La buena y la mala memoria
He tenido que esperar hasta que el libro de Mar¨ªa Antonia Iglesias (La memoria recuperada. Lo que nunca han contado Felipe Gonz¨¢lez y los dirigentes socialistas) alcanzara su quinta edici¨®n para decidirme a comprarlo, y por supuesto a leerlo. Hab¨ªa le¨ªdo en las p¨¢ginas de este diario alguno de sus cap¨ªtulos, y ni me atra¨ªa el morbo de lo que parec¨ªa un ajuste de cuentas en algunas aportaciones, ni me mostraba interesado en remover el pasado. Pero el caso es que algunas circunstancias me han hecho volver atr¨¢s de mi idea inicial.
Tal vez una de las razones por las que me he puesto a leer el libro haya sido la consideraci¨®n que me merece Javier Tusell, autor del pr¨®logo, que defiende apasionadamente, en cuanto tiene ocasi¨®n de ello, la labor de Mar¨ªa Antonia para dar a conocer y reivindicar un per¨ªodo en el que se realiz¨® la mayor tarea reformista y regeneracionista de la historia de Espa?a. Que esto se defienda por quien no se sit¨²a en un espacio ideol¨®gico cercano al socialismo, es digno de ser tenido en cuenta e invita a la curiosidad de leer el libro. Pero, sin duda, lo que m¨¢s me ha motivado para indagar -o m¨¢s bien para recordar- cosas del pasado, ha sido el desconcierto en el que buena parte de la militancia socialista -y en esa parte me incluyo- se encuentra tras el resultado de las elecciones catalanas. Y tambi¨¦n por el hecho de que determinadas victorias electorales que se encontraban al alcance de la mano a principios de a?o, se hayan visto frustradas al llegar el momento. Pero no s¨®lo eso. La situaci¨®n de los partidos progresistas en Europa no parece especialmente brillante. El desconcierto de los socialistas franceses tras su derrota en las elecciones presidenciales, la falta de alternativa de la izquierda en Italia, los problemas de Schr?der para llevar a cabo una pol¨ªtica necesaria, o c¨®mo ha sido necesario un largo per¨ªodo de oposici¨®n para que el Partido Laborista introdujera en su seno elementos de modernizaci¨®n, son todas ellas circunstancias demasiado coincidentes como para ser explicadas por circunstancias locales.
En fin, creo que es uno de esos momentos en los que deben hacerse determinadas preguntas sobre el presente y el futuro de los partidos socialistas, y al tiempo analizar la situaci¨®n espa?ola. Y para esto ¨²ltimo resulta a todas luces necesaria una reflexi¨®n sobre el per¨ªodo de gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Y tambi¨¦n sobre lo ocurrido en el Partido durante ese tiempo. E indudablemente para esta ¨²ltima tarea la lectura del libro de Mar¨ªa Antonia Iglesias resulta un instrumento de incalculable importancia.
No voy a extenderme sobre el conjunto de circunstancias que pueden explicar los problemas de la izquierda en la actualidad. Los atentados del 11-S, con el consiguiente aumento del temor de los ciudadanos y su preocupaci¨®n por la seguridad; los cambios en la estructura econ¨®mica, con la p¨¦rdida de influencia del movimiento obrero organizado; el desaf¨ªo de la globalizaci¨®n, son elementos que, seg¨²n los analistas m¨¢s conscientes, contribuyen a explicar el mayor aprecio de los ciudadanos hacia valores tradicionalmente considerados como los de la derecha. Y consecuentemente con ello se produce un aumento del apoyo electoral a los partidos conservadores. Pero todo ello constituye un panorama general que contribuye a explicar algunos de los problemas de la izquierda en el ¨¢mbito internacional, con indudables repercusiones en nuestro pa¨ªs, pero ahora me preocupan m¨¢s nuestros problemas espec¨ªficos. Y no puede realizarse ning¨²n an¨¢lisis sobre la situaci¨®n del socialismo espa?ol sin reflexionar sobre nuestro pasado inmediato.
Tal vez la mayor ayuda que el libro de Mar¨ªa Antonia preste para esa necesaria reflexi¨®n consista en poner de manifiesto con toda claridad -y a veces con toda crudeza- algunos elementos, de los cuales deben destacarse al menos dos. Elementos que, a pesar de ser bien conocidos, no siempre se valoran de forma adecuada.
En primer lugar, que, a pesar de los mensajes que desde algunos sectores se transmitieron en su d¨ªa, la pol¨ªtica econ¨®mica de los Gobiernos socialistas fue, como no pod¨ªa ser menos, marcadamente socialdem¨®crata. Los logros conseguidos por esos Gobiernos (pol¨ªtica de pensiones, con su incremento y creaci¨®n de las no contributivas; inversiones en infraestructuras y educaci¨®n; universalizaci¨®n de la asistencia sanitaria con cargo a la seguridad social....) ponen de manifiesto lo infundadas que estuvieron las cr¨ªticas que en su d¨ªa se hicieron sobre la pol¨ªtica que, primero Boyer, luego Solchaga y Solbes, llevaron a cabo, tach¨¢ndolas de neoliberales o conservadoras, o bien de que supon¨ªan un entreguismo a los intereses de los poderosos. O c¨®mo algunas pol¨ªticas que en su d¨ªa se manifestaron como de gran dureza, por ejemplo la reconversi¨®n industrial, fueron necesarias para liberar recursos que permitieran el cumplimiento de esos objetivos, marcadamente socialdem¨®cratas: sanidad, educaci¨®n, pensiones...
Pero, y con ello enlazo con la segunda conclusi¨®n de la lectura del libro que quisiera destacar, tal vez el mayor problema es que esas cr¨ªticas encontraron eco en el seno del propio Partido, que pareci¨® dividirse entre quienes se autocalificaban como "socialistas puros", y aquellos otros a quienes esos mismos tildaban de "liberales". Y ello ocurr¨ªa en una organizaci¨®n que acostumbraba a afrontar los debates m¨¢s con el est¨®mago que con el cerebro. Y si no, recu¨¦rdese el debate sobre el marxismo en 1979.
Hoy en d¨ªa resulta imposible analizar -y superar, por lo tanto- los problemas del PSOE, sin profundizar en las causas de esa divisi¨®n, que termin¨® convirti¨¦ndose en una aparente confrontaci¨®n entre quienes hab¨ªan estado al frente del Partido: Felipe y Guerra. El libro, con las aportaciones de muchos de los que estuvieron en el ojo del hurac¨¢n en aquellos tiempos (aunque se echa de menos la aportaci¨®n de otros que, como Joan Lerma, tendr¨ªan mucho que contar), aporta datos significativos sobre lo que ocurri¨®, produciendo heridas que a¨²n no est¨¢n bien cerradas. Y si se quiere un dato que pone de manifiesto esta ¨²ltima afirmaci¨®n, vale la pena la visi¨®n que del mismo hecho dan dos de sus protagonistas. En las elecciones de 1993 hubo dos debates televisados entre Felipe y Aznar. El primero fue ganado por Aznar, mientras que en el segundo la victoria de Felipe result¨® apabullante. Pues bien, seg¨²n Guerra, el responsable y asesor de Gonz¨¢lez en el primer debate fue Maravall, mientras que el propio Guerra lo fue en el segundo. En la transcripci¨®n de la conversaci¨®n, con Maravall, se cuenta que ocurri¨® exactamente lo contrario.
Bien merece profundizar en todo ello. Porque este Partido ha pasado muchos a?os dividido entre "prietitas" y "largocaballeristas", incluso cuando las causas que hab¨ªan motivado la distancia entre los dos l¨ªderes ya hab¨ªa desaparecido, como para que ahora sigamos enzarzados en divisiones que tuvieron su origen en el pasado. Y para ello vale la pena leer el libro, y as¨ª enterrar definitivamente la pol¨¦mica, porque la paradoja que Mar¨ªa Antonia Iglesias pone de manifiesto en la introducci¨®n, cuando se pregunta c¨®mo es posible que se pudiera gobernar tanto y tan intensamente, librando, al mismo tiempo, tan encarnizadas batallas internas, al final resulta demoledora.
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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