"Majestad, ?aqu¨ª no hay segundo!"
Episodios y an¨¦cdotas que han marcado la prueba m¨¢s prestigiosa de la vela
La historia de la Copa del Am¨¦rica se ha construido a base de an¨¦cdotas y episodios que han marcado sus 32 ediciones. La investigaci¨®n e innovaciones tecnol¨®gicas han sido determinantes en el dise?o de los barcos. Desde los inicios de la regata hasta ahora. El 22 de agosto de 1851 la goleta estadounidense Am¨¦rica compiti¨® con otras 14 embarcaciones brit¨¢nicas alrededor de la Isla de Wight, en el sur de Inglaterra. Cuando el Am¨¦rica se present¨® en los muelles de Cowes con ocho millas de ventaja sobre el Aurora, la reina Victoria, desconsolada por el fracaso de los barcos brit¨¢nicos, pregunt¨® a bordo de su yate real: "Y qui¨¦n qued¨® segundo?". Un oficial le respondi¨®: "Majestad, ?aqu¨ª no hay ning¨²n segundo!". Ya entonces, algunos quisieron ensuciar el triunfo del Am¨¦rica insinuando que ¨¦ste hab¨ªa ganado gracias a una h¨¦lice secreta. El desaf¨ªo tecnol¨®gico arrancaba en el momento en que la goleta americana ganaba el trofeo de las Cien Guineas.
Blake, que arrebat¨® la copa en 1995 a EEUU, fue asesinado a tiros en el Amazonas
Un submarinista fue detenido por fotografiar la quilla del 'Australia II'
- La quilla revolucionaria. Quiz¨¢ nunca en la historia de la Copa del Am¨¦rica un peque?o detalle hab¨ªa sido tan decisivo en la victoria de un barco. Si, para colmo, el derrotado era americano y su patr¨®n era el venerado Dennis Conner, como ocurri¨® en la edici¨®n de 1983, a¨²n cobr¨® m¨¢s resonancia. La c¨¦lebre quilla con aletas que el dise?ador Ben Lexcen incorpor¨® al Australia II, el barco patrocinado por el multimillonario Alan Bond, fue determinante en la primera derrota de un velero norteamericano en la historia de la regata. R¨ªos de tinta se escribieron sobre el famoso ap¨¦ndice. El caso es que Bond, empe?ado en arrebatarle el trofeo a los americanos, se sali¨® con la suya al cuarto intento -fracas¨® con el Southern Cross en 1974; y con los Australia I y II en las ediciones de 1977 y 1980-. Cont¨® Lexcen en su d¨ªa que durante varios a?os hizo pruebas con su invento, un artilugio que reduc¨ªa los remolinos que se forman en torno a la quilla, mejoraba la maniobrabilidad del barco y aumentaba su velocidad. Bond no repar¨® en gastos durante el proceso de dise?o y construcci¨®n del Australia II. Lexcen invirti¨® m¨¢s de 300.000 euros en unos ensayos realizados en un centro de pruebas ubicado en Holanda, donde el dise?ador pas¨® seis meses. Con veleros de 10 metros de eslora, prob¨® su invento. Fue en Holanda donde Lexcen se convenci¨® de que el artilugio desarrollado funcionaba. La consigna era entonces clara: mantener el tesoro en secreto. La tarea no fue sencilla. Un submarinista canadiense fue detenido tras fotografiar la quilla bajo el agua. La prensa norteamericana public¨® la foto del ap¨¦ndice d¨ªas antes de la ¨²ltima y decisiva regata que le enfrent¨® al defensor, el Liberty patroneado por Dennis Conner. Pero nada impidi¨® que el Australia II acabara con el reinado de los Estados Unidos. En 1987, Conner recuperaba para los americanos el trofeo con el Stars & Stripes.
- Los osados italianos. La legendaria regata ha sido siempre un asunto dirimido entre anglosajones. Americanos contra brit¨¢nicos, australianos o neozelandeses. Por eso, cuando Il Moro de Venezia, italiano, se gan¨® el derecho a disputarle el t¨ªtulo al Am¨¦rica 3, en 1992, fue todo un acontecimiento. Era la primera vez que un barco de la Europa continental llegaba tan lejos. Fue tras la pol¨¦mica edici¨®n de 1988, que supuso un punto de inflexi¨®n en la competici¨®n. A partir de ah¨ª, tras el triunfo del catamar¨¢n patroneado por Dennis Conner, se establecieron nuevas normas que afectaron sobre todo al dise?o de los barcos. Todo para evitar que la competici¨®n perdiera su prestigio.
El industrial italiano Ra¨²l Gardini lanz¨® un proyecto ganador sustentado en los millones desembolsados por el imperio Ferruzzi-Montedison. En Italia se desat¨® la euforia. O mejor, la Moroman¨ªa, como la prensa transalpina defini¨® el fen¨®meno. Hasta el fallecido Gianni Agnelli, patr¨®n de la empresa automovil¨ªstica Fiat, celebr¨® la gesta del velero italiano: "Nosotros fuimos un poco los pioneros, ya que iniciamos el camino que el Moro ha concluido ahora con todos los honores". Agnelli se refer¨ªa a la embarcaci¨®n que ¨¦l mismo patrocin¨® en 1983, el Azurra, que cay¨® en las semifinales de los retadores.
Para desconsuelo de Italia, el rival del Moro, el poderoso Am¨¦rica 3 financiado por el magnate Bill Koch, hab¨ªa echado el resto: contrat¨® un equipo de 200 t¨¦cnicos y se gast¨® 70 millones de d¨®lares en cuatro cascos, siete palos, nueve quillas y cientos de velas. El Am¨¦rica 3, patroneado por Buddy Melges, no hizo otra cosa que cumplir con los pron¨®sticos. Gan¨® en aguas de San Diego (EEUU). Koch fue lanzado al mar y ba?ado con champ¨¢n cuando su barco atrac¨® tras ganar la quinta y decisiva etapa.
Ocho a?os m¨¢s tarde, en 2000, otra embarcaci¨®n italiana, Luna Rossa, volv¨ªa a convulsionar el pa¨ªs transalpino. Patrocinado por la empresa textil Prada, el Luna Rossa se impuso en la Copa Louis Vuitton, que enfrenta a todos los desafiantes. Por primera vez en los 149 a?os de la Copa del Am¨¦rica, ¨¦sta se celebr¨® sin ning¨²n velero norteamericano, pues el otro finalista fue el Black Magic neozeland¨¦s, ganador en 1995. Prada invirti¨® 10.000 millones de pesetas en tecnolog¨ªa y en contratar a una experta tripulaci¨®n
La historia se repiti¨®. Los rotativos italianos recurrieron a los adjetivos superlativos para celebrar la victoria en la Louis Vuitton del Luna Rossa, patroneado por Francesco de Angelis. "El triunfo m¨¢gico del barco m¨¢s bello"; "Noche de leyenda, la victoria de Luna Rossa", titularon los diarios. El delirio se desat¨®. La Europa continental ten¨ªa un s¨®lido aspirante al trofeo m¨¢s antiguo de la vela.
Pero el sue?o se desvaneci¨® en cuanto ambos barcos se metieron de lleno en las regatas decisivas. Alguien hab¨ªa insinuado que la pericia de las tripulaciones ser¨ªa vital; o sea, que el dise?o de los barcos, su ligereza, desempe?ar¨ªa un papel menor. As¨ª fue. La experiencia del patr¨®n del Black Magic, el australiano Russell Coutts, ya ganador en 1995, destroz¨® a los osados italianos, impotentes ante la superioridad neozelandesa.
- La defecci¨®n de Russell Coutts. Escenario donde confluyen caprichos de multimillonarios, egos y vanidades, la Copa del Am¨¦rica atrae a poderosos magnates aficionados a la vela, quienes se fijan un ¨²nico objetivo: ganar la competici¨®n al precio que sea. El abanico se ha abierto en los ¨²ltimos a?os. Cualquier pa¨ªs, aunque no tenga mar, como Suiza, opta al trofeo si toca las teclas apropiadas. Esto ocurri¨® en la ¨²ltima edici¨®n, celebrada este a?o en aguas de Auckland. El Alinghi, un barco patrocinado por la 31? fortuna mundial, el multimillonario suizo de origen italiano Ernesto Bertarelli, due?o del grupo farmac¨¦utico Serono, se impuso al NZL 82 neozeland¨¦s. Con sus cinco aplastantes victorias, el Alinghi se convert¨ªa en el primer barco europeo en ganar la regata. Un velero construido con capital suizo pero impulsado por tripulaci¨®n neozelandesa, ¨¦sta fichada a golpe de talonario. La ley de la oferta y la demanda irrumpi¨® en la vela ante la contrariedad de los puristas, partidarios de la lealtad al propio pa¨ªs. Russell Coutts; su t¨¢ctico, Brad Butterworth y dos tercios de la tripulaci¨®n, adem¨¢s de dise?adores e ingenieros del Black Magic, ganador en 1995 y 2000, se dejaron tentar por los millones suizos. Con ¨¦xito.
- Muerte en el Amazonas. Una luctuosa noticia conmocion¨® al mundo de la vela el 7 de diciembre de 2001: Sir Peter Blake, el marinero que logr¨® arrebatar en 1995 la Copa del Am¨¦rica a Estados Unidos, fue asesinado por unos bandidos cerca de la desembocadura del Amazonas. Alejado ya de las regatas, Blake se dedic¨® a las expediciones y a la conservaci¨®n de la naturaleza. Bajo el patrocinio del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el ex regatista, cient¨ªfico y explorador se hab¨ªa dirigido a la Amazonia, donde iba a trabajar en los ecosistemas de aquella regi¨®n, riqu¨ªsima en recursos naturales. Blake atrac¨® su barco, el Seamaster, en Puerto Santana, al norte de Brasil. Cuatro piratas del r¨ªo, conocidos como las Ratas del agua, abordaron la embarcaci¨®n con el rostro cubierto y le mataron en el acto. El marinero neozeland¨¦s muri¨® a causa de los disparos recibidos. Un abrupto final para un hombre que forj¨® su leyenda en las regatas m¨¢s competitivas: en 1990 gan¨® la Vuelta al Mundo con el Steinlager. Luego, en la Copa del Am¨¦rica derrot¨® a otro mito, el americano Dennis Conner, a quien humillo en 1995. Cinco a?os despu¨¦s, revalid¨® el triunfo ante el Luna Rossa en Auckland.
- Las lobas de mar. La regata m¨¢s prestigiosa fue hasta hace poco un coto vedado a las mujeres. La irrupci¨®n de ¨¦stas en la vela alcanz¨® su momento culminante en la edici¨®n de 1995, disputada en San Diego. Patrocinado por el magnate Bill Koch, el Am¨¦rica 3 fue la primera embarcaci¨®n cuya tripulaci¨®n estaba formada ¨ªntegramente por mujeres procedentes de diversos deportes. El grupo era abigarrado: regatistas, remeras o levantadoras de pesas. Cientos de deportistas se presentaron a las pruebas de selecci¨®n. Su papel fue dign¨ªsimo, jug¨¢ndose incluso el torneo previo a la final ante el Young Am¨¦rica de Dennis Conner, que finalmente se gan¨® el derecho a disputar las etapas decisivas. El Am¨¦rica 3 fue la nota llamativa de una edici¨®n que cerr¨® la persiana con la segunda derrota de un barco estadounidense en la historia de la prueba.
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