Los miedos de Jap¨®n
Los japoneses votan hoy bajo los fantasmas del envejecimiento, la crisis, el paro, la delincuencia y la inestabilidad
Los japoneses se preguntan qui¨¦n ha abierto la caja de los truenos y no encuentran respuesta. Fieros miembros de una sociedad cohesionada y poco amante de cambios bruscos, hace ya m¨¢s de una d¨¦cada que los hados parecen haberles vuelto la espalda y que una fuerza irreversible les empuja cuesta abajo por la senda de una crisis econ¨®mica, social y pol¨ªtica que nadie sabe por d¨®nde atajar. Anoche, a escasas horas de que se abrieran las urnas, portavoces de los partidos en liza reconocieron que segu¨ªa habiendo millones de indecisos. Se teme que la abstenci¨®n pueda ser muy fuerte. "Los pol¨ªticos no entienden a la juventud. Son viejos y corruptos. Su idea de nuestra generaci¨®n es muy distinta de la realidad. Yo s¨¦ que Jap¨®n tiene que cambiar, pero no s¨¦ como. No s¨¦ c¨®mo puedo ayudar, pero votar no sirve para nada", afirma Akiko Takano, de 32 a?os y licenciada en Literatura estadounidense, aunque trabaja como secretaria.
"Los pol¨ªticos no entienden a la juventud. Son viejos y corruptos"
Como Akiko, cualquier japon¨¦s con el que se habla reconoce que el sistema que han tenido hasta ahora no funciona y que hace falta "reinventar Jap¨®n". Junichiro Koizumi se ofreci¨® a hacerlo hace dos a?os y medio, cuando de forma totalmente inesperada logr¨® ganar las primeras elecciones primarias que se hac¨ªan en el Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), y se convirti¨® en el primer ministro m¨¢s popular de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Conforme pasaban los meses y crec¨ªa la crisis social, se esfumaban las esperanzas de que fuese el gran reformador de Jap¨®n.
Acostumbrados a entrar en una empresa y salir jubilados de ella, a un corporativismo que mimaba a sus empleados hasta ir por delante de la legislaci¨®n en las normas laborales, decenas de miles de japoneses se vieron enfrentados a la "verg¨¹enza" de perder el empleo o, lo que era casi peor, al cierre de su empresa. "En Tokio apenas se percibe la crisis, pero en ciudades como Osaka, con una enorme industria textil que ha cerrado, la situaci¨®n es terrible", sostiene Mariko Kuno Fujiwara, directora del Instituto de Vida y Forma de Vida.
En Yoyogi y Ueno, dos de los grandes parques de esta ciudad, bajo tiendas de pl¨¢stico azules que les ha facilitado la municipalidad, viven muchos parados que decidieron el d¨ªa que perdieron el empleo no volver a sus casas y salirse definitivamente del sistema. Hay obreros, ingenieros, contables... Da lo mismo, son parados que no quieren volver a meterse en el circuito competitivo.
Los soci¨®logos destacan que el mayor despego de la familia y el paro (inexistente en Jap¨®n hasta ahora, en 2002 lleg¨® al 5,4%, aunque en estos dos ¨²ltimos meses descendi¨® tres d¨¦cimas), han desatado otro fen¨®meno casi desconocido: la delincuencia juvenil, con algunos casos muy violentos. Este fen¨®meno, que incide en el desarraigo de las nuevas generaciones y en la falta de entendimiento entre los padres y los hijos, aument¨® en 2002 el 87% entre los menores de 14 a?os.
"No entiendo a mi hija. Est¨¢ demasiado obsesionada con el trabajo. Me pide que le hable a mi nieta de tres a?os en ingl¨¦s, como ella hace, pero yo le hablo en el dialecto de Osaka para que conozca nuestras ra¨ªces", dice Tomie Wada, de 70 a?os, ama de casa con dos hijos ya casados. Wada, que lleg¨® a Tokio el martes tras recorrer en Espa?a el Camino de Santiago, dice que la bajada de los precios que ha tra¨ªdo la crisis econ¨®mica ha mejorado su nivel de vida, porque el marido tiene una pensi¨®n muy alta.
Jubilados de oro a punto de extinci¨®n. Yoshio Nakamura, director ejecutivo de la patronal japonesa, declara que el "sistema p¨²blico de pensiones est¨¢ en bancarrota" y que s¨®lo un impuesto sobre el consumo puede salvar la situaci¨®n. La patronal y Koizumi lo defienden, pero, para imponerlo, el primer ministro tiene no s¨®lo que ganar las elecciones de hoy a la Dieta o C¨¢mara baja, sino tambi¨¦n las que se celebrar¨¢n en julio para renovar la C¨¢mara alta. La realidad es que Koizumi necesita liberar el PLD de todo el lastre de sus dinosaurios para dar alas a lo que llama el "nuevo Jap¨®n".
Los caciques del PLD se retroalimentan de las bases campesinas del partido, en su gran mayor¨ªa jubilados, que han obtenido de las ubres de "pap¨¢ Estado-PLD" aut¨¦nticas fortunas. La agricultura s¨®lo supuso el a?o pasado el 1,4% del PIB japon¨¦s, pero los subsidios y las tarifas de hasta el 470% que se imponen al arroz y otros alimentos preserva las riquezas de esa minor¨ªa. Los subsidios y tarifas est¨¢n en el disparadero de Koizumi.
"Estamos en el ocaso del Imperio del Sol Naciente", afirma una analista europea al comentar el envejecimiento de la sociedad nipona, cuya pir¨¢mide poblacional ya se ha invertido y son m¨¢s los mayores que los j¨®venes. La media de edad de la poblaci¨®n ha alcanzado los 42 a?os y la esperanza de vida los 84, todo ello unido a un dr¨¢matico descenso de la natalidad.
"Los japoneses prefieren una sociedad robotizada, con casas inteligentes y robots que ayuden a subir escaleras, a limpiar -en el aeropuerto de Narita y otros centros ya funcionan por la noche solos los aspiradores- que abrir las puertas a la inmigraci¨®n", afirma Fujiwara, sin reconocer que eso es esconder la cabeza bajo el ala frente a la evidencia de que se necesitan trabajadores j¨®venes para sustentar el sistema de pensiones de los viejos.
Tal vez tantos a?os de vacas gordas o la misma idiosincrasia japonesa han desatado contradicciones dif¨ªciles de comprender. Lo que m¨¢s se vende ahora son art¨ªculos de lujo. Si los japoneses eran recatados en el gasto, ahora hay calles enteras con las mejores marcas del mundo, a las que nunca les hab¨ªa ido tan bien, seg¨²n reconoce Gonzalo Fonseca, director comercial de Lladr¨®, que ha abierto una tienda en el selecto barrio de Ginza y 120 espacios exclusivos para sus porcelanas por tiendas de todo el pa¨ªs. "Las mujeres de mediana edad y los j¨®venes gastan a manos llenas, sin mirar los precios", afirma Hiroshi Miki, un dependiente de 45 a?os que no comprende esta furia consumista. ?Para qu¨¦ se van a apretar el cintur¨®n si son hijos de la segunda potencia econ¨®mica mundial, con una renta per c¨¢pita de 25.000 euros en 2002?
Con su aire de cient¨ªfico o m¨²sico, su pelo cano, su sonrisa y la sinceridad con la que habla, Koizumi desat¨® en su primer a?o de mandato una aut¨¦ntica pasi¨®n. El ciudadano medio y sobre todo las mujeres le vieron como el hombre que ser¨ªa capaz de impregnar ilusi¨®n al sistema y se creyeron de inmediato sus promesas de reforma. La falta de resultados concretos esparci¨® el descontento y la desconfianza. Muchos no sab¨ªan que Koizumi bailaba con la m¨¢s fea, su propio partido, y que ese combate cuerpo a cuerpo que estuvo a punto de perder este verano fren¨® sus posibilidades de dedicarse a otras cuestiones.
Falta por ver si los sufridos japoneses aceptar¨¢n esta explicaci¨®n y dar¨¢n a Koizumi otra oportunidad para realizar sus compromisos. En estos ¨²ltimos d¨ªas de campa?a, el Partido Democr¨¢tico de Jap¨®n (PDJ), que encabeza Naoto Kan, de 57 a?os, ha recortado sensiblemente las distancias. Kan, que ha formado ya un Gabinete en la sombra, pretende convertir su formaci¨®n en una aut¨¦ntica alternativa de poder al PLD, que desde su fundaci¨®n, en 1955, s¨®lo ha dejado de dirigir Jap¨®n durante nueve meses.
El estallido de la burbuja burs¨¢til de principios de la d¨¦cada de los a?os noventa dio la vuelta a la escalera de la econom¨ªa. Los japoneses siguieron marchando sin percibir hasta qu¨¦ punto se adentraban en la oscuridad de una crisis que ahora tiene m¨¢s tintes sociales que econ¨®micos y que se esconde tras la pregunta, a¨²n sin contestar, de ?ad¨®nde va Jap¨®n?
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