El d¨¦spota capturado, una nueva leyenda ¨¢rabe
La imagen m¨¢s emblem¨¢tica de la espectacular captura, retransmitida tambi¨¦n por todas las televisiones del mundo ¨¢rabe, es la de un Sadam de barba poblada y aspecto de vagabundo al que examina un m¨¦dico estadounidense. Es una imagen a¨²n m¨¢s poderosa que la de la destrucci¨®n de la estatua de Sadam en Bagdad el d¨ªa en el que cay¨® la ciudad. Entre los pueblos ¨¢rabes, esta imagen evoca el destino de los d¨¦spotas del pasado, reducidos a la condici¨®n de animales despu¨¦s de la derrota: por ejemplo, el sult¨¢n otomano Bayaceto, vencido en 1403 por el conquistador mongol Tamerl¨¢n, que lo pase¨® como trofeo en una jaula, con la barba y los cabellos largos y alimentado de carne cruda.
La fuerza de las im¨¢genes tendr¨¢ repercusiones a largo plazo y transformar¨¢ la actitud de las comunidades ¨¢rabes respecto a su ambivalente relaci¨®n con el rais, monstruo y carnicero de su pueblo, pero, al mismo tiempo, h¨¦roe del nacionalismo ¨¢rabe, s¨ªmbolo de la resistencia antiamericana y antioccidental, reencarnaci¨®n moderna de Saladino y reencarnaci¨®n contempor¨¢nea de Nasser.
La imagen de Sadam derrotado quiz¨¢ logre alejar definitivamente a los pueblos ¨¢rabes de la tentaci¨®n de considerar m¨¢s importante la oposici¨®n a Occidente que el juicio que tienen que emitir sobre la larga serie de d¨¦spotas que les han reducido a la miseria y el subdesarrollo; quiz¨¢s ahora adquieran conciencia, por fin, del hecho de que muchos de sus dirigentes han hecho retroceder a esta regi¨®n -la ¨²nica, junto a ?frica- desde todos los puntos de vista, como dice el ¨²ltimo informe del PNUD (el organismo de la ONU encargado del desarrollo), redactado por intelectuales ¨¢rabes.
Ahora que ha ca¨ªdo Sadam queda todav¨ªa, desde luego, la otra figura que encarna el odio a Occidente y personifica el islamismo terrorista, Osama Bin Laden. A pesar de la clara victoria militar y pol¨ªtica de Estados Unidos, si los norteamericanos no consiguen capturar a Bin Laden o, si est¨¢ muerto, mostrar su cad¨¢ver, seguir¨¢ habiendo una sombra. De ser as¨ª, es posible que la detenci¨®n de Sadam refuerce el polo del terror del jeque saud¨ª como ¨²nico l¨ªder de la guerra contra Occidente.
En Irak, la imagen en la que al rais le examinaban los dientes, como si fuera un caballo, suscit¨® gritos de j¨²bilo en ¨¢rabe durante la rueda de prensa del gobernador Bremer y el general S¨¢nchez: "Al maut li Saddam", muerte a Sadam. Est¨¢ por ver si ese sentimiento de alegr¨ªa, que se ha repetido tambi¨¦n en las calles de la capital, se traducir¨¢ en desaliento de los leales al ex dictador, o si los ataques contra la coalici¨®n y los occidentales proseguir¨¢n bajo los auspicios de los militantes islamistas radicales, inspirados de forma m¨¢s o menos directa por Al Qaeda. En efecto, la imagen pat¨¦tica de Sadam, encerrado en un refugio que, m¨¢s que un b¨²nker, parec¨ªa la guarida de un topo, no parece indicar que estuviera dirigiendo una red operativa y eficaz; m¨¢s bien, parec¨ªa un animal acosado.
Es de temer que, desde los primeros momentos de la huida de Sadam, se hicieran con el testigo de la lucha antiamericana en Irak grupos que no estaban bajo la autoridad del rais. Por tanto, su captura tendr¨ªa una dimensi¨®n pedag¨®gica y simb¨®lica, m¨¢s que consecuencias militares inmediatas y concretas.
La mayor¨ªa de los ¨¢rabes que han hablado en las televisiones de sus pa¨ªses desde el anuncio de la detenci¨®n se han apresurado a exigir que Sadam sea juzgado en Irak y por los iraqu¨ªes. Si se quiere evitar que el proceso a Sadam se quede estancado como est¨¢ sucediendo con el del ex dictador serbio Milosevic, en el tribunal internacional de La Haya, es fundamental que el proceso d¨¦ a los iraqu¨ªes, en particular, y los ¨¢rabes en general, la oportunidad de juzgar las matanzas del r¨¦gimen, el exterminio de los kurdos, los cientos de miles de muertos en la guerra contra Ir¨¢n y la invasi¨®n de Kuwait en 1991. Y que, a partir de ah¨ª, reflexionen sobre el mito del nacionalismo y la necesidad de democratizar las sociedades ¨¢rabes, que constituye su principal desaf¨ªo para el futuro.
La importancia de la captura de Sadam sobrepasa las fronteras de Irak. El mundo ¨¢rabe es precisamente donde el rais ha conservado toda su popularidad. Si no se le procesa en su pa¨ªs, podr¨ªa aparecer como una v¨ªctima del imperialismo occidental, tanto a ojos del ciudadano ¨¢rabe de la calle como para los numerosos inmigrantes j¨®venes de origen musulm¨¢n repartidos por las ciudades europeas. En estas comunidades se niega cualquier facultad de administrar justicia a un pa¨ªs como Estados Unidos, que mantiene encerrados sin juicio a centenares de supuestos islamistas en la base-prisi¨®n cubana de Guant¨¢namo.
Es importante que Sadam disfrute de un juicio p¨²blico y que sus abogados puedan llamar en su defensa a los dirigentes europeos y norteamericanos que, hasta finales de los a?os ochenta, se exhib¨ªan sin escr¨²pulos junto al dictador en Bagdad. En aquella ¨¦poca, el rais era el principal aliado de Occidente contra el Ir¨¢n del ayatol¨¢ Jomeini. El proceso de Sadam, adem¨¢s de sacar a la luz lo monstruoso del personaje y las dimensiones de sus cr¨ªmenes, mostrar¨¢ la ambivalencia de las relaciones entre el mundo ¨¢rabe y los dirigentes occidentales, nombrar¨¢ a los numerosos periodistas, intelectuales y universitarios que viv¨ªan gracias a las subvenciones de su r¨¦gimen, y revelar¨¢ la tolerancia practicada respecto a este dictador "progresista" y la desviaci¨®n ideol¨®gica del baazismo.
En un principio, el partido de Sadam conten¨ªa un mensaje de secularizaci¨®n de la sociedad y liberaci¨®n de los dogmas religiosos m¨¢s oscurantistas; ese mensaje se transform¨® r¨¢pidamente en una hoja de parra que ocultaba la abyecta realidad de la violencia de un clan y un feudo -Tikrit, la ciudad en la que Sadam busc¨® su ¨²ltimo refugio- dedicados a acaparar todos los ingresos del petr¨®leo y controlar el reparto del poder pol¨ªtico.
Sadam es, sin duda, uno de los personajes m¨¢s monstruosos del ¨²ltimo medio siglo; ahora bien, si logr¨® prosperar durante 25 a?os, fue porque todos nosotros -desde Washington hasta Riad y desde Par¨ªs hasta Argel- permitimos que se desarrollara. Si el juicio se lleva a cabo, ser¨¢ tambi¨¦n un juicio del fracaso de las ideolog¨ªas nacionalistas que ocupan el poder en el mundo ¨¢rabe, convertidas en dictaduras, y de la complicidad que muchos ejercieron respecto al rais, seducidos por su ideolog¨ªa o tentados por el petr¨®leo.
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