"No creo que la literatura pueda cambiar el mundo"
Al escritor Erich Hackl (Steyr, Austria, 1954) no le hace falta inventar mundos paralelos, ni hacer recreaciones amables del pasado. A su alrededor encuentra materia m¨¢s que suficiente para sus escritura, a medio camino entre la cr¨®nica, el reportaje period¨ªstico y la recreaci¨®n novel¨ªstica. Buen ejemplo de ello es su ¨²ltima novela publicada en Espa?a, Adi¨®s a Sidonie (Pre-textos), donde recupera la vida de una ni?a gitana secuestrada por los nazis. Titulado en Filolog¨ªa alemana y espa?ola, admirador de Bernardo Atxaga, estuvo la semana pasada en Vitoria, donde disert¨® sobre su obra y tambi¨¦n sobre las literaturas minoritarias ,en un coloquio que mantuvo con el catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Vasca, Jon Kortazar.
"La verdad, a m¨ª no me gusta opinar. Es un problema de los intelectuales de hoy, que se limitan ya s¨®lo a opinar, como bien se ve en las p¨¢ginas de cualquier peri¨®dico. Adem¨¢s, yo no sirvo; necesito escribir para aclarar ciertas ideas, con lo que eso tiene de costoso y lento", comenta Hackl, quien echa en falta en la cultura espa?ola otras actuvidades de los escritores, como las lecturas p¨²blicas de su obra. "En Austria se llega a pagar bien por participar en estas audiciones", apunta.
Cuando en alguna ocasi¨®n ha hablado de la obra de Erich Hackl, la escritora Bel¨¦n Gopegui diferencia entre literatura veros¨ªmil y necesaria, categor¨ªa esta ¨²ltima en la que se inscriben los libros del escritor austriaco. "En Espa?a, la mayor parte es literatura veros¨ªmil, es decir, aquella que plantea una trama y la resuelve con las posibilidades que se encuentran en la vida real. La literatura necesaria, en cambio, surge de un impulso interior o exterior, como es mi caso", se?ala.
As¨ª ocurre en La boda de Auswitchz, su ¨²ltima novela, que se publicar¨¢ el a?o que viene en Espa?a, en la que relata la boda de un hombre y una mujer presos en aquel campo de exterminio nazi y las relaciones entre los hijos que hab¨ªan tenido antes de entrar en Auswitchz y el que engendran all¨ª. O en Adi¨®s a Sidonie, la historia de una ni?a gitana presa por los nazis. "Para no caer en soluciones f¨¢ciles, en lo veros¨ªmil, tengo claro el registro de ciertos hechos reales que no son producto de mi fantas¨ªa", aclara el escritor austriaco.
A pesar de esta apuesta comprometida con la historia de los que sufren y de los que resisten, Erich Hackl no cree en el compromiso del intelectual al estilo de Zola o Sartre. "No creo que la literatura pueda cambiar el mundo; lo ¨²nico a lo que aspiro es a que lo escribo pueda influir en las personas sobre las que escribo", indica. Y a?ade un ejemplo: "En La boda de Auswichz consegu¨ª que los dos hermanastros, hijos del protagonista, llegaran a conocerse, algo que siempre hab¨ªan evitado para no resucitar viejas heridas".
Hackl es cr¨ªtico con los intelectuales de izquierda con mala conciencia: "Es incre¨ªble c¨®mo se llega a generalizar y realizar comparaciones absurdas, como las que equiparan a Hitler con Stalin. Como escritor tienes que contar la magnitud del suceso y no comparar acontecimientos que ocurrieron en lugares distintos, en ¨¦pocas diferentes y protagonizados por actores con motivaciones dispares", reflexiona. Y pone el ejemplo de los protagonistas de sus libros, casi todos comunistas, "gentes que dejaron su vida por un mundo m¨¢s justo, independientemente del partido al que pertenecieran".
Quiz¨¢s por este inter¨¦s por los movimientos revolucionarios, Hackl se ha acercado en m¨¢s de una ocasi¨®n a la guerra civil espa?ola. Es autor de la Enciclopedia de los austriacos en las Brigadas Internacionales de la guerra civil, que reconoce la aportaci¨®n de 1.400 voluntarios a la causa de la Rep¨²blica. "Fue un contingente nada despreciable, si tenemos en cuenta que Austria en aquel momento ten¨ªa seis millones de habitantes".
La mayor parte de aquellos protagonistas hab¨ªa protagonizado en 1934 una revuelta obrera en defensa de la democracia contra el r¨¦gimen parafascista que se hab¨ªan instalado en Austria el a?o anterior. "Fue el primer intento de luchar contra el fascismo con las armas; por eso, aunque derrotados, muchos acudieron a Espa?a para intentar que la segunda oportunidad saliera adelante. Desgraciadamente, volvi¨® a ganar el fascismo", recuerda Hackl.
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