os de la editorial Adelphi de la mano de su creador, Roberto Calasso
La obra del Calasso escritor (en ¨²ltimo lugar, K., un Kafka desde dentro de Kafka) ha tenido en Espa?a considerable difusi¨®n. Gracias a las traducciones de Anagrama, han sido muchos quienes han saboreado la fluida recreaci¨®n de la mitolog¨ªa cl¨¢sica en Las bodas de Cadmo y Harmon¨ªa, y en Ka, el deslumbrador replanteamiento de las cosmogon¨ªas hind¨²es del ser, el esp¨ªritu (manas) y la palabra.
El cat¨¢logo de Adelphi Edizioni es l¨®gicamente menos conocido aqu¨ª. Desde el primer momento la casa acogi¨® nombres de constante prestigio, devolvi¨® a la circulaci¨®n otros indiscutidos pero un tanto postergados y desenterr¨® no pocos de la sepultura del olvido. Tampoco le falt¨® un ojo admirable para reconocer a los autores de talento reci¨¦n aparecidos en cualquier lengua, hasta el punto de que m¨¢s de una carrera internacional ha comenzado por la bendici¨®n de Calasso. Pero el tono de la Adelphi lo han dado mayormente los rescates inesperados y los bocados ex¨®ticos, como bastan a indicar el primero y el ¨²ltimo de los t¨ªtulos presentados en las Cento lettere: Erewhon, el c¨¢ustico mundo al rev¨¦s (Nowhere) de Samuel Butler, y Los edictos de Asoka, conquistador de tierras y almas para el budismo.
Calasso cuenta que al principio, en los a?os sesenta, algunos no acababan de ver el v¨ªnculo que articulaba el cat¨¢logo, cu¨¢l era el engarce entre "una novela fant¨¢stica, un tratado japon¨¦s del arte teatral, un libro popular de etolog¨ªa, un texto religioso del T¨ªbet, el relato de un encarcelamiento durante la Segunda Guerra Mundial". Pronto, la conexi¨®n empez¨® a distinguirse, con aprobaci¨®n o alarma, en la misma multiplicidad de las propuestas y en la apertura de horizontes que supon¨ªa en tiempos en que se respiraba pol¨ªtica por todos los poros, abrumadoramente, y la cara m¨¢s visible de la literatura italiana segu¨ªa siendo el neorrealismo.
?sa es la pars destruens. Pero si nos preguntamos por el anverso afirmativo y, en el camino de Borges, buscamos una "cifra y compendio" plausibles de todos los libros de Calasso y de la Adelphi, debemos echar mano de la divisa que se exhib¨ªa ya en el risvolto de 1985 para La literatura como mentira, de Manganelli, se desarrollaba luego en La literatura y los dioses y veros¨ªmilmente va a escoltar a Calasso de por vida: "literatura absoluta".
El presupuesto de la "literatura absoluta" es que a la verdad s¨®lo puede llegarse a trav¨¦s de la falsedad de una ficci¨®n cabal. Por ah¨ª, desde el romanticismo, los dioses han vuelto a la literatura en cuanto lugar de una experiencia impar, la ¨²nica que por darse fuera de la sociedad, al margen del s¨®rdido leviat¨¢n, permite entrar en contacto con una verdad de otro orden, m¨¢s honda, misteriosa, en definitiva divina. La "literatura absoluta" se percibe en "una cierta vibraci¨®n o luminosidad" que "hace visible lo que de otro modo ser¨ªa imposible ver" y nos descubre el mundo como mito.
La teor¨ªa ser¨¢ tan discutible como se quiera, pero en definitiva pocos dejar¨¢n de convenir en que la buena literatura echa una luz distinta sobre la realidad (con perspectiva muy otra, un estupendo libro de Mario Vargas Llosa, por ejemplo, ha insistido en "la verdad de las mentiras") y, en cualquier caso, es imposible no asentir a la pr¨¢ctica de Calasso, a los sabrosos frutos que ha producido como escritor y editor. In¨²tiles han sido, en cambio, los reiterados intentos de calcar el cat¨¢logo de la Adelphi en otros pa¨ªses. El ¨¦xito de la editora milanesa es dif¨ªcil de exportar, porque en una parte notable responde a una especifidad cultural de Italia.
Con escasos par¨¦ntesis, la literatura italiana ha marchado siempre por la v¨ªa de la desrealizaci¨®n, rehusando cualquier "compromiso abierto con la realidad hist¨®rica y social" (Carlo Dionisotti), antes bien persiguiendo lo intemporalmente sublime, lejos del lenguaje y del paisaje de la vida diaria. En materia y trasfondo, Las bodas de Cadmo y Harmon¨ªa y La literatura y los dioses retoman las Genealog¨ªas de los dioses gentiles de Bocccaccio, con su exaltaci¨®n de la poes¨ªa como conocimiento de verdades por otro lado propias de la filosof¨ªa y la teolog¨ªa. La "literatura absoluta" es a la postre la idea que Bembo, supremo dictador, impuso sin vuelta de hoja: la escritura "divina atque absolutissima". Por m¨¢s que en Italia tildados con frecuencia de poco castizos, provincia del imperio imaginario de "Mitteleuropa", Calasso y la Adelphi se nos aparecen, desde el otro lado de los Alpes, como arraigadamente acordes con la m¨¢s ilustre tradici¨®n italiana. Gobernada, eso s¨ª, como monarqu¨ªa absoluta.
Ese car¨¢cter aristocr¨¢tico, encopetado, "alto" (como all¨¢ escriben) de las letras italianas ha jugado a favor de nuestros milaneses tambi¨¦n a otros prop¨®sitos. Los adelphianos son libros impecables de papel, impresi¨®n, tipograf¨ªa. No es menor la pulcritud en aspectos del contenido que en Espa?a se descuidan lamentablemente. Sospecho que Calasso se cortar¨ªa un dedo antes que permitir que un t¨¦rmino s¨¢nscrito o el nombre de Leoš Jan¨¢cek se imprimiera sin todos y cada uno de sus signos diacr¨ªticos. Pero si para codearse con Aldo Manuzio ha publicado la fantasmag¨®rica Hypnerotomachia Poliphili, no se ha limitado a dar un facs¨ªmil y una traducci¨®n: le ha hecho agregar pr¨®logos y notas exhaustivos. Las aventuras de Marco Polo no las ha recuperado en un ligero paperback, sino en la edici¨®n cr¨ªtica de Valeria Bertolucci. Ha divulgado a Nietzsche m¨¢s que nadie, pero con extraordinario aparato erudito. Y ni que decirse tiene que en Cadmo y Harmon¨ªa o en Ka los rigores de la filolog¨ªa no ceden un punto a los primores de la mitolog¨ªa. En esos y muchos otros aspectos, la exigencia de Calasso ha sido tan absoluta como su ideal de la literatura, y el p¨²blico italiano la ha aceptado con sumisi¨®n (como los precios consiguientes) porque estaba preparado por siglos de literatura "alta". Incluso m¨¢s: a menudo ha sido esa misma exigencia extrema la que lo ha llevado a valorar senz'altro los productos con la etiqueta de Adelphi.
Los risvolti de Calasso no son res¨²menes ni reclamos ni recensiones, sino p¨¢ginas absolutas, con entidad propia, y de lectura tan deleitosa como instructiva. Que en las Cento lettere a uno sconosciuto falten algunos de los t¨ªtulos y los autores m¨¢s representativos de Adelphi implica que los cien textos elegidos no pretenden dar una imagen abreviada del cat¨¢logo. Este milan¨¦s de Florencia no se ha contentado con cultivar "l'editoria" como g¨¦nero literario: ha querido y sabido adue?arse de todos los libros ajenos que publicaba y fundirlos con los propios en un ¨²nico libro. Las Cento lettere son s¨®lo un cap¨ªtulo de ese libro inagotable y de esa descomunal ambici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.