Transformaci¨®n de Orihuela
Le est¨¢ sentando muy bien a Orihuela la exposici¨®n Los semblantes de la vida, que ha organizado la Generalidad Valenciana. Si hemos de fiarnos del ambiente que se respira en las calles, dir¨ªamos que la muestra ha tenido un efecto positivo sobre la ciudad, despabil¨¢ndola. La Orihuela apagada, vuelta sobre s¨ª misma y algo indiferente que conocimos en anteriores visitas, ha desaparecido o sus rasgos se han suavizado de manera notable. Ser¨ªa exagerado afirmar que se ha convertido en una gran ciudad -el comercio, particularmente, contin¨²a siendo pobre-, pero se observan, aqu¨ª y all¨¢, signos de vitalidad. Tambi¨¦n entre los oriolanos que hemos tenido ocasi¨®n de tratar, se advierte un talante distinto, una mayor disposici¨®n de ¨¢nimo. Yo creo que esta gente comienza a sentirse importante. Tienen motivos para ello, pues el patrimonio art¨ªstico de Orihuela, ahora bellamente restaurado, es extraordinario.
Todo ello es consecuencia de la actividad producida por Los semblantes de la vida, que ha contagiado a la poblaci¨®n, trasmiti¨¦ndole confianza. El pretexto de la exposici¨®n ha permitido realizar un buen trabajo en la ciudad, un trabajo que, en algunos casos, ha resultado excelente. La zona del puente de Levante, por ejemplo, se ha urbanizado con esmero, escogiendo atinadamente el mobiliario urbano. Las fachadas de las viviendas que caen sobre el r¨ªo se han pintado con colores acertados, huyendo de cualquier estridencia y buscando la armon¨ªa del conjunto. Las nuevas construcciones, aunque individualmente no posean un valor sobresaliente, resultan discretas y jam¨¢s llegan a molestar. El panorama, con los campanarios sobrevolando los tejados, y el caser¨®n del seminario recort¨¢ndose sobre la sierra, resulta vistoso y da empaque a la poblaci¨®n.
El centro de Orihuela, sin embargo, sigue sometido a un tr¨¢fico abrumador, muy desagradable para el peat¨®n. En este aspecto, no se ha avanzado nada y es una l¨¢stima porque, junto a la suciedad del r¨ªo, constituye uno de los problemas m¨¢s serios a los que ha de enfrentarse la ciudad. En mi opini¨®n, hasta que no se solucionen, Orihuela no podr¨¢ convertirse en un destino tur¨ªstico habitual. La perspectiva de visitar monumentos sorteando autom¨®viles, atentos para no ser atropellados en un momento u otro, no es agradable para nadie. Las autoridades har¨ªan bien en limitar el tr¨¢fico en el centro hist¨®rico. Desconozco las dificultades que presenta la empresa, pero otras ciudades, con similares condiciones, han resuelto el problema favorablemente.
La pregunta que todo el mundo se hace estos d¨ªas en Orihuela es qu¨¦ suceder¨¢, dentro de unos meses, cuando finalice la exposici¨®n. La preocupaci¨®n por el futuro es evidente. Tal vez, ser¨ªa conveniente que los propios oriolanos, comenzando por las autoridades, tratasen de responder a la cuesti¨®n. No es bueno habituarse a vivir del dinero p¨²blico y las ciudades, como los individuos, deben aprender a valerse por s¨ª mismas y buscar sus oportunidades. Orihuela deber¨¢ aprovechar el impulso que le ha proporcionado Los semblantes de la vida para culminar su transformaci¨®n y sacar provecho del rico patrimonio que se ha restaurado. Si la operaci¨®n se hace con inteligencia, a la ciudad puede aguardarle un excelente porvenir como destino tur¨ªstico. Para ello, desde luego, deber¨¢n cambiar a¨²n muchas cosas.
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