Inocencia perdida
El pretexto navide?o ha hecho de Cascanueces el m¨¢s infantil de todos los grandes ballets de repertorio. Pero esto es una verdad s¨®lo parcial. Son casi siempre infantiles las adaptaciones, algunas m¨¢s apegadas a la fantas¨ªa invernal que otras, que a?o tras a?o se suceden en todo el mundo. La m¨²sica de Chaicovski no lo es y eso ha sido muy estudiado por music¨®logos e historiadores del ballet. Al contrario, su m¨²sica rezuma una profunda afectaci¨®n tardorrom¨¢ntica y su grand pas de deux es un viaje inici¨¢tico de la mano de algo que no existe: el amado ideal, el pr¨ªncipe redentor. ?ste es su sentido y esto es lo que justifica la esencialidad de la coreograf¨ªa original, sus acentos elevados, su perspectiva y linealidades.
Ballet de Biarritz
Cascanueces. Coreograf¨ªa: Thierry Malandian; m¨²sica: Piort I. Chaicovski; escenograf¨ªa y vestuario: Jorge Gallardo; luces: Jean-Claude Asqui¨¦. Teatro de Madrid. Hasta el 6 de enero.
Malandian a veces tiene en cuenta esto y otras veces no; su gui¨®n se hace complicado (algo que el ballet mismo rechaza siempre) y acent¨²a ciertos aspectos carnales que tampoco justifican ese paso a dos final, excesivamente compulsivo, con alusiones expl¨ªcitas al sexo m¨¢s acrob¨¢tico e imaginativo, todo ello para decir que Mar¨ªa, la protagonista, ha dejado de ser una ni?a. Probablemente este acierto est¨¢ dentro del original hoffmanianno y del ballet fundacional, pero de otra manera m¨¢s sutil y apropiada, porque un ballet para ni?os (en su totalidad o en parte) debe ser sobre todo eso: apropiado.
Son en la versi¨®n de Biarritz un acierto los decorados (muy cercanos a la est¨¦tica de Robert Wilson) y las luces, mientras que los trajes resultan poco m¨¢s que funcionales, sin demasiado vuelo, a excepci¨®n de los tut¨²s de las nieves o el tono deportista del propio Cascanueces, convertido en un tierno y torp¨®n boxeador.
Hay que destacar el excelente nivel de baile de los bailarines, que no cejan de hacer cosas diversas durante toda la velada para suplir, como pueden, la escasa plantilla de 12 artistas para cubrir un cl¨¢sico de dos largos actos. Eso les muestra vers¨¢tiles, dotados y hasta virtuosos. As¨ª hay que reconocer el trabajo de los dos protagonistas (Mar¨ªa y el Cascanueces-Pr¨ªncipe), del Drosselmeyer (astuto y manipulador), las dos bailarinas de la danza china o el espl¨¦ndido muchacho con turbante otomano del pas de trois oriental. Ellos han sido los h¨¦roes y los m¨¢s merecedores de un bravo.
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