La venganza de Pandora
SABEMOS QUE Pandora fue tan bella como mal¨¦vola y perezosa. Y que fue Zeus el causante del prejuicio que atribuye a las mujeres hermosas el car¨¢cter de la estupidez, las primeras de una larga casta de mujeres como ella que han conquistado el Olimpo del imaginario masculino. Pues bien, Pandora guardaba celosamente una caja que conten¨ªa todos los males que pod¨ªan infestar a la humanidad, como la Vejez, la Fatiga, la Enfermedad, la Locura, el Vicio y la Pasi¨®n. Todos ellos salieron de aquel c¨¢ntaro en forma de una nube, la hirieron y despu¨¦s atacaron a toda la raza de los mortales.
Queda para los hermeneutas de la mitograf¨ªa la lectura de las Mem¨°ries que el pintor Xavier Valls ha escrito como ajuste de cuentas de sus d¨ªas felices frente al bastidor desnudo de conciencia. En La meva capsa de Pandora (mi caja de Pandora) destapa con mano de seda las miserias y grandezas que han pincelado su existencia durante ochenta a?os y que finalmente salva de la inquina esa Esperanza Compasiva que s¨®lo es capaz de dar la perspectiva de la vejez. As¨ª, el pintor barcelon¨¦s recorre con la precisi¨®n de un diario toda su vida, desde su nacimiento en la antigua villa de Horta hasta su actual situaci¨®n como pintor en activo en el refugio de su estudio parisiense, donde ha trabajado durante cincuenta a?os una pintura totalmente ajena a los movimientos art¨ªsticos de la segunda mitad del siglo pasado.
Hijo y nieto de banqueros, Xavier Valls fue el menor de seis hermanos y ya desde muy peque?o descubri¨® su vocaci¨®n durante una larga convalecencia debido a su fragilidad: "Tomaba reconstituyentes a base de sangre de caballo y la glefina para prevenir la tuberculosis (...) me gustaba dibujar y recortar papeles de colores para representar escenas de la historia sagrada o de sant Jordi matando al drag¨®n". El adolescente disfrutaba con los blues de Duke Ellington, el jazz de Nueva Orleans y la literatura rusa de Tolst¨®i, Dostoievski y Ch¨¦jov. En Par¨ªs se aficiona a la quiromancia, disfruta con las "obscenidades" de la Bella Dorita, en Chez Dominique, con Kiki de Montparnasse. Y en Barcelona, con las corridas en la Monumental, sus amigos Otto Lloyd y la Sacharoff, Llorens Artigas, Sucre, Gabriel Ferrater, Sebasti¨¤ Gasch...
El pintor tambi¨¦n describe sus encuentros y camarader¨ªas con sus admirados Wols y Balthus, sus filias hacia Morandi y Chardin, la fidelidad de su marchante parisiense Henriette Gom¨¨s y sus visitas al Prado y a las grandes pinacotecas centroeuropeas. Y de qu¨¦ forma va construyendo una vida -y un destino- junto a su compa?era Luisa y sus incontables amigos sobre los que se esparce la inexorable nube de Pandora como una maldici¨®n: la p¨¦rdida de los seres queridos, la enfermedad, los vicios y las pasiones son para el pintor los confetis de una existencia en plenitud: Louis Aragon ("su inclinaci¨®n por las mujeres j¨®venes le hac¨ªa vestirse, con 75 a?os, un poco rid¨ªculo au dernier cri de Saint-Laurent"), Joan Brossa, Alejo Carpentier, Cirlot, Giacometti, William Klein, Simone Signoret ("me insinu¨® que fu¨¦ramos a su habitaci¨®n y le contest¨¦ que Luisa me esperaba") y T¨¤pies ("despu¨¦s de cenar, salimos y, al ver nuestro Simca, nos dijo: 'Qu¨¦ suerte ten¨¦is de haberlo aparcado, porque yo, con el Mercedes'...
Y dirigi¨¦ndose a m¨ª y a Luis Fern¨¢ndez, a?adi¨®: 'Ha sido un honor cenar con dos hijos de banquero".
La meva capsa de Pandora. Mem¨°ries. A cargo de Juli¨¤ de J¨°dar. Quaderns Crema. Barcelona. 459 p¨¢ginas.
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