Sin fe
Me contaba la embajadora brasile?a en Dinamarca que su madre, disidente pol¨ªtica, emigr¨® en los a?os cuarenta a los Estados Unidos. Obligados, como ahora, los emigrantes a rellenar innumerables y absurdos formularios en los que uno ha de especificar su propia raza (los espa?oles creemos ser de "raza blanca" pero somos considerados "hispano-no puertorrique?os"), la madre de la embajadora se enfrent¨® a la pregunta sobre cu¨¢l era la religi¨®n que profesaba. No se?al¨® ninguna. El funcionario acus¨® el vac¨ªo y le pregunt¨® airadamente: "Hay doscientas religiones en la lista, ?y ninguna le parece bien a usted?". La an¨¦cdota es reveladora, desvela que la sociedad norteamericana acepta la pluralidad de cultos. El 11 de septiembre fue una prueba de ello: todos los actos que se celebraban ten¨ªan como objetivo demostrar que hay muchos caminos, y todos valen, para conseguir la vida eterna. Uno, desde luego, quedaba fascinado con esa espiritualidad que emanaban desde la austera campanilla de los monjes tibetanos al Ave Mar¨ªa de Schubert que interpret¨® Pl¨¢cido Domingo. Estabas ya a punto de creer en lo que fuera, cuando ca¨ªas en la cuenta de lo evidente: ?es que los ateos no tienen nada que decir ante lo sucedido? La conclusi¨®n es que es m¨¢s corta la distancia entre dos fieles de distintas religiones que la de un creyente con un ateo. Lo constata el hecho de que en Francia hayan sido capaces de ponerse de acuerdo las religiones jud¨ªa, isl¨¢mica y cat¨®lica para protestar contra la prohibici¨®n de mostrar signos religiosos en lugares p¨²blicos. El debate est¨¢ a a?os luz de lo que sucede en Espa?a, donde los progresistas a¨²n andamos protegiendo bajo el c¨¢ndido manto de la cultura todo lo que provenga de otros lugares. Las religiones tienen en com¨²n que a la hora de recortar libertades se ensa?an con las mujeres. Por eso, no es s¨®lo importante que francesas de relumbr¨®n se hayan mostrado favorables al laicismo estatal, sino que muchas mujeres corrientes se hayan agrupado en torno a una asociaci¨®n que parti¨® de j¨®venes que no quieren seguir siendo agredidas por los guardianes de sus religiones de origen. Ellas defienden su derecho a ejercer las libertades del pa¨ªs al que sus padres las llevaron, Francia. La asociaci¨®n responde al nombre de "Ni putas ni sumisas". Con eso est¨¢ dicho todo. Am¨¦n.
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