El visitante como escultura

El Artium decidi¨® hace a?o y medio ceder una sala de 400 metros cuadrados a Pello Irazu (Andoain, 1963) para que preparara una exposici¨®n exclusiva. Y el escultor guipuzcoano ha salido m¨¢s que airoso del reto: Fragmentos y Durmientes es una l¨²cida reflexi¨®n sobre la posibilidad que tiene el artista para intervenir en los vol¨²menes arquitect¨®nicos y aprovechar sus posibilidades escult¨®ricas. "Trato de que la sala no sea un contenedor donde colocar cosas, sino que intento mediar entre la sala y el visitante", explica.

Dos grandes murales pintados directamente en las paredes de la sala, otras dos esculturas, una de ellas monumental, y 44 dibujos conforman esta aportaci¨®n de Irazu, que se presenta en el museo vitoriano hasta el pr¨®ximo 22 de febrero.

Pello Irazu es uno de los principales representantes de la renovaci¨®n de la escultura espa?ola. Su obra nace de la revisi¨®n de dos vanguardias cl¨¢sicas, el constructivismo y el suprematismo, sin olvidar la convivencia m¨¢s cercana en el tiempo con el pop o el minimal. A partir de estas cuatro referencias fundamentales y el inter¨¦s por la obra de su paisano Jorge Oteiza, Irazu ha elaborado un lenguaje propio, que se expresa con nitidez, aunque use diversos materiales (hierro, acero, formica, cart¨®n o madera) y preste una atenci¨®n especial al color. Y siempre con la mirada puesta en el juego de los vol¨²menes en el espacio.

En el fondo, en esta exposici¨®n del Artium, todo es escultura, incluidos los murales y los dibujos. Hasta el punto de que el observador se convierte en un elemento imprescindible de la experiencia art¨ªstica que propone el guipuzcoano. As¨ª lo recordaba ayer el director del Artium, Javier Gonz¨¢lez de Durana: "Los llamamos dibujos porque est¨¢n realizados sobre papel, pero el uso de la cinta adhesiva busca unos realces que los hacen m¨¢s esculturas. Pero es la disposici¨®n de las pinturas murales, que necesitan del observador para completarse, la que permite que se pueda decir que el visitante acaba por integrarse en una obra ¨²nica".

Una vez dentro de esa compresi¨®n de una arquitectura particular, las reflexiones de Pello Irazu sobre las posibilidades de ver en el desorden y la capacidad de intervenci¨®n de la escultura se desarrollan en un recorrido progresivo. La exposici¨®n comienza dominada por los murales, que dialogan entre s¨ª en la sala. En primer t¨¦rmino, la escultura Durmiente, compacta a pesar de la fragilidad del cart¨®n con el que est¨¢ construida. Alrededor, dibujos pertenecientes a series recientes (Fragmentos, Erase, Durmientes) con origen en iconograf¨ªas diversas (im¨¢genes cl¨¢sicas de arte, peri¨®dicos y c¨®mics), en un collage que incluye la figuraci¨®n o la geometr¨ªa.

Despu¨¦s de que el visitante ha descubierto el misterio de los dos murales, parcialmente escondidos desde la entrada a la sala, la intervenci¨®n de Irazu concluye con Erizo, su segunda escultura. Es una pieza de grandes dimensiones, de inspiraci¨®n constructivista. Visualmente muy abierta, es una estructura en madera, hierro y cinta adhesiva que resume el territorio dual en el que trabaja Pello Irazu: fragilidad y solidez, unidad y diversidad, intervenci¨®n posible en el desorden o caos absoluto.