Sencillamente Brendel
No llega a medio siglo la distancia que existe entre la Sonata en la mayor K331, apodada Alla turca (1778), de Mozart, y la Sonata n¨²mero 17 en do mayor D840, Inacabada (1825), de Schubert, obras extremas en el tiempo del programa que Alfred Brendel eligi¨® para su actuaci¨®n anteayer en la sala grande del Auditorio Nacional de Madrid. Entre ellas, claro, Beethoven: en la peque?a forma y en la gran forma, desde una selecci¨®n de bagatelas y rond¨®s hasta la Sonata n¨²mero 11 en si bemol mayor, tambi¨¦n con un notable arco de tiempo significativo de por medio entre las piezas m¨¢s alejadas (1796-1824).
El aroma profundamente vien¨¦s de ese periodo se manifiesta, gracias a Brendel, con sustanciales diferencias. Quiero decir que Mozart suena a Mozart, Beethoven a Beethoven y Schubert a Schubert. Y todo ello con una admirable naturalidad, sin renunciar al, como dir¨ªa Charles Rosen, "estilo cl¨¢sico", aunque mostrando, incluso con cierta dimensi¨®n did¨¢ctica, las evoluciones fundamentales existentes. Brendel responde a la est¨¦tica musical de un tiempo y un lugar con una intensificaci¨®n en primer plano de la belleza sonora. Sus versiones son primorosas, desde luego, pero lo son sobre todo por la transparencia y sencillez con las que son abordadas. Al refinamiento de la tradici¨®n se superpone un virtuosismo tan sabio como humilde. La sensaci¨®n de autenticidad acaba as¨ª por imponerse. Y, si me apuran, hasta de familiaridad.
Ciclo de Grandes Int¨¦rpretes
Alfred Brendel (piano). Obras de Beethoven, Mozart y Schubert. Organizado por Fundaci¨®n Scherzo y patrocinado por EL PA?S. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de noviembre.
El hechizo de la interpretaci¨®n hace el resto. A la ligereza y elegancia de su Mozart o a la carga evocadora de su Schubert se uni¨® un Beethoven dif¨ªcilmente igualable, tanto en las travesuras de las peque?as piezas como en la densidad de la sonata. Es un Beethoven tan reflexivo como espont¨¢neo, tan t¨¦cnicamente apabullante como leve de ejecuci¨®n. Es un Beethoven, adem¨¢s, con un gran poder de fascinaci¨®n por su modernidad. Una modernidad que en ning¨²n momento renuncia a las ra¨ªces.
Ni un solo ataque de tos se produjo en el p¨²blico entre el Adagio con molt'espressione y el Tempo di menuetto de la sonata beethoveniana, por ejemplo, o entre este ¨²ltimo movimiento y el Rond¨®. La comunicaci¨®n entre el artista y la sala fue total. Despu¨¦s de la bagatela ofrecida como propina, el pianista moravo puso al p¨²blico en pie. Brendel se hace querer, desde luego. Los aficionados madrile?os est¨¢n a gusto con ¨¦l. Seg¨²n todos los indicios, es un sentimiento correspondido.
Babelia
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