El reencuentro con las ra¨ªces
Los hombres de ?scar Engonga, con el racinguista Bodipo como l¨ªder, se sienten identificados con la tierra de sus progenitores
El ¨²nico hispano-guineano que triunfa actualmemte en el f¨²tbol espa?ol es Rodolfo Bodipo, goleador sevillano del Racing. Es el grito de guerra de la afici¨®n de Guinea Ecuatorial. Es el hombre mas conocido tras el presidente, Teodoro Obiang Ngema. Repite el fen¨®meno de George Weah en Liberia.
Es una gran estrella en una selecci¨®n que se queda fuera de las competiciones importantes. S¨®lo piensa en el triunfo, pero cambia de expresi¨®n cuando se le acercan los ni?os. As¨ª, atiende cari?osamente a unos 30 en el hotel de la concentraci¨®n. Con sus grandes ojos, le lanzan preguntas desenfrenadamente: "?Conoces a Raul? ?Y a Ronaldo? ?D¨®nde quieres jugar? ?Por qu¨¦ no has esperado a que te llamase I?aki S¨¢ez?". "Mas vale la ilusi¨®n de ustedes que cuatro o seis con el equipo espa?ol. ?ste es m¨ª ultimo a?o en el Racing. Mi sue?o es jugar en el Barcelona", les contesta entre aplausos.
Bodipo descubre que es verdad lo que le dec¨ªa su padre cuando era apenas un chaval. Antero le contaba que ten¨ªa que caminar 14 kil¨®metros para ir a clase a fin de que valorase la ense?anza que recib¨ªa en Espa?a. "Yo le espetaba que se dejara de cuentos. No le cre¨ªa. Pero hoy s¨¦ que es la verdad de mi padre y de los chicos guineanos". ?stos aprovechan para pedirle una escuela de f¨²tbol. En toda Guinea no hay un solo campo en el que el bal¨®n pueda rodar libre de la maleza, el barro o los charcos de agua. "Con ella yo podr¨¦ ser un d¨ªa mejor que t¨²", le grita uno.
"Volver¨¦. No voy dejar a esta gente tirada. Lo que he recibido en las calles no tiene precio. Vale oro", anuncia Bodipo apuntando ya a la Copa de ?frica. Y la federaci¨®n guineana se fija ahora en las categor¨ªas inferiores europeas. El 1 de enero de 2004 entrar¨¢ en vigor el nuevo art¨ªculo 15 de los estatutos de la FIFA. Los jugadores con doble nacionalidad que no hayan debutado con una selecci¨®n absoluta podr¨¢n cambiar. Los objetivos espa?oles son dos: Jacinto Ela, de 21 a?os, del Southampton, ingl¨¦s, y un fijo en las convocatorias de S¨¢ez en sub 15, sub 16 y sub 18. Su hermano, Ruslan, ya juega con Guinea y comenta que est¨¢ decidido a dar el paso africano porque "no esta seguro de su continuidad en la selecci¨®n espa?ola".
- ?scar Engonga, seleccionador y reclutador. Igor Engonga tiene ocho a?os, juega en el Amistad de Torrelavega y cuenta con orgullo a sus amigos que su padre, ?scar, es el seleccionador de Guinea y que su abuelo Vicente fue el primer guineano que jug¨® en el Racing. De los dos aprendi¨® que si te llaman negro es "porque tocas bien la pelota", que "no hay que rendirse". El Racing ya anda tras ¨¦l.
"Yo soy el gusanillo africano que penetra en las entra?as de los jugadores y les recuerda sus or¨ªgenes guineanos". Lo proclama Engonga, el art¨ªfice de la reuni¨®n de tantos espa?oles en su cuadro. Advierte, eso s¨ª, de que es jugador, no entrenador; que no tiene carnet profesional, pero s¨ª los argumentos necesarios para seleccionar y convencerlos a ellos y sus familias.
Cuatro meses en Guinea han cambio profundamente a este santanderino de 35 a?os: "Volv¨ª a nacer m¨¢s sano y humilde". Empresario de la moda en Santander, lleg¨® por primera vez a su pa¨ªs con la maleta llena de trajes elegantes y hoy le bastan dos pares de camisas y pantalones cortos para deambular por los barrios marginales de Malabo: "Pasear por ah¨ª y sentir c¨®mo toda esta gente pacifica y agradecida s¨®lo quiere tocarte es lo m¨¢s grande que me ha pasado. En Santander tengo dos coches, buenos negocios, una casa... Pero una vida mon¨®tona."
Siempre va vestido con la camisa del Racing: "Es mi talism¨¢n y se ve bien claro Santander". Y lleva dos tel¨¦fonos m¨®viles colgados en el cuello que no paran de sonar. Cuando atiende a Negro 1, toca hablar de f¨²tbol porque es el nombre clave de su hermano Vicente, ex valencianista, ex c¨¦ltico y ex vallisoletano y actual entrenador del Mallorca B. Si llama Negro 2, su hermano Rafael, el tema es la m¨²sica y los encargos m¨¢s complicados. La ¨²ltima vez le pidi¨® que fuera hasta las monta?as de Bata y en los pies de una ¨¢rbol, plantado hace 40 a?os en homenaje a su padre, enterrar¨¢ un CD del grupo heavy-metal Iron Maden. Cumpli¨®.
El proceso de africanizaci¨®n de Engonga es profundo. Antes del partido de vuelta contra Togo, pas¨® ocho horas sentado en una silla para que sus primas le hicieran trenzas en el pelo. Tambi¨¦n esta empe?ado en hablar mejor. Y explica: "Me estoy controlando para no decir tacos delante de los guineanos. Cuando me escuchan diciendo palabrotas, se asustan. No est¨¢n acostumbrados porque no suelen dec¨ªrselas. Me llaman blanquito no por mi color, sino por mi modo de hablar".
Cuando los espa?oles llegaron, asustados y curiosos, a Guinea, en octubre, Engonga liber¨® los horarios de la concentraci¨®n para que conocieran su pa¨ªs y a sus familiares: "No quer¨ªan lecciones t¨¢cticas y s¨ª pistas de sus ra¨ªces, lo que les fortaleci¨® para jugar".
- Chupe y la cantera madridista. A Francisco Salvador, en el Real Madrid B a sus 23 a?os, siempre le llaman Chupe porque s¨®lo dej¨® el chupete a los cuatro, cuando lleg¨® a Espa?a. Es almeriense, hijo de Juan Salvador, encargado de obras, y la guineana Purificaci¨®n, de qui¨¦n hered¨® el color de su piel: "Como decimos los andaluces, soy m¨¢s negro que un coj¨®n de burro".
Desde que salt¨® por primera vez a las pistas municipales en Almer¨ªa, con su equipo del barrio Lomosinos, a los siete a?os, escuch¨® insultos racistas. Su padre, de poca estatura, pero con un temperamento fuerte, sufr¨ªa cuando los escuchaba y se sent¨ªa impotente: "?Qu¨¦ iba a hacer? ?Pelearme con todos?". Chupe se quedaba paralizado cuando o¨ªa expresiones como "negro de mierda"; "negro hijo puta"; "mono, vete a tu cocotero"... Ahora ya no se siente ofendido: "Me sirven para animarme mientras juego".
Chupe se ha hecho un hombre fuerte y orgulloso en la cantera del Madrid. Antes de su llegada a ella, a los 18 a?os, jam¨¢s hab¨ªa salido de su tierra. Aprendi¨® a jugar al f¨²tbol en los terrenos de Chamart¨ªn y del hotel de los canteranos no madrile?os. Y tambi¨¦n a defenderse de la discriminaci¨®n. Por ejemplo, rememora, indignado, cuando llegaba a la sala de televisi¨®n: "Nadie me hablaba o saludaba. Mis compa?eros se retiraban". Y sigue: "En el vestuario echaba la ropa a lavar y luego s¨®lo encontraba los calcetines. Hab¨ªa chicos que saltaban por la ventana de mi habitaci¨®n para robarme m¨ª tel¨¦fono m¨®vil o mi consola de v¨ªdeojuegos".
Pasada esta etapa, Chupe se declara feliz y consolidado en el Madrid: "Al club le da igual que seas blanco, negro o gitano. Si eres un buen futbolista, vas a triunfar". Ciertas madres ya no proh¨ªben a sus hijas relacionarse con ¨¦l. Claro que, al volante de su audi deportivo, por la Castellana, varias veces le han parado los controles policiales: "Mientras un agente te pide la documentaci¨®n e ironiza con que eres almeriense, otro registra el coche buscando rastros de drogas. Pero, al enterarse de que juego en el Madrid, el tratamiento cambia. Dejan de considerarte sospechoso de narcotr¨¢fico y te comentan 'lo majo que es Portillo".
- Epiti¨¦ e Iv¨¢n Zarandona, la huida del intelectual y una familia humilde. Juan Epiti¨¦ Dyowe Roig, manresano, de 27 a?os, est¨¢ cedido desde hace cuatro meses por el Racing al Ashod, israel¨ª. Su padre, Saturnino, ingeniero, huy¨® de Guinea con un gran grupo de intelectuales por miedo al dictador Mac¨ªas. Iv¨¢n Zarandona, vallisoletano, quiere aprender mucho sobre su nuevo pa¨ªs para cont¨¢rselo a su madre, guineana, cuya humilde casa natal y la de su hermano, el b¨¦tico Benjam¨ªn, en Bata, ha conocido ahora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.