Un mirador para los inmigrantes
En uno de esos edificios desconchados que pueblan la calle del Arc del Teatre, hay un cartel que anuncia una copister¨ªa. Una vez dentro, el cliente se encuentra a un chico detr¨¢s del mostrador, que le atiende. A su lado, cinco o seis ordenadores dispuestos en una mesa esperan a quien quiera conectarse a la Red. En otra sala contigua hay una mesa alargada donde cada domingo a las cuatro cualquier persona con inspiraci¨®n puede leer sus poemas y comentarlos con el vecino. Al fondo, una escalera, de las m¨¢s tristes y viejas que he visto en la ciudad, sube a un piso oscuro que en otro tiempo seguramente fue vivienda y que ahora son las dependencias del ¨²nico semanario escrito en urd¨² y castellano que se publica en Espa?a. Javid Mughal es el director, redactor y editor de El Mirador de los inmigrantes. Lo encuentro sentado detr¨¢s de una mesa y frente a una pantalla de ordenador a la que no deja de mirar en toda la entrevista. Tampoco deja ni un momento de juguetear con el rat¨®n, por lo que supongo que o est¨¢ trabajando mientras habla conmigo o el h¨¢bito de estar todo el d¨ªa frente a la pantalla no le deja desprenderse del susodicho bicho.
Dirigido por Javid Mughal, 'El Mirador de los inmigrantes' es un semanario que informa a los paquistan¨ªes de Barcelona
Javid es una persona que respira tranquilidad. Es muy amable y se le notan enseguida grandes dosis de buena voluntad y un esp¨ªritu tremendamente austero. Su despacho se limita a esa mesa en la que trabaja, una silla donde me siento yo y un calendario que cuelga de la pared. Pero creo que no necesita mucho m¨¢s para lo que se ha propuesto, que no es poco. Javid trabajaba como jefe de redacci¨®n en un peri¨®dico paquistan¨ª regentado por Benazir Bhutto. Pero el golpe de Estado de 1992 desbanc¨® a Bhutto, y cualquier cosa relacionada con ella era brutalmente perseguida. Javid tuvo que dejar el pa¨ªs, y tambi¨¦n a su esposa y a su hija de meses. Pas¨® un tiempo en Ir¨¢n y luego salt¨® a Grecia, hasta llegar a Francia. Obtuvo un visado, pero el helado invierno franc¨¦s lo trajo hasta Barcelona, y en esta ciudad se qued¨® porque, dice, se siente casi como en Lahore. El clima suave, la variedad de gente que vive aqu¨ª y, sobre todo, la libertad de ir por la calle sin que nadie te mire raro o te insulte fueron las razones que le hicieron adoptar Barcelona como su ciudad. Lleg¨® en 1994, no conoc¨ªa nada del idioma, de las costumbres ni de la gente, pero encontr¨® a un restaurador de Sitges que le dio trabajo y lo acogi¨® como a un hijo. Sin embargo, Javid echaba de menos su vocaci¨®n de periodista y decidi¨® trabajar de vigilante nocturno y de d¨ªa montar un semanario para los inmigrantes paquistan¨ªes. De esto hace casi cinco a?os. El Mirador empez¨® con cuatro p¨¢ginas, pero ahora ya tiene seis. Se editan 5.000 ejemplares que se reparten gratuitamente por Barcelona, a excepci¨®n de los que van a L'Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Madrid, M¨¢laga o Logro?o, que tienen un coste de 65 c¨¦ntimos de euro por el transporte.
Los contenidos del semanario no se limitan a explicar lo que sucede en Pakist¨¢n, sino que informan sobre lo que ocurre aqu¨ª. En el ¨²ltimo Mirador, por ejemplo, se explica, en urd¨², el resultado de las elecciones catalanes, con una foto de los cinco candidatos. Se habla tambi¨¦n, en castellano, de la apertura, por parte de la Generalitat, de la tercera oficina exterior de inmigraci¨®n, en este caso en Bogot¨¢, y del cad¨¢ver de un hombre chino apu?alado en El Masnou.
"Cuando llegu¨¦ aqu¨ª no sab¨ªa lo que pasaba a mi alrededor. No conoc¨ªa las costumbres, las fiestas, la comida... El primer n¨²mero de El Mirador coincidi¨® con las fiestas de la Merc¨¨ y yo quise explicar lo que eran y lo que significaban para la ciudad. Ahora los paquistan¨ªes ya participamos activamente en el programa de fiestas", comenta Javid. "Para que la gente se entienda tienen que conocerse los unos a los otros. Y eso es lo que pretendo con El Mirador". El semanario se paga con la publicidad, pero nunca hay suficiente dinero y Javid tiene que sac¨¢rselo de la manga. Pidi¨® una ayuda al Ayuntamiento, pero le daban s¨®lo 60.000 pesetas, que no le cubr¨ªan ni para una edici¨®n. As¨ª es que, por dignidad, no lo acept¨®. Cuando Javid lleg¨® a Barcelona apenas hab¨ªa paquistan¨ªes, ahora hay unos 10.000, y casi todos concentrados en el barrio del Raval. "Tenemos la costumbre de ayudarnos. Cuando llega alguien sin trabajo y sin casa le acogemos y le damos comida y cama, y entre todos reunimos dinero para que pueda montar un peque?o negocio. Hay que trabajar mucho para pagar las deudas, pero son peque?as cantidades que se reparten entre mucha gente y se puede soportar. Los bancos s¨®lo dan a los que ya tienen. Los inmigrantes llegan sin nada y hay que ayudarles para que salgan adelante. Nosotros somos como un minibanco", comenta Javid.
Javid tambi¨¦n forma parte de una asociaci¨®n cultural, Asia Art Promotion, que organiza sesiones de cine, teatro o m¨²sica. Tienen a su disposici¨®n el cine Alexandra, que en sesi¨®n golfa les permite proyectar pel¨ªculas actuales provenientes de Pakist¨¢n que hacen su circuito hasta Inglaterra, donde la comunidad paquistan¨ª es muy numerosa. El teatro Condal les permite ofrecer una programaci¨®n de teatro y m¨²sica que, dice Javid, se llena en cada sesi¨®n, a pesar de los horarios nefastos. Ahora, los paquistan¨ªes saben un poco m¨¢s qu¨¦ es la Navidad, la castanyada o la verbena de Sant Joan, gracias a El Mirador de los inmigrantes.
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