Momentos decisivos
Cuando desde las mazmorras del nacionalcatolicismo mir¨¢bamos la lejana luz de las democracias occidentales, envidi¨¢bamos por encima de todo su condici¨®n de sistema pol¨ªtico rotundamente aburrido. Entre los radicales hab¨ªa unanimidad: un dem¨®crata era un individuo bastante bobo e insignificante; sin embargo, quer¨ªamos ser como ellos para poder aburrirnos de la pol¨ªtica y dedicarnos a la vida verdadera, o sea, a la vida. Pues bien, de la democracia espa?ola se podr¨¢ decir de todo, menos que es aburrida. En algunas regiones es tr¨¢gica, como en el Pa¨ªs Vasco, en donde se libra la ¨²ltima batalla contra el fascismo y la pena de muerte. En las grandes ciudades es dram¨¢tica: el poder compra almas, las mafias compran cuerpos y los ciudadanos compran en El Corte Ingl¨¦s. Y en Catalu?a puede llegar a ser c¨®mica, y lo digo con la mayor ilusi¨®n: tenemos el Gobierno m¨¢s vanguardista al oeste de los Urales.
He aqu¨ª que hemos parido un Gobierno tan dise?ado como aquellos barrios de Barcelona que no son una pura cochambre. Este Gobierno mezcla en dosis de laboratorio lo mejor del posmodernismo americano y del constructivismo ruso con el rom¨¢nico catal¨¢n. La mezcla es audaz, pero benditos aquellos que asistan al experimento y puedan contarlo a sus nietos. Vivir en estado experimental otorga cierta euforia y furor de vivir, as¨ª como una agradable regresi¨®n a la adolescencia.
Lo m¨¢s interesante del experimento es, claro est¨¢, el independentismo. A todos aquellos que no s¨®lo no somos nacionalistas, sino que adem¨¢s temblamos de miedo ante cualquier nacionalismo visto lo que el nacionalismo ha aportado a la historia europea, este experimento nos hechiza, porque, seg¨²n el credo de Carod, ser independentista no es ser nacionalista. Es arduo de entender, pero debemos hacer un esfuerzo de comprensi¨®n. Yo me he le¨ªdo todo lo que han escrito las dos cabezas independentistas del entorno de Maragall, Xavier Rubert de Vent¨®s y Oriol Bohigas, y todav¨ªa no me aclaro, pero no abandono la esperanza ante la tarea que se les viene encima. Por sus actos los conocer¨¦is.
La cuesti¨®n (y lo digo llevado por la euforia de haberme convertido en un ciudadano experimental) es que a lo mejor es verdad y el independentismo nos libera de los nacionalistas, los cuales, y as¨ª lo han demostrado una y mil veces, s¨®lo pueden ser de derechas como Pujol, o de ultraderecha como Ibarretxe. ?Y si es verdad que los independentistas son de izquierdas?
De momento me llam¨® mucho la atenci¨®n la pataleta de La Vanguardia, diario que viene a ser como el Abc de Catalu?a. Un titular del pasado d¨ªa 9 rezaba: "Esquerra da el portazo a CiU", y otro, algo m¨¢s adelante: "Indignaci¨®n en las bases por lo que consideran 'traici¨®n' de Esquerra". La familia God¨®, propietaria del diario, tiene muy buena informaci¨®n sobre las bases, sean ¨¦stas lo que sean. A¨²n no se hab¨ªa formado el nuevo Gobierno cuando la tropa ya estaba echando fuego por los colmillos. Baltasar Porcel escrib¨ªa en su inefable castellano una columna que parec¨ªa salida de El Alc¨¢zar; en ella acusaba al pobre Carod de vender la Patria a los espa?oles ("ERC dar¨¢ la presidencia de la Generalitat al PSOE", escrib¨ªa; "ERC quiz¨¢s sucursalizar¨¢ la Generalitat por su inter¨¦s particular"). Esto lo afirmaba alguien que jam¨¢s se ha movido por un inter¨¦s particular.
Desde el lado vencedor, Bohigas tocaba a rebato en un art¨ªculo ilustrado por un dibujo en el que figuraban los tres vencedores cabalgando como san Jorge: "Para liberarse de los anticatalanistas espa?oles hay que infiltrarse, aunque sea provisionalmente, en su estructura estatal" (EL PA?S, 10 de diciembre). ?Qu¨¦ cosquilleo voluptuoso recorre nuestra silla de ruedas! Vuelve el lenguaje de los a?os sesenta, cuando el partido ordenaba infiltrarse en el Estado de Franco. ?Qu¨¦ incombustibles caudillos da Catalu?a!
Pero ?y si los independentistas van en serio y se dedican a "mejorar la vida civil", seg¨²n dec¨ªa Carod? ?Y si se disponen a plantar cara a la Banca, la Telef¨®nica, la Renfe, la Iberia, las Inmobiliarias, las Fecsas y Endesas, los Obispados, en fin, contra los s¨¢trapas que nos chupan la sangre a cambio de una factura colosal? Si as¨ª fuera, hasta yo mismo, ya me perdonar¨¢n, gritar¨ªa por la ventana eso de "Visca Catalunya lliure" hasta quedarme ronco. Porque la famosa "libertad de los pueblos" no consiste en que los hijos de Ibarretxe puedan ser embajadores de Euskadi en el Vaticano, o que los hijos de Pujol hagan unos negocios suculentos, sino en que los partidos nos defiendan del aut¨¦ntico enemigo de la vida, las sanguijuelas que viven en la impunidad del que pone y quita ministros. ?Y si se contagian los del partido socialista?
He visto muchas veces a los muchachos de Carod buscando fachas por todas partes como sabuesos: entre los Mossos d'Esquadra, entre los profesores de universidad, entre los jueces, entre los conferenciantes que les caen gordos, entre escritores que usan la lengua que les da la gana, entre forasteros que se dejan la piel en el tajo, pero nunca en los despachos. En los despachos catalanes, parece ser, s¨®lo hay patriotas. ?Cambiar¨¢n las cosas? Hoy por hoy, quienes vivimos en Catalu?a somos los primeros ciudadanos experimentales de Europa sin que a nadie le hayan roto la cara. Tenemos ante nosotros un futuro cargado de instancias primaverales. Y eso, en pleno invierno, ayuda mucho.
F¨¦lix de Az¨²a es escritor.
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