M¨²sicos neoyorquinos enriquecen el nuevo disco de Ruper Ordorika
El cantautor rockero reclama m¨¢s atenci¨®n para la m¨²sica en euskera
Tal y como hizo en sus dos entregas previas de estudio, Ruper Ordorika (O?ati, Guip¨²zcoa, 1956) se ha rodeado de m¨²sicos neoyorquinos para grabar su nuevo disco, Kantuok jartzen ditut (?stas son mis canciones). El sello irun¨¦s Metak edita un trabajo en el que el veterano cantautor sigue cantando exclusivamente en euskera. As¨ª ampl¨ªa el horizonte de su idioma materno, sabedor de que la m¨²sica vasca va m¨¢s all¨¢ de la tradici¨®n y la protesta, aunque esta vez aprovecha para denunciar "lo complicado que es ser vasco" hoy en d¨ªa.
El guitarrista Ben Monder, el bajista Jonathan Maron y el bater¨ªa Kenny Wollesen, quien ha participado en grabaciones de Norah Jones, Tom Waits y Rickie Lee Jones, son tres m¨²sicos habituales del circuito de clubes en que prima la improvisaci¨®n, el rhythm and blues, el soul, el funk. Sin embargo, reservaron unos d¨ªas para perder de vista el skyline neoyorquino y grabar en un caser¨ªo de Azkarate las 12 canciones de Kantuok jartzen ditut, un disco que, seg¨²n su autor, no hubiera sonado igual si lo hubieran grabado m¨²sicos aut¨®ctonos.
"Hablamos de gente que tiene una base extraordinaria. Para m¨ª, el hecho de no estar contextualizados, de no vivir en la misma realidad que nosotros, es muy importante, porque musicalmente la conexi¨®n es muy franca. No hay ideas preconcebidas, ellos no piensan que yo pueda significar no s¨¦ qu¨¦ en el mercado, ni qu¨¦ discos se venden aqu¨ª. Son m¨²sicos puros, m¨²sicos heroicos que est¨¢n en el mundo de la improvisaci¨®n, hacen cosas con grandes m¨²sicos y, no s¨¦ por qu¨¦ raz¨®n, de repente la proximidad es muy grande", confiesa Ruper Ordorika.
El compositor, guitarrista y cantante ha recurrido al comienzo de una canci¨®n tradicional navarra para titular un trabajo de regusto po¨¦tico, "extenso en duraci¨®n y estil¨ªsticamente", y de "sonido m¨¢s cl¨¢sico". Un disco propio de un cantautor rockero como ¨¦l, construido sobre el sonido de las guitarras e indicado para quienes estiman las canciones como algo m¨¢s que un ronroneante hilo musical.
En muchos casos recoge el tipo de composiciones reposadas y ricas que uno esperar¨ªa escuchar de un creador estadounidense, aunque Ordorika no olvida de d¨®nde es, y en Zaindu maite duzun hori (Cuida eso que quieres) denuncia "opiniones arrogantes" sobre su tierra y "lo complicado" que resulta ser vasco hoy d¨ªa. "En mi caso, implica ser cantante m¨¢s un plus, una explicaci¨®n previa continua sobre el cantar en euskera y sobre las implicaciones que tiene esta opci¨®n, ya que me veo implicado en la cantidad de cosas que pasan en mi entorno".
Dicho sentimiento retumba con fuerza en un repertorio alejado de estridencias sonoras, y puede casi sorprender en boca de un m¨²sico que ha editado seis de sus 14 discos con sellos madrile?os, y que ha afirmado que en determinados momentos ha encontrado m¨¢s receptividad fuera de Euskadi. De hecho, sigue pensando que la m¨²sica en euskera -"una lengua marginada", seg¨²n su canci¨®n Kantuaren gauza galdua (El objeto perdido de la canci¨®n)- tiene poco eco en Euskadi. "Se tiende a tratar lo que se hace en euskera como algo casi ¨¦tnico, independientemente del estilo, pero la m¨²sica vasca es muy plural". La gira de presentaci¨®n de su nuevo disco recalar¨¢ en Madrid y Galicia en enero, y en Barcelona en marzo.
Babelia
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