Alan Pauls narra el desamor con gotas de terror en 'El pasado'
El autor argentino presenta la novela con la que gan¨® el Premio Herralde
Dice ser un defensor de la lentitud. Por algo Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) ha tardado en escribir El pasado (Anagrama), que le ha valido el Premio Herralde, cinco a?os. Lo ha hecho con calma y regodeo, aparte de que el tema lo requer¨ªa porque dicen que es m¨¢s largo el desamor que el amor y ¨¦l ha escrito de lo primero. "Es una historia de amor y terror, de c¨®mo aquellas personas que creemos conocer se convierten en mort¨ªferas", comenta.
Tiene buena planta y mucha labia. En Argentina es un escritor respetado como ensayista, seg¨²n dijo ayer Jorge Herralde, su editor, y como cr¨ªtico literario. Hasta ahora hab¨ªa escrito novelas cortas -El pudor del porn¨®grafo, El coloquio y Wasabi- porque, dice, "cre¨ªa que era lo que m¨¢s se acercaba a mi sensibilidad literaria". Pero, como casi todas las personas inteligentes, ha cambiado radicalmente de parecer y ha escrito una novela de 550 p¨¢ginas que le ha catapultado a uno de los premios m¨¢s prestigiosos de la literatura en castellano.
Puede que haya sido el influjo de Stendhal o de Proust el que le ha llevado por el camino del largo recorrido, de la escritura pausada, reposada; o quiz¨¢ haya sido su admiraci¨®n por el cineasta ruso Tarkovski -"es una experiencia est¨¦tica ¨²nica quedarte dormido en una de sus pel¨ªculas y despertarte de repente con una de sus im¨¢genes", asegura-, el caso es que para escribir El pasado -presentada ayer en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid por la ma?ana y en el caf¨¦ Hispano por la tarde-, que relata la historia de dos amantes, Sof¨ªa y R¨ªmini, se ha tomado su tiempo.
"Tuve siempre presente la imagen de La ventana indiscreta, de Hitchcock, en la que una sombra amenazante cubre a James Stewart, que est¨¢ dormido con la pierna rota, y que luego resulta ser Grace Kelly, que le despierta con un beso. Esa visi¨®n del amante que puede llegar a ser tu peor enemigo es la que m¨¢s me inquieta", asegura. Con esa inspiraci¨®n que demuestra la cantidad de cine que hay siempre en los libros de este escritor concienzudo, Pauls envuelve a Sof¨ªa y R¨ªmini en una lucha sin cuartel llena de amor y odio, algo que para ¨¦l es lo mismo. "El desamor es amor tambi¨¦n, o mejor, un alter ego siniestro de la experiencia amorosa", asegura.
Ella le trata de evangelizar. "Funda una secta llamada 'Mujeres que aman demasiado' y que se reunen en un bar, el Adela H, como la pel¨ªcula de Truffaut sobre la hija de V¨ªctor Hugo". Tienen un credo amoroso. "Creen en un axioma, que los hombres dominan a las mujeres con los hijos y que ellas deben dominarlos a ellos con los recuerdos y el objeto que mejor representa los recuerdos son las fotograf¨ªas", cuenta Pauls.
En la novela hay acoso, derribo y sadomasoquismo. "Ella disfruta con ese rechazo, con esa lucha", dice el escritor. Y tambi¨¦n la reivindicaci¨®n narrativa de algo que se cuenta poco: el final de la pasi¨®n. "Casi todas las obras de arte terminan cuando la pasi¨®n est¨¢ en auge. A m¨ª me interesa el periodo en que ¨¦sta se extingue y se convierte en una sombra que nos acecha".
Babelia
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