Malabarismos y malabaristas
Llega el tercer Bar?a-Madrid del siglo y no hay tiempo para las nostalgias. "Visas oro" contra "tarjeta 6000". "Pago al contado" contra "somos pobres pero honrados". "Centriferia" contra "periferia". Se dicen muchas medias verdades medias mentiras cuando llega un derby. Por la megafon¨ªa radiof¨®nica, televisiva, period¨ªstica, o por la del mismo club, se emiten multitud de rumores que m¨¢s que dulcificar la paz interior la agitan, y si no son rumores inventados parecen sacados del libro de estilo del club Disney. ?Ser¨ªa posible un corro de la patata entre jugadores al saltar al c¨¦sped? Descafeinar un derby con esta "germanor" de opereta es como quitarle la pelota a la escudella o el chorizo al cocido. La ¨¦tica de los Bar?a-Madrid siempre ha sido la ¨¦pica que arrastra. No es una ¨¦pica de botella y mechero a la caza del portugu¨¦s, es la ¨¦pica del grito y la mar gruesa. Se usan en el f¨²tbol muchas frases hechas. El f¨²tbol es as¨ª, el p¨²blico ha sido el jugador n¨²mero doce. En contadas ocasiones la masa del Camp Nou interpreta el rol de jugador n¨²mero 12, el silencio en el campo es tan intenso en 16 de las 19 jornadas ligueras que cala en los huesos de los futbolistas como el m¨¢s paralizante de los relentes. Pero son estos enfrentamientos los que le dan la religiosidad al f¨²tbol, fervor sin el cual ser¨ªa un deporte tan soso como un partido de b¨¦isbol sin pasar por las manos de un montador de cine. Son partidos espirituales. Tu vecino mudo, tu vecina adormecida, tu yo apalancado, se mutan en X-Men versi¨®n pret-¨¤- porter, y Hielo cabecea a la red ante Casillas, Fuego le hace un ca?o a Helguera, y Lobo convierte a Zidane en un jugador vulgar.
Al derby lo pintan desequilibrado. Troya enfrentada a Aquiles, Ayax y Ulises, con los troyanos falcando los portalones para evitar la entrada de los trescientos caballos de Ferraris que te hagan papilla el flanco interior, y, ay de nosotros, con Paris y Elena en poder del enemigo. Y digo lo pintan, porque Ferraris quiz¨¢s no tengamos, pero nuestros coches ni est¨¢n trucados ni han pasado por el tunning, y casi todos dar¨ªan el pego en una boda de alta alcurnia. El problema es que andamos con la psicolog¨ªa en horas bajas con tanto desquilibrio interno y externo, al que se ha sumado Florentino P¨¦rez con el anuncio de que para la pr¨®xima temporada tiene atado a un crack invisible que se ha ofrecido al club blanco con la pasi¨®n de un adolescente enamorado. Un golpe bajo, cuando la situaci¨®n en el Bar?a es inversamente proporcional. Los mercaderes tienen su coraz¨®n pero suelen huir de las mesas de los "pobres pero honrados". Existen soluciones m¨¢s baratas, y por baratas, de resultado incierto. Podr¨ªamos aplicar a nuestro nueve la f¨®rmula blanqueadora Michael Jackson, y en pocos meses tener un sir potencial con pija incorporada. Barcelona es un manantial inagotable de pijos. Puede que el m¨¦todo no resulte, y el invento acabe convirti¨¦ndose en una tercera entrega de la noche de los muertos vivientes. Peores experiencias hemos vivido, y por eso los barcelonistas, acostumbrados a existir entre malabarismos, creemos que siempre nos quedar¨¢ Wembley. Guanyarem!
Daniel V¨¢zquez Sall¨¦s es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.