Aventura
Cuando llegues a un pa¨ªs nuevo, vete al mercado para descubrir exactamente ad¨®nde te ha llevado la suerte. No s¨¦ qui¨¦n me lo dijo, pero obedezco. Entro en las tiendas y miro: desde el letrero a lo ¨²ltimo que venden. Ahora estoy en Nerja, entre M¨¢laga y Granada: si cojo la salida hacia M¨¢laga, encuentro el Supersol, supermercado local, y, si me voy por el camino de Granada, llego a otro Supersol. As¨ª descubro mi mundo: los Supersol pertenecen a un grupo de distribuci¨®n holand¨¦s, el Ahold, que ahora mismo vende sus comercios en Espa?a, supermercados e hipermercados, casi todos en Andaluc¨ªa. As¨ª que, entre M¨¢laga y Granada, salgo de compras y entro en Holanda. ?Le va mal en la zona al grupo Ahold? Tuvo problemas contables en Am¨¦rica, con U.S. Foodservice, su filial estadounidense, seg¨²n informaba Isabel Ferrer en este peri¨®dico, ayer, desde La Haya.
As¨ª que, comprando tomates, comprendo mi dimensi¨®n universal, mi internacionalismo sin salir de mi pueblo. Mi compra diaria es un asunto de La Haya y Nueva York. He aprovechado siempre la experiencia del supermercado para relajarme filos¨®ficamente: en mi Supersol las cosas son claras, hay m¨²sica, orden en los estantes y en las distintas secciones. Cada cosa tiene su precio. La empresa propone alguna vez un problema psicol¨®gico: uno ve una etiqueta anunciando una oferta y, al levantar la etiqueta, descubre que el precio de oferta es m¨¢s alto que el precio antiguo. ?Qu¨¦ significa esto? ?Me dan la oportunidad de sentirme m¨¢s potente, con mayor capacidad adquisitiva, m¨¢s rico, comprador de tomates en Alaska? A 300 metros de mi casa, ahora tengo una sensaci¨®n de gran viajero, mientras que antes me limitaba a explorar el car¨¢cter de los otros compradores, adivin¨¢ndolo por lo que echan en sus cestas, es decir, por lo que comen.
?Se entiende mejor la filosof¨ªa de, por ejemplo, Jean-Paul Sartre, si se conoce su r¨¦gimen alimenticio? Los diarios de Adolfo Bioy Casares copian unas "sorprendentes revelaciones de Simone de Beauvoir" en el peri¨®dico bonaerense La Uni¨®n: Sartre s¨®lo se alimentaba de alcohol, salchichas y salchichones. Yo he le¨ªdo una larga entrevista de 550 p¨¢ginas entre De Beauvoir y Sartre, que confesaba haber hecho poco ejercicio en su vida: boxeo con sus alumnos y, durante una ¨¦poca breve, algo de gimnasia ("cultura f¨ªsica", aclara De Beauvoir), para adelgazar, sin divertirse, veinte minutos, nada m¨¢s. Le fastidiaba la gimnasia, pero le preocupaba la silueta. Sartre dice que toda su vida quiso adelgazar, dar la impresi¨®n de ser un bajo delgado y no un bajo gordo que s¨®lo com¨ªa salchich¨®n, salchichas y morcillas.
De Beauvoir apelaba entonces a los or¨ªgenes alsacianos de Sartre, que quiz¨¢ explicaran su amor por los embutidos. Yo me siento protegido de posibles excesos locales, casi curado de mis or¨ªgenes: mis or¨ªgenes han ido perdiendo influencia alimenticia, absorbido por la cadena internacional de suministro de comestibles. Mi apasionante viaje diario al supermercado forma parte de una aventura econ¨®mica que incluye intrigas contables en Nueva York y c¨¢lculos empresariales en los Pa¨ªses Bajos.
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