Bush ha perdido la guerra en Irak
Cada d¨ªa, la lista de muertos se alarga en Irak. ?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª? Al principio hubo la mentira de Estado. Estados Unidos y sus aliados (principalmente los Gobiernos de Gran Breta?a y Espa?a) quisieron manipular al mundo al hacer creer que Irak dispon¨ªa de "armas de destrucci¨®n masiva". Los inspectores de la ONU enviados a Irak no encontraron nada. En consecuencia, el Consejo de Seguridad se neg¨® a avalar la guerra que Estados Unidos quer¨ªa desencadenar. ?ste no lo tuvo en cuenta. Con Gran Breta?a, ha violado la legalidad internacional, pisoteado a la ONU y despreciado a la opini¨®n p¨²blica mundial que clamaba su rechazo a la guerra. Desde entonces, Espa?a ha pagado con muertos su participaci¨®n en esta agresi¨®n, al igual que Italia, Gran Breta?a y todos los dem¨¢s. Mientras tanto, Estados Unidos se ha apoderado de las riquezas de Irak, incluida una parte de aquellas que, situadas en las cuentas del embargo de la ONU en el marco del programa Petr¨®leo por Alimentos, sirven para paliar las necesidades elementales de los iraqu¨ªes: en efecto, Estados Unidos solicit¨® el pago de dichos fondos, alegando la necesaria "reconstrucci¨®n de Irak", sin que su utilizaci¨®n pueda ser objeto de ning¨²n control. Han "asegurado" los pozos petrol¨ªferos; han ofrecido a las compa?¨ªas privadas el "mercado" iraqu¨ª: carreteras, puentes, edificios, materiales de toda clase, licencia de telecomunicaciones, todo est¨¢ entre sus manos. Las empresas estadounidenses que se reparten el bot¨ªn de la "reconstrucci¨®n", por el momento 8.000 millones de d¨®lares, pertenecen, seg¨²n la periodista estadounidense Rosa Townsend, a una verdadera "fraternidad", una especie de logia oculta cuyas conexiones con el Gobierno de Bush son sumamente estrechas. La m¨¢s importante es la Science Application Internacional Corporation (SAIC). Tambi¨¦n es la m¨¢s misteriosa: todos sus contratos son secretos. Trabaja con el Pent¨¢gono, la CIA y otros organismos de seguridad. Esta compa?¨ªa secreta ha obtenido de Donald Rumsfeld el contrato para proponer un "Gobierno y una Administraci¨®n" en Irak, la creaci¨®n de una red de medios de comunicaci¨®n de masas, el entrenamiento del ej¨¦rcito y otros muchos proyectos mantenidos en secreto. Esta empresa, como muchas de aquellas que han obtenido contratos "iraqu¨ªes", contribuye a financiar, claro est¨¢, la campa?a electoral de los republicanos y de Bush. Este rapto de la ocupaci¨®n por las empresas privadas estadounidenses ofusca hasta a los servidores m¨¢s d¨®ciles de EE UU: algunos medios empresariales brit¨¢nicos protestan ante tama?a voracidad. Pero Bush, Cheney y Rumsfeld son los amos. Y se sirven.
Se analice como se analice la cuesti¨®n, siempre se llega a la misma conclusi¨®n: se trata realmente de una invasi¨®n colonial enmascarada, como en el siglo XIX, con la ret¨®rica de la defensa de la civilizaci¨®n. A ello se a?ade hoy, para parecer moderno, los derechos humanos frente al malvado Sadam Husein. El m¨¦todo es el mismo: establecimiento de un poder iraqu¨ª fantoche, formado por hombres transportados en los furgones del ej¨¦rcito estadounidense. Y estos hombres, al ser ileg¨ªtimos, viven en el terror, a la sombra de una protecci¨®n estadounidense cada vez m¨¢s incierta. Incapaces de gobernar, recurren a la corrupci¨®n, tratan de dividir las confesiones, pero lo ¨²nico que consiguen es oponerse unos a otros. El resultado es que el pueblo iraqu¨ª, que no llor¨® el final del r¨¦gimen de Sadam Husein, no cree en EE UU. Esto es lo m¨¢s importante: los iraqu¨ªes se han vuelto r¨¢pidamente, mucho m¨¢s r¨¢pido de lo previsto, contra los estadounidenses. Y en un periodo de seis meses se ha formado la resistencia. Nadie sabe qui¨¦n la compone, c¨®mo funciona, cu¨¢ndo va a golpear, pero todo el mundo comprende lo que quiere: la marcha de las tropas de ocupaci¨®n. Irak no es Bosnia, ni Afganist¨¢n, ni Palestina. Irak es una naci¨®n que tiene una vida propia, m¨¢s all¨¢ de las etnias y de las confesiones que la componen. Es el sentimiento nacional iraqu¨ª el que ha sido humillado. Es ¨¦l quien se venga ahora. Entre "una democracia" bajo ocupaci¨®n extranjera y su dignidad nacional, al parecer los iraqu¨ªes han elegido. Es la principal victoria de los adversarios de la invasi¨®n anglo-estadounidense. Es tambi¨¦n una victoria para Sadam Husein, que, transformado en guerrillero invisible, se reconstruye un destino de liberador. Pero, ?qui¨¦n es el responsable, salvo el propio Estados Unidos?
Estados Unidos no conoce el mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n. Lo ve a trav¨¦s de la sumisi¨®n consentidora de los reg¨ªmenes ¨¢rabes, no comprende que en Bagdad, en Basora o en Nasiriya, todos los pueblos musulmanes aplauden los atentados, se alegran de las explosiones y aguardan con j¨²bilo el recuento de las pr¨®ximas v¨ªctimas. No se viola impunemente el derecho internacional. En EE UU ya se habla francamente del "atolladero" iraqu¨ª. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, habla de una guerra larga. La CIA, en un informe secreto, del que se publicaron algunos extractos el 12 de noviembre en el Philadelphia Inquirer, confirma que la situaci¨®n es muy grave para las tropas de ocupaci¨®n: decenas de miles de iraqu¨ªes se han unido a la resistencia, toda acci¨®n de envergadura del ej¨¦rcito de ocupaci¨®n genera un rechazo por parte de la poblaci¨®n, las fronteras son imposibles de controlar y los combatientes llegan de todas partes. Irak se ha convertido en un territorio de fusi¨®n entre nacionalistas laicos, baazistas e islamistas (integristas o no). Es la alianza entre la naci¨®n y la religi¨®n. Desde comienzos del siglo XX, nadie en el mundo ¨¢rabe hab¨ªa conseguido unir estas dos corrientes; Estados Unidos lo logra. Ha conseguido unir contra s¨ª mismo a unos adversarios a los que todo opon¨ªa desde hace d¨¦cadas.
La guerra, que no tuvo lugar cuando los estadounidenses bombardeaban desde sus aviones, ha comenzado ahora en tierra. Los iraqu¨ªes se pegan a las tropas de ocupaci¨®n, les "cogen por la cintura". Los aviones son impotentes. Ya han muerto muchos j¨®venes soldados inocentes, y otros correr¨¢n la misma suerte. La moral de los ocupantes est¨¢ en el punto m¨¢s bajo. Se producen deserciones. Pero los Gobiernos de ocupaci¨®n prosiguen, como de costumbre, haciendo creer que ganar¨¢n, olvidando la muerte, cada d¨ªa, de sus ciudadanos. Pero la trampa ya se ha cerrado sobre el Gobierno de Bush. Las pr¨®ximas elecciones presidenciales no parecen muy prometedoras. Bush cre¨ªa presentarse como "libertador" de Irak, como h¨¦roe de la seguridad y la paz internacionales, pero en realidad interpretar¨¢ el papel de perro apaleado. La salida que ha encontrado, queconsiste en preparar la devoluci¨®n del poder a los iraqu¨ªes, es decir, a 'sus' iraqu¨ªes, antes de junio de 2004 es una cortina de humo. No tendr¨¢ m¨¢s ¨¦xito que sus otros intentos. Es demasiado tarde: los estadounidenses no pueden transmitir ninguna fuerza pol¨ªtica cre¨ªble ya que todo lo que procede de ellos adolece de ilegitimidad cong¨¦nita en opini¨®n de una parte cada vez mayor de la poblaci¨®n. La prueba est¨¢ all¨ª: los estadounidenses han perdido la guerra que provocaron al violar la legalidad internacional. Nadie en Irak aceptar¨¢ una soluci¨®n que proceda de EE UU o de sus aliados. Y si algunos la aceptasen, siempre habr¨¢ suficientes grupos para oponerse a ella. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil de afrontar es lo que vendr¨¢ despu¨¦s de la derrota estadounidense: la victoria ineludible de una coalici¨®n isl¨¢mico-nacionalista en Irak, cuyo ejemplo ser¨¢ temible para toda la regi¨®n, en especial para Oriente Pr¨®ximo y el Asia musulmana. Arabia Saud¨ª, Jordania, Palestina, Siria y Egipto se ver¨¢n afectadas. Ser¨¢ una onda de choque devastadora que estructurar¨¢ la oposici¨®n a EE UU durante al menos una generaci¨®n. Y esta coalici¨®n isl¨¢mico-nacionalista se convertir¨¢ en una soluci¨®n ineludible para los propios iraqu¨ªes: ser¨¢ la ¨²nica forma de evitar una guerra civil generalizada. Los estadounidenses recurren hoy, fuera de la ONU, a la comunidad internacional. Pero s¨®lo la ONU, dotada de un mandato claro, puede actuar. Deben respetarse tres condiciones. En primer lugar, EE UU y sus aliados deben retirarse militarmente. Mientras permanezcan all¨ª no habr¨¢ paz. Deben ante todo someter sus tropas a un mando de la ONU. En segundo lugar, deben aceptar, ya mismo, el establecimiento de un gobierno provisional que represente todas las sensibilidades iraqu¨ªes. Este gobierno debe ser representativo, lo que implica que los baazistas deben formar parte de ¨¦l. En tercer lugar, las principales potencias mundiales representadas en el Consejo de Seguridad deben hacerse cargo de la cuesti¨®n iraqu¨ª y obligar a Bush, antes de las elecciones presidenciales, a someterse a la legalidad internacional. Har¨¢n por fin lo que no pudieron hacer en abril de 2002. Har¨¢n triunfar la ley internacional. Y esto implica que los pa¨ªses ocupantes asuman sus responsabilidades: han invadido Irak y deben pagar econ¨®micamente la reconstrucci¨®n. Los estadounidenses pueden tambi¨¦n, a costa de grandes p¨¦rdidas, permanecer en Irak como en Vietnam, donde se quedaron hasta 1975, aunque la guerra estuviera perdida desde 1965. En Irak tambi¨¦n han perdido ya. El papel de la ONU es ayudarles a marcharse r¨¢pidamente: los civiles iraqu¨ªes son los que pagan; lo que est¨¢ en juego es la estabilidad regional. Lo mejor ser¨ªa que el pueblo estadounidense librase al mundo del equipo de Bush en las pr¨®ximas elecciones. Pero lo mejor no siempre es posible. S¨®lo una actitud firme por parte de los que se opusieron a la guerra puede obligar a Bush a revisar sus planes. Irak ya no es una cuesti¨®n del todo estadounidense. Hay que ayudar al pueblo iraqu¨ª a encontrar una soluci¨®n iraqu¨ª a la tormenta en la que lo han sumido Bush y sus secuaces.
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