Las discogr¨¢ficas recuperan la magia pian¨ªstica de Horowitz

Muchos todav¨ªa creen que ten¨ªa un pacto con el diablo, pero en su forma de tocar hab¨ªa una l¨®gica, la suya propia. Vladimir Horowitz (Kiev, 1903-Nueva York, 1989) desarroll¨® un m¨¦todo autodidacto, exclusivo, muy dif¨ªcil de adaptar a otros que pon¨ªa muchas veces enferma a la cr¨ªtica, que le acusaba de manierista, y volv¨ªa loco al p¨²blico. Su magia es legendaria y muchos comentan que asistir a uno de sus conciertos era pura aventura: siempre golpeaba con una sorpresa propia, dif¨ªcil de copiar por mucho que todos los pianistas le consideraran el m¨¢s grande de su generaci¨®n y hubiera batallones que intentaban emularle.
Ahora se puede seguir intent¨¢ndolo con los DVD que han salido a la venta que muestran conciertos legendarios de este int¨¦rprete genial, introvertido, imprevisible, que marc¨® el siglo XX y gan¨® en vida 27 grammies. En Deutsche Grammophon aparece The magic of Horowitz, que incluye dos discos con una selecci¨®n de lo mejor de su repertorio -Chopin, Liszt, Scriabin, Scarlatti, Rachmaninov, Schumann- y un DVD con el Concierto n¨²mero 23 de Mozart dirigido por Carlo Maria Giulini. Sony saca el legendario concierto de su vuelta tras una retirada de dos a?os -siempre fue arrastrando problemas f¨ªsicos y emocionales- en el Carnegie Hall de Nueva York en 1965.
Nunca escap¨® de su comparaci¨®n con el otro genio de su quinta, el polaco Arturo Rubinstein (Lodz, 1887-Ginebra, 1982). Horowitz era introvertido, reservado, siempre acompa?ado de su esposa Wanda, la hija de Arturo Toscanini; Rubinstein, extravertido, amante de la buena vida, bastante golfo, siempre explosivo. Pero los dos, seg¨²n el gran cr¨ªtico neoyorquino Harold C. Schonberg, autor del libro de referencia Los grandes pianistas, "fueron los grandes exponentes de la llama del romanticismo en el siglo XX".
Las nuevas tecnolog¨ªas muestran ahora los m¨¦ritos de Horowitz, pronto llegar¨¢n los de Rubinstein para poder juzgarles en las mejores condiciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
