'Trogloterapia' en Guadix

El valle que se abre al noreste de Sierra Nevada esconde una ancestral hoya, hoy vigilada por buitres leonados y ¨¢guilas reales. Arces y encinas pincelan estas tierras ¨¢ridas, grandes hormigueros habitados ininterrumpidamente por la raza humana durante m¨¢s de 7.000 a?os. En Orce aparecieron los restos de algunos de los hom¨ªnidos m¨¢s antiguos fuera de ?frica; en Baza, los arque¨®logos encontraron una dama ¨ªbera (siglo IV antes de Cristo) que representa a una diosa sentada sobre un trono alado y con garras de felino. Y en Guadix existe un corredor natural que permiti¨® el paso, entre el levante peninsular y el valle del Guadalquivir, de los primeros seres que poblaron la Pen¨ªnsula y el sur de Europa.

De las cuevas neandertales a las arcaicas viviendas que los primeros cristianos abrieron sobre las rojas paredes arcillosas, Guadh-Haix (R¨ªo de la Vida), tal y como la bautiz¨® la civilizaci¨®n musulmana, se empe?¨® en mirarse hacia dentro, en ara?ar sus propias v¨ªsceras para regalar al visitante las riquezas de una tierra que de tan v¨ªvida parece sangrar.

Caballos y ovejas merodean alrededor de la muralla musulmana y la alcazaba, el legado

m¨¢s importante del pasado morisco de Guadix. Hoy es d¨ªa de mercado. Y menudo mercado. Aqu¨ª los gitanos son los reyes. Unos reyes sin trono, porque aqu¨¦l se encuentra abandonado a casi 1.000 metros de altura, en lo m¨¢s alto de un cerro

, en el enclave de una alcazaba que cada vez m¨¢s parece querer perder su pasado de baluarte militar, ya que su estado de conservaci¨®n es p¨¦simo. Alrededor del alc¨¢zar se abre la pintoresca barriada de las cuevas o de San Miguel, en cuyo coraz¨®n se levant¨® el primer templo cristiano erigido (sobre una antigua mezquita) tras la conquista de la ciudad, y uno de los vestigios del antiguo recinto amurallado de la medina, la torre nazar¨ª del Ferro o Torre Gorda.

Explica un habitante de Guadix que en la actualidad todav¨ªa viven unas 8.000 personas en las casi 2.000 arcaicas viviendas de este tipo. Algunas, convertidas en hoteles, son un divertido reclamo para el turista. Pero el viajero que llegue a esta ciudad para admirar el esplendor de cuevas y chimeneas que nacen de la tierra sufrir¨¢ una decepci¨®n. Porque el Guadix troglod¨ªtico es de postal. El trotamundos preferir¨¢ caminar por el centro hist¨®rico, la plaza de la Constituci¨®n o plaza de las Palomas, con sus arcos porticados del siglo XVI. Un descanso antes de llegar a la catedral en el caf¨¦ La Oriental, para degustar los famosos tocinillos de cielo, en forma de diminutos flanes. Muy cerca, la antigua bas¨ªlica es una curiosa mezcla de estilos -renacentista, barroco y, en menor medida, g¨®tico y neocl¨¢sico-, obra de Diego de Silo¨¦. El hospital Real de la Caridad -fundado por los Reyes Cat¨®licos sobre una antigua sinagoga-, la iglesia del Sagrario y el Palacio Arzobispal nos conducen hacia la calle de la Concepci¨®n, un espacio que ocupa lo que hace m¨¢s de cinco siglos fue el zoco de la Guadix ¨¢rabe, plagada de casas se?oriales de los siglos XVIII y XIX, adem¨¢s de la iglesia del convento de la Concepci¨®n, fundado en ¨¦poca de Felipe II.

El arrabal ¨¢rabe

La barriada m¨¢s popular de Guadix se encuentra alrededor de la iglesia de Santiago, tambi¨¦n obra de Diego de Silo¨¦, un templo de marcadas influencias g¨®tico-mud¨¦jares bien visibles en

su esbelta torre, aunque su portada principal responde a los c¨¢nones del m¨¢s puro plateresco. Y al sur de la ciudad, el arrabal ¨¢rabe, actual barrio de Santa Ana, que todav¨ªa conserva el trazado propio del urbanismo morisco, un laberinto de casas encaladas dispuestas sobre sinuosas callejuelas que desembocan en encantadoras plazas andalus¨ªes.

Saliendo de la ciudad, al este, se erige sobre un cerro el original¨ªsimo castillo-palacio de La Calahorra, el primero que hubo en Espa?a de estilo renacentista. S

u silueta frente al gran macizo nevado de Sierra Nevada es una de las m¨¢s famosas de esta comarca, conocida como el Marquesato de Zenete. Sus cuatro torreones circulares y un patio decorado con relieves y tallas realizados en m¨¢rmol de Carrara por los mejores artistas renacentistas, tra¨ªdos expresamente de Italia por don Rodrigo de Mendoza (quien orden¨® su construcci¨®n, entre 1500 y 1513, al arquitecto Lorenzo V¨¢zquez), han llevado la imagen de este enclave del altiplano granadino al complejo imaginario tur¨ªstico andaluz.