Apuesta por un Gobierno catalanista de izquierda
Estoy convencido de que lo mejor para el futuro de Catalu?a y Espa?a es que Esquerra Republicana de Catalunya forme parte de un Gobierno catalanista y de izquierda (PSC-ERC-ICV), encabezado por Maragall. No entiendo, de otra parte, por qu¨¦ la presencia de Carod Rovira en el Gobierno de la Generalitat levanta tantas alarmas, salvo que ¨¦stas se alcen con una finalidad manipuladora y oculten otras intenciones. Tiene raz¨®n el l¨ªder de Esquerra cuando se?ala que su partido no naci¨® ayer, sino que tiene una larga trayectoria desde la Segunda Rep¨²blica. Y quiz¨¢ convenga recordar a los desmemoriados que fue partido fiel a la Rep¨²blica hasta el final; un duro competidor de la Lliga -la derecha catalana-, se inclin¨® siempre hacia la colaboraci¨®n con la izquierda; promovi¨® el Estatuto de 1932 y tuvo ministros en el Gobierno de Espa?a, como fue el caso de Llu¨ªs Companys, titular de Marina (junio de 1933) en un Gabinete presidido por Aza?a. Despu¨¦s, dirigentes de Esquerra participaron en los gobiernos de la Rep¨²blica, salvo durante el bienio negro, hasta el positivo papel que Tarradellas jug¨® en colaboraci¨®n con UCD en el inicio de la transici¨®n. Participaci¨®n en los ejecutivos de Espa?a que, por cierto, nunca ha aceptado CiU. Partido ¨¦ste al que hay que reconocer su contribuci¨®n a la gobernabilidad del Estado, sosteniendo al PP en la anterior legislatura y gobernando Catalu?a con los votos de la derecha en la que acaba de finalizar.
Una visi¨®n estrat¨¦gica comporta romper los frentes nacionalistas y abrir una dial¨¦ctica progresista e integradora
As¨ª pues, cuando Rajoy hace aspavientos escandalizados ante una probable colaboraci¨®n entre PSC y ERC, es de un cinismo supino, pues el PP, cuando le ha convenido, ha gobernado con el apoyo del PNV y de CiU, que en t¨¦rminos de "nacionalismo" no lo son menos que ERC -que, por cierto, no se declara partido nacionalista-. Lo que le preocupa a la derecha no es el mayor o menor soberanismo de ERC, sino dos cosas muy concretas: que se forme un Gobierno de izquierda en Catalu?a y que la pr¨®xima Generalitat est¨¦ presidida por Pascual Maragall. ?Acaso es mejor para la cohesi¨®n territorial de Espa?a un Gobierno CiU-ERC? Porque ¨¦stas son las opciones: o un Gobierno de izquierda o uno nacionalista. ?Por qu¨¦ prefiere el PP este segundo, en contradicci¨®n con su supuesta preocupaci¨®n por la unidad de Espa?a? De entrada, porque seguir¨ªa encabezado por el centro-derecha catal¨¢n, con el que coincide en casi todo, en especial en los asuntos econ¨®mico-sociales. Y luego, porque piensa que un Gobierno de "frente nacionalista" en Catalu?a m¨¢s un PNV lanzado a la aventura Ibarretxe en Euskadi, le puede otorgar la mayor¨ªa absoluta en Espa?a, en marzo del 2004, objetivo al que est¨¢ dispuesto a sacrificarlo todo, incluida la estabilidad del conjunto del Estado. Situaci¨®n que no debe interesar a ning¨²n dem¨®crata, y menos si se proclama de la izquierda, como hace ERC. Una visi¨®n estrat¨¦gica comporta romper los frentes nacionalistas, siempre inclinados hacia la derecha, y abrir una dial¨¦ctica progresista e integradora.
Por el contrario, un Gobierno PSC-ERC-ICV sanear¨ªa la pol¨ªtica catalana; ganar¨ªa la Generalitat en consistencia social, que buena falta le hace despu¨¦s de 23 a?os de gobierno CiU; enviar¨ªa a ¨¦ste a la oposici¨®n, lo que es saludable despu¨¦s de tantos a?os en el poder, y abrir¨ªa nuevas perspectivas en el panorama espa?ol. Sin olvidar que un Ejecutivo con esa composici¨®n terminar¨ªa con la idea de que la Generalitat es de unos catalanes, pero no de los otros, integrando a todos en una concepci¨®n ciudadana de Catalu?a.
Creo que el peor escenario posible cara al futuro ser¨ªa una triple mayor¨ªa absoluta de los nacionalismos en Espa?a, Catalu?a y Euskadi. Negativo para todos, pues entronizar¨ªa la tensi¨®n permanente y bloquear¨ªa cualquier soluci¨®n basada en reformas razonables. Mi apuesta es claramente por facilitar que ERC sea una fuerza de gobierno en Catalu?a y luego, en su caso, en Espa?a, como ya lo fue hist¨®ricamente. Lo que s¨®lo es posible en entendimiento con la izquierda catalana y espa?ola. Los l¨ªmites a la colaboraci¨®n deben ser, como siempre, los que establece la propia democracia: el respeto a la Constituci¨®n, el Estatuto y sus procedimientos; la lealtad a lo pactado y el acatamiento a la voluntad pol¨ªtica que vaya se?alando la ciudadan¨ªa. Enarbolar como un espantajo elementos identitarios de los partidos u objetivos de los programas m¨¢ximos para asustar o descalificar no es una pol¨ªtica prudente.
Todos los partidos tienen fundamentos identitarios que no est¨¢n enunciados para convertirse en pol¨ªticas pr¨¢cticas. Siempre he pensado que ser¨ªa una actitud inteligente por parte de los partidos mayoritarios contribuir a que formaciones representativas de las nacionalidades y regiones de Espa?a entren en el ¨¢rea de la gobernabilidad del Estado. Con m¨¢s motivo, desde mi ¨®ptica, si estos partidos se reclaman de la izquierda, pues en ese caso se supone que acentuar¨¢n los valores sociales, el principal de los cuales es el de la solidaridad. Desde este punto de vista, la cohesi¨®n territorial y la cohesi¨®n social son inseparables. Escindir ambos componentes no tiene nada que ver con la izquierda. Es de esperar que no lo olviden los posibles coaligados a la hora de formar Gobierno.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente de la Fundaci¨®n Alternativas.
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