Unas regatas que dan toda la ventaja al PP
No es posible soslayar un acontecimiento tan eminente como la reciente adjudicaci¨®n, y poco menos que conquista, de la Copa del Am¨¦rica. Es el asunto de los d¨ªas y de casi todos los cen¨¢culos valencianos de cualquier obediencia, e incluso de ninguna. Con una novedad a?adida: el vecindario se ha identificado tan r¨¢pidamente con la euforia del suceso que algunos tipos de secano ya sorprenden con un lenguaje veteado con jerga de las gentes de la mar. Tan es as¨ª que, si bien resulta por ahora aventurado pensar que esta historia acabe felizmente, s¨ª es seguro que muchos ciudadanos, ajenos y ayunos hasta ahora del universo n¨¢utico, sepan muy pronto describir el aparejo de un barco y las generales en el arte de navegar. Tal es la conmoci¨®n provocada por el singular episodio.
El fen¨®meno no se nutre ¨²nicamente de ingenuidad y sano entusiasmo. Los m¨¢s despabilados ya se han movilizado para garantizarse su porci¨®n del pastel. Sabemos de restauradores que ampl¨ªan el negocio en las inmediaciones del puerto, espabilados que apalabran apartamentos de lujo ante la perspectiva de una clientela abundante, rumbosa y exigente, por no hablar de fulanos que, zoquetes tanto en valenciano como en castellano, se aplican a estudiar ingl¨¦s, en previsi¨®n de no se sabe qu¨¦ tratos o negocios ha de depararles el man¨¢ inminente. De las ingentes operaciones urban¨ªsticas y otras de tanto o m¨¢s alto bordo ya nos ilustran los cronistas que se han convertido en heraldos del acontecimiento.
En contrapunto, no faltan aprensivos que eval¨²an el coste que habr¨¢n de asumir por la previsible sacudida de los precios. Conjeturan que tanta opulencia sobrevenida como se nos promete no puede sino traducirse en la subida de casi todo, especialmente para cuantos quedan al margen del fest¨ªn. Desde los alquileres de viviendas hasta de las copas en el bar, pasando por las vituallas de calidad y numerosos servicios, incluidos los del mercado del sexo. Es, por lo visto, la otra cara del progreso, la tarifa que impone el quitarse de encima el pelo de la dehesa que nos ha puesto esa horda de ineptos que atribuye a este fasto mar¨ªtimo deportivo la virtud de haber puesto Valencia en el mapa del mundo. Una met¨¢fora facilona que no oculta la procelosa ignorancia hist¨®rica de sus autores.
Pero de toda la r¨²brica de presuntos damnificados que configuran el env¨¦s de la gloria, los perdedores mayores, confirmados y poco menos que irredentos durante un par de lustros, como m¨ªnimo, son los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n y sus respectivas clientelas en el Pa¨ªs Valenciano. A ver qui¨¦n es el l¨ªder, siglas o programa que cuestiona o sombrea la preeminencia del PP, de la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, o la del equipo gobernante de la autonom¨ªa que, por primera vez desde su toma su posesi¨®n, no ha sentido sobre su pescuezo en estas recientes celebraciones el resuello del ministro portavoz, Eduardo Zaplana. Acaban de cobrar un gordo de Navidad anticipado con efectos prolongados para un decenio.
Cierto es que queda un largo camino por recorrer, siendo ingentes las cifras a invertir y las obras a realizar con el apremio de las fechas y las fiscalizaciones. Puede en adelante cometerse errores insospechados y de imprevisible gravedad, con la consiguiente secuela pol¨ªtica. Pero, por lo pronto, ya nadie puede minusvalorar el arrojo de los promotores del evento, el eficaz tino que han mostrado movilizando amparos y patrocinios del m¨¢s alto rango y, sobre todo, ejecutando el proyecto con una discreci¨®n ins¨®lita por estos pagos. Signos indudables de una firme resoluci¨®n al tiempo que de una madurez inesperada. Al parecer, aquella no lejana pretensi¨®n chapucera y frustrada de captar para Valencia la capitalidad cultural de Europa fue una experiencia aleccionadora.
Hay pues que rendirse a las evidencias y aplazar las inquinas partidarias o personales. Esta regata match race -un barco contra otro- (conviene ponerse al d¨ªa) preliminar la ha ganado el Partido Popular, que en realidad ha navegado solo, aunque exhibiendo su capacidad de maniobra. Es su m¨¦rito y su dividendo. El env¨¦s de la proeza es que deje sin resuello pol¨ªtico durante demasiado tiempo a la alternativa de gobierno. Un PP vitalicio ser¨ªa tanto como ahogarnos en un mar de desesperanza en el cambio democr¨¢ticamente higi¨¦nico.
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