Un superviviente en Osasuna
Valdo supera un camino de obst¨¢culos desde una dif¨ªcil ni?ez al triunfo en Primera
La noche se hab¨ªa cerrado cuando un jabal¨ª atraves¨® la calzada justo delante del coche de Valdo Lopes Rocha. Iba a m¨¢s de cien kil¨®metros por hora por la carretera Madrid-A Coru?a. Dio un volantazo. Consigui¨® esquivarlo. Pero a los pocos metros, otro cochino salt¨® al camino. "Me lo com¨ª", recuerda Valdo, "y me sal¨ª de la carretera. Di varias vueltas de campana. El airbag no salt¨® y perd¨ª el conocimiento. Me despert¨¦ un rato despu¨¦s en un encinar. Busqu¨¦ un tel¨¦fono de emergencia y llam¨¦ a la Guardia Civil. Fueron a buscarme y, cuando vieron el jabal¨ª muerto, me creyeron. El coche fue siniestro total".
Valdo habla del accidente que sufri¨® el invierno pasado con aire distra¨ªdo. Despu¨¦s de todo, desde peque?o es como si los accidentes le dejasen sin cuidado. Como si nada pudiera desviarlo de su objetivo: jugar al f¨²tbol en Primera. Aqu¨¦l estuvo a punto, si no de matarle, de lesionarle de por vida. Pero sali¨® indemne y a las pocas semanas fue traspasado por el Madrid a Osasuna. Desde entonces, El Sadar ha descubierto a un futbolista que no admite comparaciones; poco expresivo fuera del campo, pero hablador dentro; orientador de sus compa?eros, sereno, reposado como un veterano y el¨¢stico como un galgo.
A los 13 a?os, una familia lo adopt¨®, y a los 16, Vicente del Bosque lo llev¨® al Madrid
Valdo naci¨® en Villalblino (Le¨®n) en 1981. Sus padres, inmigrantes caboverdianos que buscaron trabajo en las minas, se separaron cuando ¨¦l ten¨ªa cuatro a?os y qued¨® al cuidado de su madre, que se instal¨® en Madrid. Como no pudo mantenerlo sola, lo dej¨® en Aravaca bajo la custodia de las monjas del colegio Santa Mar¨ªa del Parral, de C¨¢ritas, para menores con padres en el extranjero e inmigrantes. All¨ª, en el patio de tierra, Valdo descubri¨® que la pelota de Villalblino era la misma en cualquier parte. Y que, adem¨¢s, sab¨ªa dominarla mejor que los otros ni?os.
La hermana Marina se fij¨® en ¨¦l. Su madre casi nunca pod¨ªa verle, as¨ª que las monjas le daban lo que le faltaba: ropa y, sobre todo, zapatillas. Por las noches, cuando los ni?os deb¨ªan acostarse, Marina dejaba que Valdo viera el partido de la tele. Su equipo era el Madrid de la quinta.
Cuando ten¨ªa siete a?os, su madre lo llam¨® por tel¨¦fono para decirle que deb¨ªa irse a Portugal. Valdo fracasaba en los estudios, pero no con el bal¨®n. En el campo se sent¨ªa seguro, igual al resto, y m¨¢s libre.
A los 13 a?os, una familia lo adopt¨®, y a los 16, el entonces coordinador de las categor¨ªas inferiores del Madrid, Vicente del Bosque, lo llev¨® a la Ciudad Deportiva. Muchos no lo comprendieron. Jugaba poco y los entrenadores lo pusieron de lateral derecho, interior por ambas bandas, delantero y portero, si no hab¨ªa otro. "Es extraordinario", dec¨ªa Lorenzo Antol¨ªnez, el segundo entrenador del B; "s¨®lo le falta confianza". Para reforz¨¢rsela, lo mandaban a la grada. De no ser por la intervenci¨®n de Del Bosque, que m¨¢s tarde lo hizo debutar en Primera, Valdo habr¨ªa sido traspasado al Las Rozas. El jugador hace un balance lapidario: "La ¨²nica vez en mi vida que sent¨ª el f¨²tbol como un trabajo y no como una diversi¨®n fue cuando jugu¨¦ en los juveniles del Madrid".
El a?o pasado, Valdo resolvi¨® que deb¨ªa marcharse. El director general, Jorge Valdano, defini¨® a Valdo como un "esp¨ªritu libre". Le ofreci¨® un contrato por 90.000 euros anuales con una cl¨¢usula de rescisi¨®n de 70 millones. Esta diferencia fue considerada desproporcionada por su representante, y el futbolista, consciente de que en el Madrid no le dejar¨ªan jugar, se march¨® traspasado a Osasuna. No firm¨® el contrato que le ofreci¨® Valdano, pero qued¨® m¨¢s o menos sujeto a un acuerdo entre los clubes que prev¨¦ un derecho de recompra a favor del Madrid durante tres a?os.
Valdo lleg¨® a Pamplona cuando Osasuna estaba al borde de Segunda. En nueve meses se convirti¨® en la estrella del equipo: el mejor lateral, el mejor centrocampista y el goleador. Ahora espera la llegada del partido contra el Madrid "con alegr¨ªa". Cuando le preguntan qu¨¦ har¨¢ si marca un gol en el Bernab¨¦u, se pone ocurrente y bromea. "Ir¨¦ hacia el palco con una camiseta que diga '?D¨®nde est¨¢ mi servilleta?'. Porque Florentino P¨¦rez, cuando fich¨® a Zidane, le pas¨® una servilleta, ?no?".
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