Una d¨¦cada de autoritarismo en el horizonte
El autor sostiene que la falta de alternativas a Putin conducir¨¢ a un Estado policial controlado por un presidente autoritario y por estructuras militares y de seguridad.
El 7 de diciembre los rusos tendr¨¢n que elegir su Parlamento, la Duma Estatal, compuesta por 450 diputados, de los cuales la mitad se eligen por listas y la otra mitad, por circunscripciones nominales. El asunto en apariencia es serio. Incluso la misma palabra "Duma" (que en ruso significa "pensamiento" y "reflexi¨®n") se diferencia favorablemente de la palabra occidental "Parlamento" (de "parlar" o hablar mucho e insustancialmente). Estar¨ªa bien que fuera as¨ª, pero la historia del parlamentarismo ruso postsovi¨¦tico est¨¢ muy lejos de identificar las actividades del Legislativo con una intensa vida intelectual, sino m¨¢s bien lo contrario.
El trabajo de todas las Dumas elegidas hasta ahora ha sido un modelo de ineficacia y se ha caracterizado por una obtusa resistencia a las reformas promovidas con dificultad por el Ejecutivo, por la imperfecci¨®n de las leyes que se adoptan y tambi¨¦n por el lobismo irrefrenable de una parte de los diputados comprados abierta o encubiertamente.
Lo m¨¢s probable es que en el a?o 2008 el sucesor de Putin sea Putin
Hasta hoy, el Parlamento ruso no ha logrado ser respetado por la mayor¨ªa de los ciudadanos. Los sondeos indican que s¨®lo el 9% de los encuestados cree que la Duma "trabaja activamente y aprueba las resoluciones que Rusia necesita"; un tercio opina que "debate las leyes y decisiones necesarias, pero no puede ponerlas en pr¨¢ctica"; un 37% considera que "se dedica a discusiones innecesarias y a pelearse con el Ejecutivo", y una quinta parte o no sabe o no puede decir nada sobre el trabajo de la Duma.
Sin embargo, pese a estas valoraciones tan poco halagadoras, entre el 55% y el 60% de los encuestados se dispone a participar en las elecciones parlamentarias, aunque s¨®lo del 20% al 25% conf¨ªa en que ¨¦stas pueden mejorar algo en su vida o en la vida del pa¨ªs. La inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n no espera que las elecciones tengan un efecto positivo. Determinar los motivos que inducen a estos grupos pesimistas a acudir a las urnas es bastante dif¨ªcil. Cerca del 10% responde que va a votar por costumbre, mientras que otro 10% ve en ello la ¨²nica posibilidad de mostrar su participaci¨®n en la vida del pa¨ªs. Aproximadamente una cuarta parte de los electores reconoce inclinarse por un partido u otro en funci¨®n de sus simpat¨ªas por su l¨ªder, y s¨®lo el 18% asegura compartir su programa o consignas. El panorama de las elecciones del 7 de diciembre est¨¢ bastante definido. Pas¨® ya la ¨¦poca en que se enfrentaban las fuerzas antirreformistas (el Partido Comunista y el Partido Liberal Democr¨¢tico de Vlad¨ªmir Zhirinovski) con las fuerzas reformistas, que personificaban un avance agitado y ca¨®tico con Bor¨ªs Yeltsin a la cabeza. Pas¨® ya la ¨¦poca en que se decid¨ªa si Rusia avanzaba por la v¨ªa de la reforma o retroced¨ªa al "radiante pasado totalitario". Ya en las elecciones de 1999 los electores votaron por Unidad, por ser ¨¦ste el partido que identificaban con el presidente Vlad¨ªmir Putin. De este modo, en vez de apostar por la sociedad civil, apostaron por el l¨ªder que ha sabido concentrar las esperanzas de los partidarios de una econom¨ªa de mercado liberal y de los patriotas partidarios del imperio, y que ha relegado a los comunistas al papel de una oposici¨®n numerosa pero bastante incapaz en el marco de un Parlamento que obedece al presidente. En las pr¨®ximas elecciones al partido de los seguidores de Putin (que ahora se llama Rusia Unida) le espera un ¨¦xito a¨²n mayor que en las anteriores, donde obtuvo el 23% de los votos, quedando ligeramente por debajo de los comunistas (24%). Seg¨²n los pron¨®sticos, Rusia Unida obtendr¨¢ del 33% al 34% de los votos, y el Partido Comunista, del 26% al 27%. Otro de los partidos en cabeza es el PLD de Zhirinovski, que obtendr¨¢ del 8% al 9% (un 6% en 1999). Su l¨ªder es en esencia la proyecci¨®n en un espejo deformado de la imagen de Putin cuando ¨¦ste se descontrola y comienza a desbarrar. El PLD, por su parte, siempre vota a favor del presidente y, por tanto, puede considerarse como una peculiar filial del principal partido del poder.
El destino de los liberales de derechas se perfila bastante triste. La Uni¨®n de Fuerzas de Derechas y Y¨¢bloko se reducen cada vez m¨¢s a f¨®siles de la ¨¦poca de Yeltsin, en proceso de destrucci¨®n. En el nuevo Parlamento, en el mejor de los casos, la primera conseguir¨¢ del 6% al 7% de los votos (9% en 1999), y el segundo, el 5% (6% en 1999), con lo que no podr¨¢n influir en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs a trav¨¦s del Legislativo. Si, adem¨¢s, se considera la victoria que Rusia Unida obtendr¨¢ en las circunscripciones nominales, la mayor¨ªa pro presidencial tendr¨¢ el paquete de control del Legislativo, lo que le permitir¨¢ introducir enmiendas en la Constituci¨®n, inclusive para prolongar el mandato presidencial. Lo m¨¢s probable es que en el a?o 2008 el sucesor de Putin sea Putin.
Las encuestas reflejan el liderazgo incuestionado del presidente. Los datos de noviembre indican que el 56% votar¨ªa por Putin y el 6%, por su rival inmediato, el l¨ªder comunista Guennadi Ziug¨¢nov. La falta de alternativas al presidente, combinada con una Duma "seudopluripartidista", nos conducir¨¢ hacia un Estado policial controlado por un presidente autoritario y por estructuras militares y de seguridad. Este rumbo obtendr¨¢ un fuerte apoyo y se convertir¨¢ en dominante en Rusia en los pr¨®ximos 10 o 12 a?os. S¨®lo una circunstancia de fuerza mayor pol¨ªtica o econ¨®mica podr¨¢ impedirlo.
En resumen, Rusia retorna paulatinamente a la forma de liderazgo tradicional: instituciones democr¨¢ticas y partidos poco desarrollados y sin autoridad, consentidos indolentemente por la mayor¨ªa con la t¨ªmida esperanza de que con Putin la situaci¨®n al menos no empeorar¨¢. El resultado de las pr¨®ximas parlamentarias y presidenciales supondr¨¢ el fortalecimiento de una clase pol¨ªtica burocr¨¢tica y autoritaria frente a una poblaci¨®n sometida. Esto, sin embargo, no excluye enconados conflictos y enfrentamientos en el interior de esta misma clase, pero eso es otro tema, que toca s¨®lo de forma tangencial el proceso electoral.
Leonid Sedov es soci¨®logo del Centro de Estudio de la Opini¨®n P¨²blica de Rusia-A (CEOPR-A).
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