Esquelas
A punto de dar el a?o por cerrado, sucede algo tan com¨²n como mirar atr¨¢s y hacer recuento de esa lista de celebridades que ya no est¨¢n entre nosotros. Bajo el t¨ªtulo de "Nos han dejado", los informativos repasan sus nombres, sus rostros, sus momentos de m¨¢s gloria. Ellos se marcharon, pero tambi¨¦n algunos ¨ªntimos, esos seres de a pie que fueron algo nuestro y que ahora s¨®lo son carne de ausencia. Creo que uno comienza a ser mayor, a aceptar esa madurez irremediable, cuando, al pasar las hojas de un peri¨®dico, se empieza a detener en las esquelas. ?stas son, al fin y al cabo, el testimonio de un adi¨®s que nos sabe indiferente a veces, nos duele otras o, en alg¨²n caso, nos regala sorpresas como las de ese diario de Valladolid que, no hace mucho, destacaba en un recuadro la muerte de do?a Herminia Diego, de 80 a?os de edad. En ella, su desconsolado esposo, rogaba una oraci¨®n por su alma, pero tambi¨¦n hac¨ªa constar en el recordatorio la terrible frase: "Los hijos pasan". Por haberlas, hay esquelas humildes, t¨®picas, vanas, ampulosas, fr¨ªas, in¨²tilmente aduladoras, tristes o hip¨®critas. Aunque las m¨¢s recomendables son las que prodiga el ABC. Desde que don Torcuato fundara el diario conservador hace ya una centuria, el sabor de sus esquelas no ha perdido el rancio aroma de entonces. Ayer mismo reproduc¨ªa en un rect¨¢ngulo de 4 x 4 el entierro en la m¨¢s "rigurosa intimidad" de la Ilustr¨ªsima Se?ora Do?a Adelina Cotarruelo Sendogorta y Alcaraz, viuda del Ilustr¨ªsimo Se?or don Arturo de Ram¨®n-Lasa Traspaderne, Hija de Mar¨ªa del Sagrado Coraz¨®n, fallecida cristianamente en Madrid habiendo recibido los S.S. y la B.A. de Su Santidad. Sus hijos, hijos pol¨ªticos, hermanas pol¨ªticas, nietos, biznietos y condes, vizcondes, primos y marqueses, sobrinos, amigos -evito el detallado pedigr¨ª, los apellidos de abolengo y esa lista nobiliaria que alcanza el centenar de afligidos- ruegan, por supuesto, una oraci¨®n.
La muerte no distingue, y eso, aunque parezca que no, tambi¨¦n es un consuelo para quienes se despiden de este mundo en un irrelevante diario de provincias tras toda una vida llam¨¢ndose, simplemente, Mengano L¨®pez, para servir a dios y a usted.
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