Bush electoral
La proximidad de las elecciones presidenciales en EE UU, para las que restan once meses, est¨¢ amansando a Bush. El equilibrio con cualquier candidato dem¨®crata que pronostican las encuestas est¨¢ resultando m¨¢s eficaz que las cr¨ªticas internas y externas a su gesti¨®n en Irak. El resultado supone un cierto acercamiento hacia posiciones europeas en diversos temas sensibles, tanto de pol¨ªtica exterior como econ¨®mica. En unos pocos d¨ªas, la Administraci¨®n norteamericana ha levantado los aranceles al acero, para evitar una costosa guerra comercial con la UE; ha pedido a la OTAN que estudie ampliar a Irak sus actividades y ha prometido veladamente un papel relevante para la ONU en el pa¨ªs ¨¢rabe. Y el secretario de Estado, Colin Powell, ha recibido -con gran irritaci¨®n de Sharon- a las cabezas visibles de la iniciativa de Ginebra para relanzar el di¨¢logo palestino-israel¨ª.
El giro resulta especialmente evidente en el caso de Irak, donde una realidad incontrolable hace naufragar los id¨ªlicos planes estadounidenses para la posguerra. La Casa Blanca
busca una v¨ªa de escape honorable y compartir con sus socios internacionales el fardo militar y los costos de una ocupaci¨®n que puede tener dram¨¢ticas consecuencias electorales, aunque sea a costa de ceder una parte del mando que ahora ejerce de forma exclusiva. Que Gobiernos tan renuentes como los de Francia o Alemania hayan evitado un no inicial a la propuesta de Powell en Bruselas apunta a la probabilidad de que el verano pr¨®ximo, una vez que EE UU haya traspasado en parte sus poderes a los iraqu¨ªes, la bandera de la OTAN ondee en Bagdad, como lo hace ya en Afganist¨¢n, junto a la de una reforzada ONU.
Es mucho m¨¢s dudoso que un eventual distanciamiento del Gobierno israel¨ª vaya a suponer r¨¦ditos electorales para Bush el a?o que viene. Y lo mismo sucede en el caso del acero, donde la vuelta atr¨¢s presidencial de una decisi¨®n adoptada hace casi dos a?os puede acarrear represalias en las urnas contra los republicanos por parte de los Estados acereros. En cualquier caso, estos pasos de Washington tienen en general una lectura positiva a este lado del Atl¨¢ntico, tras una larga etapa de frialdad entre los aliados, y significa una cierta matizaci¨®n multilateralista al unilateralismo de esta Administraci¨®n. A pocos les puede caber duda de que una aproximaci¨®n real entre EE UU y la UE a prop¨®sito de temas tan cruciales como Irak o el conflicto palestino-israel¨ª redundar¨ªa en una mayor seguridad y estabilidad internacionales.
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