Dial¨¦ctica
La lanza engendr¨® a la coraza como la flecha al escudo; la espada hizo posible la armadura y la muralla desarroll¨® la catapulta. El aceite hirviendo arrojado desde las almenas provoc¨® el incendio y deg¨¹ello de la ciudad sitiada. A lo largo de la historia cada ingenio ofensivo ha encontrado su contrapartida. En medio de esta dial¨¦ctica b¨¦lica, la plebe ha tenido que aparearse ciegamente para que a los ca?ones nunca les faltara carne, mientras los poetas ¨¦picos dedicaban a las nuevas armas sus mejores versos. Canta, oh musa, la c¨®lera de Aquiles. As¨ª empez¨® todo. Este laberinto se fue haciendo m¨¢s diab¨®lico a medida que la mente humana ofrec¨ªa sus frutos a la industria de la guerra. Frente a la ametralladora se ide¨® la trinchera, pero en seguida desde lo alto lleg¨® el mortero. El carro blindado gener¨® el bazuka como la bater¨ªa antia¨¦rea se opuso al bombardero, y, cuando el deseo de los cuerpos ya se hab¨ªa acomodado a la seguridad del b¨²nker de hormig¨®n, se present¨® en sociedad la bomba at¨®mica como la reina absoluta del mal, ya sin competencia alguna. Pero, a la sombra de esta cuca?a, sucesivos ingenieros de armamento se han sentado ante el Consejo de los Generales para explicarles nuevos caminos m¨¢s rentables hacia la muerte. Unos les mostraron minas explosivas en forma de juguetes, de flores o de caramelos para cazar ni?os en los parques; otros propusieron venenos qu¨ªmicos y bombas de racimo; otros dise?aron aviones invisibles y misiles inteligentes con sensores extra¨ªdos de la lengua de los reptiles para buscar al enemigo all¨ª donde se encuentre y, en caso de que no exista, lo creen. Cada vez que Lucifer ha movido el rabo en este sentido, los generales se han relamido como gatos con un h¨ªgado de merluza. Cuando la dial¨¦ctica b¨¦lica hab¨ªa llegado a las esferas, comenz¨® el terrorismo a ras de tierra. Ahora el coche bomba provoca represalias indiscriminadas, que a su vez fuerzan a la miseria y al fanatismo a echar mano de la alta tecnolog¨ªa. Despu¨¦s del atentado de las Torres Gemelas, la figura del suicida cebado con dinamita se ha erigido como el arma m¨¢s moderna del planeta, pero la paranoia que produce esta amenaza ciega ha desarrollado la doctrina del ataque preventivo, que ya da carta blanca a todo el mundo, de modo que usted est¨¢ autorizado a pegarle un tiro, por si acaso, a cualquiera que se le acerque a preguntarle la hora o a pedirle fuego, nunca mejor dicho. Hasta la acera de casa ha llegado la guerra de las galaxias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Manuel Vicent](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F27a99c12-b26e-43e9-b1e5-7e8491d81e69.png?auth=7c48523ab8d4dc1597a572ebf80a1136d1221b4ce17dbe1d10cde90e6d6d4ab6&width=100&height=100&smart=true)