La detenci¨®n de Sadam
La detenci¨®n de Sadam Husein no puede entenderse sino como un ajuste de cuentas entre antiguos socios, rentabilizado como espect¨¢culo medi¨¢tico. No por casualidad, la operaci¨®n adopt¨® el nombre de una pel¨ªcula de John Milius, Amanecer rojo, realizada en 1984 a mayor gloria del reaganismo, en la que los atemorizados ciudadanos estadounidenses tomaban las armas para defenderse de la invasi¨®n sovi¨¦tica.
Un precedente cercano de ajustes de cuenta-espect¨¢culo lo encontramos en la detenci¨®n del general Noriega, tambi¨¦n antiguo mandado que experiment¨® en sus carnes la "guerra contra la droga", por aquel entonces el espantajo a experimentar como sustituto -provisional- de la amenaza comunista.
Pronto los sesudos analistas expertos en demonizaciones se dieron cuenta de que el mejor peligro lo representaba el ¨¢rabe-musulm¨¢n (tanto monta monta tanto), hoy transmutado en el llamado "terrorismo internacional". Magn¨ªfico "para¨ªso legal" que permite a los poderosos (pol¨ªticamente hablando) evadirse del respeto de los derechos humanos y de las garant¨ªas procesales, del mismo modo que los para¨ªsos fiscales permiten a los poderosos (econ¨®micamente hablando) sortear elegantemente sus obligaciones tributarias. Por algo est¨¢ Guant¨¢namo en el Caribe, como las islas Caim¨¢n o las Bahamas.
?Qu¨¦ tiene que ver todo este show con la democracia? Pues muy poco, como bien saben los iraqu¨ªes que sufren las consecuencias de ocho a?os de guerra promovida desde el exterior, de doce a?os de embargo criminal y bombardeos reiterados y de nueve meses de ocupaci¨®n ilegal.
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