El vicio
Alguien harto de tanta correcci¨®n pol¨ªtica invent¨® la siguiente adivinanza: ?sabr¨ªan ustedes a qu¨¦ pol¨ªticos del siglo XX corresponden las siguientes caracter¨ªsticas? Al pol¨ªtico A se le conoce su afici¨®n desmedida por el alcohol, fuma sin cesar y odia a los animales; el B no bebe ni fuma y adora a los animales, tanto es as¨ª que se convirti¨® en vegetariano porque no soportaba la idea de comerse a un ser vivo. Los defectos del A corresponden a Winston Churchill, mientras que las virtudes del B pertenecen a Adolf Hitler. Lejos de m¨ª la intenci¨®n de hacer una defensa del vicio, pero s¨ª resaltar que no deja de sorprender el hecho de que la cultura americana nos haya ense?ado a poner el acento de la virtud en cosas tan personales como los peque?os o grandes vicios o en comportamientos que entran dentro del marco exclusivo de la vida privada. Hace unos a?os, lo recuerdo, nos parec¨ªa rid¨ªculo eso de que los pol¨ªticos americanos pudieran ver truncada su carrera por las veleidades del pasado: por haber bebido, por no haber querido ir a Vietnam o por haber tenido trato extramatrimonial con se?oritas. Y m¨¢s rid¨ªculo nos parec¨ªa que, cuando uno de esos pol¨ªticos era pillado en falta, la ¨²nica salida posible del pecador fuera acudir a la televisi¨®n para confesar que estaba arrepentido, que adoraba a su se?ora y que no lo volver¨ªa a hacer por el bien del pa¨ªs. Esto parece a¨²n lejano, pero llegar¨¢, ya est¨¢ llegando. La contradicci¨®n entre un mundo que aboga por las libertades sexuales y que al mismo tiempo se ufana en rastrear en la intimidad de sus personajes p¨²blicos. Si uno hace p¨²blica su homosexualidad y la convierte en una bandera todo es correcto, pero si uno desea vivirla discretamente o simplemente ocultarla, le perseguir¨¢n hasta que confiese.Y los dem¨¢s nos frotamos las manos ante el morbo que produce, por ejemplo, imaginar al pr¨ªncipe Carlos haciendo caranto?as detr¨¢s de las puertas a uno de sus asistentes. Como dice un ir¨®nico personaje de La mancha humana, de Philip Roth, si Clinton hubiera penetrado a Lewinsky, la becaria no le habr¨ªa descubierto. Pero el muy idiota se qued¨® a medias, como un colegial. M¨¢s nos valdr¨ªa a todos que Bush tuviera su peque?o vicio para que nos dejara vivir en paz.
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