Elogio del cambio
Hace ya alg¨²n tiempo lleg¨® a mis manos una frase atribuida al conocido autor teatral Eug¨¨ne Ionesco con la que contestaba la posici¨®n del por entonces ministro de asuntos exteriores franc¨¦s Maurice Druon que se manifestaba contrario a las cr¨ªticas dirigidas hacia la cultura oficial. El afamado comedi¨®grafo de origen rumano, haciendo gala de su probada capacidad dial¨¦ctica, afirmaba que toda cultura ha sido hecha por los enemigos de la cultura. Tanto por la contundencia de la afirmaci¨®n como por su intenci¨®n evidentemente provocadora al leer esta frase no pude dejar de pensar en la alternativa positiva de cambio que con tal actitud persiguen quienes la comparten.
Tambi¨¦n por entonces Jos¨¦ Antonio Marina obtuvo el premio Anagrama de ensayo con un primer libro titulado Elogio y refutaci¨®n del ingenio. En este valioso trabajo, que tendr¨ªa un considerable ¨¦xito editorial, se extend¨ªa en una digresi¨®n sobre las paradojas del ingenio diciendo "as¨ª son las cosas, deseamos lo desconocido, y al mismo tiempo lo odiamos. Necesitamos y rechazamos las costumbres. Los h¨¢bitos nos atan y nos liberan. Necesitamos la novedad y tememos lo imprevisto. Queremos estabilidad y cambio".
Resulta como si el hombre fuera esencialmente parad¨®jico, ama y cuestiona cu¨¢nto tiene, y ambiciona y rechaza aquello de lo que carece. El cambio nos anima y nos contrar¨ªa, nos motiva y nos asusta. Llegado el momento del cambio, como por ejemplo tras las pasadas elecciones auton¨®micas catalanas, debe recuperarse el sentido com¨²n para no caer en el desasosiego. La raz¨®n es nuestro patrimonio y con este caudal deben analizarse sus consecuencias. Sinti¨¦ndonos part¨ªcipes y no extra?os en nuestro propio pa¨ªs; plural, como recordaba hace unos d¨ªas en estas mismas p¨¢ginas Ricard P¨¦rez Casado. Considerando en todo caso adversarios, no enemigos, a quienes no piensen como nosotros, valorando las concordancias y cuestionando las diferencias.
Sin embargo con los ataques que llegan, principalmente desde la meseta, parece como si no hubieran transcurrido los grandes tiempos pret¨¦ritos en los que cobraban toda su validez las palabras de Sir Winston Churchill a sus correligionarios: "Ya no somos fustigados y castigados como sol¨ªamos, los grandes tiempos han pasado". Despu¨¦s de varios a?os intentando la aproximaci¨®n entre posturas distantes hoy parece que no es oportuna la coincidencia con las que estaban m¨¢s alejadas. Es como si un concepto patrimonialista de las ideas justificara la no comunicaci¨®n entre las mismas.
Se olvida que la acci¨®n pol¨ªtica debe articularse en base a recoger las inquietudes de los ciudadanos en favor de la b¨²squeda permanente de una sociedad m¨¢s justa, pues de la comparaci¨®n sistem¨¢tica de los programas electorales de las diferentes opciones se observa que, con el paso de los a?os, la acci¨®n de gobierno no es sino reflejo en muchos casos de ajenas iniciativas que debieron ser incorporadas con anterioridad sin descalificaciones previas. Con esta actitud se favorece el entendimiento entre los pueblos sin valoraciones sesgadas que impidan la comprensi¨®n de las ideas. Como por ejemplo la concepci¨®n ideol¨®gica que compatibiliza el sentimiento nacional con la solidaridad universal, el nacionalismo con la globalizaci¨®n.
S¨®lo una actitud que respete la propia identidad pero sea solidaria con la ajena podr¨¢ ser asumida por aquellos a quienes va dirigida, y al tiempo s¨®lo un talante respetuoso con los nuevos aires de cambio que llegan desde la periferia podr¨¢ ser admitido por sus protagonistas. Pues aun cuando Maragall, Carod y Saura se equivocaran, su mayor gloria no consistir¨ªa en no hacerlo, sino precisamente en haberlo intentado, recordando que s¨®lo la constante revisi¨®n de las formas preestablecidas hace posible el desarrollo pol¨ªtico, social y, como hemos visto, la cultura.
Alejandro Ma?es es licenciado en Ciencias Econ¨®micas y Derecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.