'Atrezzo' con vida
Esto se acaba. Y la excitaci¨®n sube hasta el punto de que las malas caras hacen su aparici¨®n, contenidas por la necesidad irremediable de los candidatos de irradiar simpat¨ªa y de mostrar a toda Espa?a que aqu¨ª ?somos distintos! ?Claro que lo somos! No hace falta que nadie nos recuerde que podemos dar ciertas sorpresas, como la vigencia -tras 23 a?os de homog¨¦nea fachada- de la pluralidad. Un activo que no hay que menospreciar porque obligar¨¢ -es lo ¨²nico seguro- a afirmar el talante pactista que conforma la imagen del catal¨¢n comme il faut.
Se acerca, pues, la hora en que la gente deje de hacer de decorado electoral. J¨®venes, adultos y hasta ni?os han ofrecido en esta campa?a uno de los atrezzos m¨¢s repetidos. La moda de que los candidatos den sus m¨ªtines -y salgan por televisi¨®n, que, en realidad, para eso se hacen los m¨ªtines hoy d¨ªa- rodeados de celestiales ciudadanos en trance de escuchar promesas, diagn¨®sticos e incluso rapapolvos ha caracterizado la campa?a. Ver a gente como cualquiera detr¨¢s del candidato es un exitoso invento de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar: en ciertos casos a la gente le atrae la gente m¨¢s que los candidatos. Y ver por detr¨¢s del que habla a una chica guapa o a un joven saludable debe producir un no despreciable efecto contagio.
Todo vale en campa?a. Pero utilizar ciudadanos -perfectamente disciplinados- como gancho decorativo es una peligrosa met¨¢fora. La gente de este pueblo va a dejar, dentro de muy poco, de ser escenograf¨ªa para pasar a la acci¨®n. Los que sirvieron de decorado y de s¨ªmbolo de que todos hemos formado parte del decorado van a convertirse en actores que hablan y en jueces que sentencian. Las espumas y los aires -nosotros mismos- se convertir¨¢n, al fin, en votos.
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