El Racing toma Mestalla
El equipo de Alcaraz, con dos goles de Bodipo, tutea al Valencia, que regala la primera parte
Cuarenta y ocho minutos de fútbol valioso. Rápido y muy fresco. Eso necesitó ayer el Racing para tomar Mestalla. El resto ya fue mucho más vulgar: defenderse a toda costa y desnudar las carencias ofensivas de su adversario, que son muchas. Especialmente en casa, cuando le toca llevar la iniciativa. El Valencia sufre de local y ayer, además, regaló la primera parte. Mejor dicho, su entrenador, Rafa Benítez, que dejó a Pablo Aimar en el banquillo. Pues cuando acudió a él, el Racing decidió que, por puro coraje, nadie le apeaba de su ventaja. La goleada valencianista la semana pasada en Son Moix (0-5) se antoja ahora un espejismo, vistas las dificultades del conjunto de Benítez para marcar, tanto el jueves ante el Maccabi Haifa como ayer. Sin quitarle méritos al cuadro de Alcaraz, que merece un respeto. Salió a ganar y presionó en las mismas barbas de su rival. Dispone el técnico andaluz de un centro del campo de lujo, sobre todo Morán, Regueiro y Benayoun, tres habilidosos preparados para abastecer constantemente a Bodipo, delantero centro muy listo: protege, pasa y remata. Todo con criterio.
VALENCIA 1 - RACING 2
Valencia: Ca?izares; Ayala, Marchena, Pellegrino (Vicente, m. 61), Carboni; Rufete, Albelda, Baraja, Canobbio; Jorge López (Aimar, m. 46); y Oliveira (Mista, m. 75).
Racing: Ricardo; Coromina, Pablo Casar, Juanma, Ayoze; Morán (Afek, m. 89), Nafti, Diego Mateo, Regueiro (Javi Guerrero, m. 78); Benayoun; y Bodipo (Matabuena, m. 93).
Goles: 0-1. M. 24. Error de Marchena, que toca para Bodipo y éste marca a placer ante la media salida de Ca?izares. 1-1. M. 26. Falta que lanza con efecto Jorge López y Baraja, de espuela, desvía a gol. 1-2. M. 48. Regueiro le gana la espalda a la defensa y su centro lo remata solo a gol Bodipo.
?rbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Diego, Albelda, Morán, Coromina, Aimar, Vicente y Benayoun.
Unos 45.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
Nadie, ni siquiera el Madrid, le había plantado cara al Valencia en Mestalla. Nadie le había demostrado en su propio feudo que podía superarlo con buen fútbol. Hasta ayer, que vio a un Racing vibrante en la primera parte. Por fin un equipo que presionó muy arriba, tocó rápido, buscó el hueco. Muy junto. Salió pitando al contragolpe. Hasta que cobró ventaja. Si bien el primer tanto de Bodipo fue una concesión inesperada de Marchena, que le abrió la portería de par en par con un toque pifiado. Errores infantiles de una defensa cargada de quilates. Tal vez demasiados. Lesionado Curro Torres, Benítez opta por el central Ayala como lateral y, sí, defiende mucho, pero no ataca nada. Y eso, unido a la crisis de Rufete, convierte la banda derecha en un pozo ciego.
El Valencia pareció agotado, física y mentalmente. En su afán por demostrar que nadie es imprescindible, Benítez metió a Aimar en el banquillo. Y lo acabó pagando. Porque, en contra de lo acostumbrado, al Valencia le tocó correr tras el balón en un ancho tramo del primer periodo. No porque el sustituto de Aimar en la media punta, Jorge López, sea mal jugador. No. Es un excelente centrocampista, pero sin la chispa y la movilidad de Pablito para actuar como enganche del único punta, ayer un Oliveira espesísimo. Al brasile?o le falta un hervor como delantero. O bien se sale como la pasada semana en Son Moix, o bien no llega sólo siete días después. El balón se convirtió en un temible enemigo para él. Lo conducía a trompicones. Todo lo contrario que Bodipo, que actuó en cada acción con suma inteligencia.
Sólo la calidad de Baraja, que se inventó un gol de espuela tras un centro de Jorge López, había dado la impresión de que el Valencia podía llevarse el encuentro. Pero fue también Baraja quien, a continuación, erró clamorosamente un gol que habría dictado otro partido.
La conclusión fue tan evidente que, en el descanso, Benítez mandó calentar a Aimar. Pero ni siquiera había entrado en calor cuando Bodipo adelantó otra vez al Racing. Gracias a la habilidad de Regueiro, que le ganó la espalda a la zaga local y metió un centro que era imposible desaprovechar.
Con el triunfo al alcance, el Racing renunció al fútbol y se refugió en las faltas tácticas de Nafti, que coleccionó un montón sin ser amonestado. Con Aimar, el Valencia se apoderó del balón y arrinconó al Racing, pero le faltó profundidad por las bandas. Y calidad en el remate.
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