Lo que cuesta un divorcio
La iniciativa femenina predomina en las rupturas matrimoniales, que aumentan en mayor proporci¨®n que las bodas
Cada cinco minutos se rompe un matrimonio en Espa?a. "El dato es real, y el n¨²mero de separaciones y divorcios crece", confirma Luis Zarraluqui, presidente de la Asociaci¨®n de Abogados de Familia. "Pero a¨²n estamos bastante por debajo de las cifras europeas y americanas". Desde que se aprob¨® la Ley de Divorcio, en 1981, tras un par¨¦ntesis de 42 a?os -la anterior ley se promulg¨® durante la II Rep¨²blica y Franco la derog¨® en 1939-, el n¨²mero de parejas que se ha roto supera el mill¨®n. Al cabo de 17 a?os, en 2000, el porcentaje de rupturas era de una por cada mil habitantes, mientras que la media europea alcanzaba un 1,9, seg¨²n los ¨²ltimos datos de Eurostat 2002.
Pero las distancias se acortan. En 1990 se produjeron en Espa?a 59.538 rupturas por separaci¨®n o divorcio y en 2002 se resgistraron 115.049. En los dos ¨²ltimos a?os las demandas han crecido m¨¢s de lo habitual: un 20,6%. Las bodas se mantienen m¨¢s o menos estables (ver gr¨¢fico).
"El elemento m¨¢s perturbador para el acuerdo es el uso de la casa", dice Zarraluqui
Si en la cantidad de demandas se va acercando al resto de Europa, un espa?ol tiene algo m¨¢s dif¨ªcil poner fin a una convivencia. Para empezar, tiene que pasar dos veces por los juzgados: una para la separaci¨®n y otra para el divorcio, pues ¨¦ste no se puede solicitar si no se ha presentado un a?o antes la demanda o se demuestran dos a?os de separaci¨®n de hecho. En cambio, la legislaci¨®n general europea permite el acceso directo al divorcio. Si en Espa?a se diera tambi¨¦n esta opci¨®n, "los procesos judiciales matrimoniales disminuir¨ªan en un 30%", seg¨²n Zarraluqui. "Se ahorrar¨ªa tiempo y coste econ¨®mico y social. Tenemos que ir hacia una normativa m¨¢s humana y viable". El precio de un divorcio var¨ªa. El Colegio de Abogados de Madrid estableci¨® en 2001 unas tasas que suelen ser lo m¨ªnimo que se cobra: 2.400 euros cuando no hay mutuo acuerdo y 1.200 si lo hay.
Otra de las dificultades tiene que ver con la lentitud de la justicia. Cuando se tramita una separaci¨®n sin acuerdo, las partes pueden solicitar medidas provisionales -que afectan a asuntos tan sensibles como qui¨¦n se queda con la casa
- hasta que se dicta la sentencia definitiva. Es un momento delicado para el matrimonio, cuando suele sufrir el mayor desgaste, porque a una de las partes le llega la demanda y est¨¢n conviviendo bajo el mismo techo. Y depende de a qu¨¦ juzgado de familia corresponda, esa situaci¨®n se resuelve en dos meses, por t¨¦rmino medio, o en el caso de Madrid, en 10. En todo caso, un periodo que sobrepasa los 10 d¨ªas que establece la Ley de Enjuiciamiento Civil. "Esta demora se produce porque los jueces, salvo honrosas excepciones, incumplen sistem¨¢ticamente los plazos", destaca Carmen Pujol, abogada de la asociaci¨®n de mujeres juristas Themis.
La respuesta del Ministerio de Justicia para agilizar el tr¨¢mite de las medidas provisionales han sido los juicios r¨¢pidos. "Las medidas afectan a tres cuestiones esenciales", argumenta Alberto Dorrego, director general para la Modernizaci¨®n de la Justicia: "A la casa que nadie quiere dejar, a los hijos y a la pensi¨®n. Por eso exige plazos r¨¢pidos". Para Pujol, ¨¦stos son "pura propaganda". "Una separaci¨®n tras 30 a?os, con patrimonio, hijos... no se puede resolver en un juicio r¨¢pido como si fuera un tir¨®n de bolso".
Todas esta cuestiones afectan tanto al matrimonio civil como al religioso. Si alguien casado por la Iglesia se divorcia, puede volver a contraer un matrimonio civil y, si desea casarse nuevamente ante el altar, debe obtener antes la anulaci¨®n can¨®nica. En cambio, una persona divorciada tras una boda civil puede casarse por la Iglesia sin cortapisa.
?Y por qu¨¦ se pelean m¨¢s? "El elemento m¨¢s perturbador para los acuerdos y la resoluci¨®n es el uso de la vivienda, que est¨¢ muy mal regulado", dice Zarraluqui. "Le dan el uso indefinido a quien se queda con los ni?os sin atender a m¨¢s cuestiones. A veces se llega a que la pareja se pelea por ellos s¨®lo para quedarse con la casa. ?Y qu¨¦ ocurre cuando una familia se rompe y queda por pagar un cr¨¦dito a 20 a?os con un sueldo normalito? Necesitar¨ªa regularse y que el juez pueda obligar a vender la casa y repartir el dinero".
Casi siempre (siete de cada 10) son ellas quienes inician el proceso de separaci¨®n. Diego Ruiz Becerril se?ala en uno de los pocos estudios sistematizados sobre rupturas en Espa?a, Despu¨¦s del divorcio (CSIC), que "el efecto iniciador de la mujer existe incluso como persona que primero habla de la ruptura matrimonial, con independencia de que formule la demanda".
El autor se?ala que el mayor porcentaje de separados se concentra entre los 35 y 39 a?os. Es m¨¢s f¨¢cil que se rompa entre los cinco y nueve a?os de convivencia y entre quienes se casan pronto. Algunas parejas mencionan razones como la violencia o el alcoholismo, otras, incomunicaci¨®n, evoluciones diferentes o divergencia de intereses". En fin, "puede afirmarse que la gran mayor¨ªa plantea la ruptura despu¨¦s de un largo y doloroso proceso", explica la abogada Bego?a Gonz¨¢lez, autora de Divorcio y separaci¨®n (Acento editorial), una gu¨ªa sobre rupturas matrimoniales.
?Cambiar la ley?
Algunas voces, como la del abogado Zarraluqui, piden un cambio en la Ley del Divorcio sobre el uso de la vivienda o que permita el divorcio sin separaci¨®n.
Carmen es psic¨®loga. Ten¨ªa muy claro que quer¨ªa la ruptura con su marido y no pudo divorciarse hasta pasados 10 a?os. "Me parece una injusticia tener que pagar dos veces, la segunda para confirmar lo que ya me hab¨ªan dicho antes. Me pill¨® en un momento poco boyante, con mi hijo, y hasta que no mejor¨® mi econom¨ªa no pude pedir el divorcio".
Diego, abogado mercantilista, considera que se habla muy poco de las consecuencias que sufre un hombre de una separaci¨®n no querida por la mujer. "Ella intent¨® resistirse por todos los medios. Las consecuencias las padecimos mi hijo y yo. Con 12 a?os le manipul¨® de tal forma que se neg¨® a verme durante cuatro a?os porque cre¨ªa que traicionaba a su madre. Lo denunci¨¦, pero, como no se considera un caso grave, no hay violencia, no se puede hacer nada. Ahora mi hijo tiene 20 a?os y lo veo, pero la relaci¨®n sufre graves secuelas". Asegura que siempre ha cumplido con sus obligaciones econ¨®micas, pero se queja de lo que llama "una barbaridad social". "Mi ex mujer trabajaba, es universitaria y con idiomas. Despu¨¦s de separarnos no ha hecho el m¨ªnimo esfuerzo por trabajar. En el divorcio ped¨ª que se establecieran plazos para que el juez viera c¨®mo iba esa cuesti¨®n. No la han citado nunca. Es terriblemente injusto, crea pensionistas de lujo y es un ejemplo nefasto para mi hijo, que piensa que existe una especie de man¨¢. Estoy casado de nuevo y el sueldo de mi mujer es inferior a la pensi¨®n alimenticia que recibe mi ex mujer".
Desde Justicia, Dorrego cree que la ley se ha quedado "antigua". "La sociedad pide otras cosas, pero la reforma necesita un gran debate y consenso nacional". Carmen Pujol no quiere ni o¨ªr hablar de cambiar la ley. "No con una mayor¨ªa absoluta conservadora que suele aprovechar algunas circunstancias para abrir el mel¨®n en otras. Y cuando tocan algo, ?qu¨¦ casualidad!, siempre perjudica a los m¨¢s d¨¦biles".
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