Tr¨¢mite bajo la lluvia
El Madrid se permite empatar con el Oporto en un partido lastrado por el agua
El Madrid cumpli¨® con el tr¨¢mite y cerr¨® la primera fase sin problemas. El empate frente al Oporto no tuvo otra historia que confirmar su primer puesto en el grupo, con las ventajas que de eso se derivan en la pr¨®xima ronda. El temprano gol de Solari, tras una excelente jugada de Zidane, Figo y Ronaldo, evit¨® cualquier emoci¨®n al partido. El Oporto se resign¨® a su suerte y acept¨® una noche rutinaria, sin ning¨²n detalle para recordar.
Todos los elementos conspiraron contra el f¨²tbol en el Bernab¨¦u. Una cortina de agua se abati¨® sobre el campo, que se convirti¨® en el primer enemigo de la pelota. Aunque el drenaje es estupendo, el diluvio fue imponente. No hab¨ªa manera de precisar los pases, de garantizar la continuidad en el juego, algo que siempre interesa a los equipos que prefieren el juego corto. El partido tampoco ten¨ªa rango de decisivo. Todo lo contrario. Era el t¨ªpico encuentro sin poder de convocatoria para los jugadores y para el p¨²blico. Casi result¨® sorprendente la respuesta de la hinchada. Media entrada en el Bernab¨¦u en esas condiciones es m¨¢s de lo que se pod¨ªa esperar.
REAL MADRID 1 - OPORTO 1
Real Madrid: C¨¦sar; Salgado, Pav¨®n, Ra¨²l Bravo, Roberto Carlos; Borja (Jordi, m. 89), Cambiasso; Figo (Mi?ambres, m. 46), Zidane, Solari; y Ronaldo (Portillo, m. 46).
Oporto: V¨ªtor Baia; Ferreira, Carvalho, Emanuel, Ricardo Costa; Costonha, Mendes, Deco, Alenitchev (Bosingwa, m. 80); Derlei (Moraes, m. 93) y Jankauskas (Almeida, m. 74).
Goles: 1-0. M. 9. Tras un saque de banda en la derecha, Zidane cede de tac¨®n a Figo, que progresa y env¨ªa a Ronaldo, quien deja pasar el bal¨®n para que Solari, entrando por la izquierda, marque por bajo.
1-1. M. 35. Derlei transforma un penalti cometido por Salgado sobre Deco.
?rbitro: Stephen Bennet (ingl¨¦s). Amonest¨® a Costinha.
Unos 40.000 espectadores en el Bernab¨¦u. En el minuto 57, un espont¨¢neo se encaden¨® al poste de una de las porter¨ªa con una camiseta en la que pod¨ªa leerse: "Pido justicia. Reclamo mi herencia al Vaticano".
El gol de Solari elimin¨® cualquier asomo de pugna entre los equipos. Al Oporto le correspond¨ªa marcar cuatro goles para colocarse en la primera posici¨®n del grupo. El trabajo, naturalmente, era imposible.
Queiroz aline¨® a la mayor¨ªa de sus estrellas. All¨ª estaban Roberto Carlos, Figo, Zidane y Ronaldo, con m¨¢s o menos ganas. Figo estuvo por encima de todos en el primer tiempo. Jug¨® con decisi¨®n, energ¨ªa y buen ojo. En realidad, el Madrid lo dijo todo en la banda derecha, lo bueno y lo malo. Figo fue el mejor del equipo, pero no encontr¨® ayuda en Salgado, que se equivoc¨® como no lo ha hecho en muchos a?os. Inaugur¨® su mala noche con un error y persisti¨® hasta cometer uno de los penaltis m¨¢s absurdos que se recuerdan en Chamart¨ªn. Todo por conducir la pelota en contra de su perfil natural. En lugar de despejarla, la llev¨® alegremente desde el lado derecho del ¨¢rea hasta el izquierdo, perseguido por Deco, que no ve¨ªa la ocasi¨®n de arrebat¨¢rsela. Cuando se la quit¨®, Salgado le trab¨® y le derrib¨®. Deco estaba de frente al grader¨ªo de la Castellana, sin posibilidad alguna de hacer algo decente en la jugada, encantado de recibir la patada en el ¨¢rea. Marc¨® el Oporto y no cambi¨® nada. El Oporto ten¨ªa demasiado Tourmalet que escalar.
El Madrid tampoco pareci¨® muy feliz en el partido. No le falt¨® el punto laborioso, necesario para impedir cualquier aventura al Oporto, pero la noche no convocaba a la imaginaci¨®n. No a la de Zidane, que jug¨® todo el encuentro con cierto desinter¨¦s. Tampoco hubo noticias de Ronaldo. No era una de las citas que el brasile?o marca en rojo. Le sustituy¨® Portillo, cuya eficacia como goleador se ha evaporado esta temporada. Antes aprovechaba los minutos con una extra?a facilidad para anotar goles, algunos de gran importancia, como aqu¨¦l de ¨²ltima hora en Dortmund. Sin los remates de Ronaldo y de Portillo, ni tan siquiera se puso a prueba a V¨ªtor Baia, cuyas extravagancias han costado sonoras derrotas al Oporto en el Bernab¨¦u. No hubo m¨¢s que una lenta espera hasta el final del partido, apenas alterada por un nuevo error de Salgado en su ¨¢rea. Decididamente, no fue el mejor de sus d¨ªas. Poco importaba en una noche sin trascendencia.
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