Preciado resiste en el banquillo del Levante, el m¨¢s caliente e inestable
De la propensi¨®n de Pedro Villarroel, el due?o del Levante, a destituir entrenadores hay numerosas versiones. Quienes le conocen desde hace a?os cuentan que el m¨¢ximo accionista del club valenciano era, de peque?o, un chico gordito que no sab¨ªa jugar al f¨²tbol, pero le gustaba tanto que se dedicaba a dar ¨®rdenes desde la banda a sus compa?eros del colegio, en el que ya jugaba a ser el t¨¦cnico. Otra versi¨®n, facilitada por un ex t¨¦cnico del club, apunta a que ning¨²n preparador le convence: "No le satisface ninguno. Su deseo es ser entrenador. Como no puede serlo, tiene esa frustraci¨®n".
El caso es que el banquillo del Levante, el segundo clasificado de la Segunda Divisi¨®n, que recibe hoy al Mallorca en la Copa, pasa por ser el m¨¢s caliente e inestable de la Liga. El extra?o impulso de Villarroel a despedir a los t¨¦cnicos convirti¨® al club levantinista en el hazmerre¨ªr del f¨²tbol espa?ol en la temporada 1997-1998. Nada menos que cinco pasaron por ¨¦l: Emilio Cruz, Jos¨¦ Enrique D¨ªaz, Roberto ?lvarez, Txutxi Aranguren y Pepe Balaguer. ?ste, el ¨²ltimo de aquel curso, no pudo evitar finalmente el descenso del conjunto a la Segunda B.
Puestos a retorcer el asunto hasta el esperpento, Villarroel, quien ejerce de mecenas del Levante, despidi¨® a Balaguer comenzada la temporada 2000-2001 para sustituirle por el entonces segundo t¨¦cnico, Carlos Granero, que, a su vez, fue reemplazado por Balaguer en la 2001-2002. En esa campa?a a¨²n pasar¨ªa por el banquillo azulgrana otro entrenador, Carlos Cantarero. ?ste fue destituido a falta de seis partidos para que finalizara la de 2002-2003, cuando el Levante marchaba el cuarto y ten¨ªa firmes opciones de ascender a Primera. Su sustituto, Jos¨¦ G¨®mez, era el preparador f¨ªsico, un hombre de la casa que ceder¨ªa el pasado verano las riendas del equipo al c¨¢ntabro Manolo Preciado, el actual inquilino del banquillo.
Preciado, de momento, resiste. Las malas lenguas, en todo caso, ya cuentan que Villarroel empieza a poner pegas a la labor de su entrenador. Por lo visto, le inquietan las constantes rotaciones que realiza de un partido a otro. "Cada club tiene su idiosincrasia", dice un lac¨®nico Balaguer para explicar el traj¨ªn de entrenadores que sacude a un club que a mediados de los a?os sesenta se asom¨® a la m¨¢xima categor¨ªa del f¨²tbol espa?ol.
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