Una Constituci¨®n por reformar
?Que c¨®mo ve el Bloc Nacionalista Valenci¨¤ este aniversario pol¨ªtico? Celebrar con satisfacci¨®n este cuarto de siglo de vigencia constitucional, el m¨¢s largo de la historia pol¨ªtica de Espa?a, sin recordar lo que se hecha en falta, es hacerle un flaco favor al sentimiento de orgullo que es justo tener y manifestar. Pues la Constituci¨®n ha logrado resolver los grandes problemas hist¨®ricos de Espa?a y, a los 25 a?os de su promulgaci¨®n, ha consolidado sus l¨ªneas maestras en los ¨¢mbitos esenciales de las libertades individuales, la democracia, los derechos ciudadanos y el funcionamiento de las instituciones pol¨ªticas. Ciertamente, ha resuelto todos los grandes problemas, menos la organizaci¨®n territorial del Estado.
Es evidente que el principio de autonom¨ªa territorial, reconocido por la Constituci¨®n de 1978, ha impulsado una transformaci¨®n tan notable del Estado que puede resumirse con toda rotundidad en el siguiente argumento: Espa?a era hace veinticinco a?os el Estado m¨¢s centralista de Europa sin duda alguna, y actualmente es uno de los m¨¢s descentralizados. El poder pol¨ªtico de las 17 Comunidades Aut¨®nomas que conforman nuestro Estado puede compararse perfectamente con el que poseen los Estados miembros de una Rep¨²blica Federal, como por ejemplo los L?nder alemanes y, desde luego, muy superior al que tienen las regiones italianas o francesas.
Pero este mismo proceso de descentralizaci¨®n territorial ha generado la necesidad de resolver la articulaci¨®n del conjunto del Estado Auton¨®mico. Para que nos entendamos, el sistema equivale a una carroza tirada por 18 caballos -el Estado Central y 17 CC AA-. Si no existen instrumentos para que avancen en una direcci¨®n com¨²n, la carroza acabar¨¢ volcando. En ese trance, nadie puede negar la necesidad de organizar las relaciones entre las autonom¨ªas y de ¨¦stas con el estado, en un sistema con 18 centros de poder; ambos -Estado Central y CCAA- con competencias exclusivas y con capacidad de legislar sobre ellas en algunas de las autonom¨ªas. Situaci¨®n esta inexistente al redactarse la Constituci¨®n en el a?o 1978.
Los mecanismos m¨¢s eficaces para las relaciones intergubernamentales en los federalismos europeos, al que se asimila el sistema auton¨®mico espa?ol, o no existen, o no funcionan en Espa?a. Especialmente, en el Senado, que se ha revelado muy poco ¨²til para encauzar el di¨¢logo entre las autonom¨ªas y el Estado. Hoy, los contenciosos entre ambos, o entre ellas, o acaban sentenciados en el Tribunal Constitucional, o se aburren en las comisiones ministeriales, o en "bronca" entre vecinos aireadas en titulares de prensa.
Las pol¨¦micas entre presidentes auton¨®micos sobre financiaci¨®n, trasvases, grandes infraestructuras, o sobre la reforma del propio Estado Auton¨®mico, carecen de una instancia de debate, di¨¢logo y negociaci¨®n como es, por ejemplo, el Bundesrat alem¨¢n. Especialmente, cuando las 17 autonom¨ªas funcionan razonablemente bien, consideradas por separado, pero carecen de los instrumentos constitucionales que permitan funcionar al Estado como conjunto.
Con la satisfacci¨®n que produce contar con un buen texto legal, es comprensible la necesidad de avanzar en los instrumentos que faciliten la mejora legal del Estado Auton¨®mico, una de nuestras grandes conquistas constitucionales. La reforma del Senado, transformando un vetusto club ingl¨¦s en una verdadera C¨¢mara territorial al estilo del Busdesrat, impulsar¨ªa las relaciones horizontales entre las CC AA, determinar¨ªa su grado de participaci¨®n en la delegaci¨®n espa?ola ante la Uni¨®n Europea, participar¨ªa en el nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional y trasladar¨ªa, en general, la posici¨®n de las autonom¨ªas sobre las instituciones centrales del Estado. Y un Estado como el que la Constituci¨®n alumbr¨®, esto es, el Auton¨®mico, basado en la multiplicidad de poderes y en el reconocimiento de los hechos diferenciales, o tiene una instancia constitucional donde dirimir sus contenciosos de convivencia pol¨ªtica, o el sistema es insostenible a largo plazo... ?a contar desde cu¨¢ndo?
?sta es la cuesti¨®n. Si queremos salvar el Estado Auton¨®mico nacido en 1978 como punto de partida para la plena recuperaci¨®n de nuestras libertades nacionales, debemos reflexionar en el camino a tomar, rechazando las trampas pol¨ªticas que en ¨¦l aparecen. En efecto, el Gobierno de Espa?a presidido por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha situado cualquier transformaci¨®n del Estado que suponga un avance en la coordinaci¨®n funcional de las CC AA y en la recuperaci¨®n de las libertades pendientes, en un desafi¨® a abatir. Su defensa de la Espa?a Imperial, de matriz castellana, nos puede conducir al abismo pol¨ªtico si persiste en su actitud insolidaria. Pero m¨¢s a¨²n: para Aznar es m¨¢s importante el r¨¦dito electoral que la estabilidad constitucional, criterio compartido a menudo con los dirigentes del PSOE. La tensi¨®n desatada en el Pa¨ªs Vasco, por ejemplo, tiene mucho que ver con esa pretensi¨®n oportunista. Y su precio es la paralizaci¨®n de cualquier justo proceso de reforma constitucional que suponga una ampliaci¨®n de las libertades, especialmente las que benefician a los pueblos de Espa?a.
En este d¨ªa de fiesta y de conmemoraci¨®n de los 25 a?os de una buena Constituci¨®n, levantemos, por tanto, bien alto la bandera de su reforma a la par que la de la lealtad constitucional. Y eso sin renunciar nunca a la defensa de nuestras libertades nacionales. El pueblo valenciano es una naci¨®n. Somos una naci¨®n. Y la Constituci¨®n nos lo debe reconocer. Para ello, los valencianos debemos afrontar las tareas pol¨ªticas pendientes que el Gobierno Valenciano tiene la obligaci¨®n de cumplir. Y eso debemos exig¨ªrselo con fuerza y justicia al PPCV, partido que hoy lo dirige. Necesitamos reformar el Estatuto de Autonom¨ªa para que reconozca nuestra personalidad pol¨ªtica con el reconocimiento de nacionalidad hist¨®rica, que incorpore los derechos ling¨¹¨ªsticos; que prevea la disoluci¨®n anticipada de las Cortes Valencianas por parte del Presidente de la Generalitat Valenciana -requisito formal de la plena competencia pol¨ªtica en las circunstancias actuales-; que corrija la injusticia hist¨®rica de la barrera de exclusi¨®n del 5%; y que corrija el desequilibrio fiscal con el Estado.
Somos una naci¨®n y la Constituci¨®n nos lo debe garantizar a los valencianos. La subalternidad debe acabar. Convocamos a todas las fuerzas pol¨ªticas valencianas a un acuerdo de m¨ªnimos para afrontar la mejora constitucional y estatutaria con el motivo que m¨¢s lo justifica: el acomodo del pueblo valenciano en Espa?a. En paz, el sue?o constitucional de 1978 seria as¨ª logrado. A ello os convoco desde el Bloc Nacionalista Valenci¨¤.
Enric Morera es secretario general del Bloc.
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