Doble herencia
Un respiro. Descompresi¨®n. Nueva etapa. Los catalanes empezamos 2004 descubriendo nuestra real, gozosa y enriquecedora pluralidad. Es el mejor arranque posible, mientras en Madrid intentan digerir que los catalanes son algo m¨¢s que aquel grupo de Minor¨ªa Catalana que asumi¨® la exclusiva de la representaci¨®n en el Parlamento. Empezamos, pues, el a?o con nuevos ¨¢nimos: los merec¨ªamos. Esa es nuestra ¨²nica ventaja porque la herencia de 2003 es -en todas partes- una losa. Droga dura.
He revisado mis notas, tomadas con paciencia a lo largo de 12 meses, y lo vivido en 2003 se asemeja, visto con buenos ojos, a un mal culebr¨®n, un melodrama o una comedia de enredo escrita por unos guionistas zumbados y corregida, luego, por otros guionistas algo m¨¢s profesionales. La guerra que empez¨® en Irak como una epopeya unilateral ha acabado en una pifia destructiva -que hoy recurre a la ONU para salvar los muebles- y con el terrorismo mejor instalado que nunca. Un terrorismo, por cierto, con ambici¨®n de marcar los resultados electorales de los pa¨ªses democr¨¢ticos.
Un legado envenenado el del enfrentamiento preventivo, sobre todo si se toma como modelo de relaci¨®n entre grupos humanos. As¨ª se explica que el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar descalifique al nuevo Gobierno catal¨¢n mucho antes de que ¨¦ste inicie su tarea. Claro que esta es una especialidad largamente trabajada: en abril, el presidente Azar dijo en un telediario que la oposici¨®n "quer¨ªa la guerra de Irak para desgastar al Gobierno". En agosto insisti¨® en que la oposici¨®n "cifraba sus esperanzas pol¨ªticas en ver a nuestros soldados volver en f¨¦retros". Desde ese punto de vista, el drama del Prestige se quiso convertir en un invento de la oposici¨®n y hasta Europa se vio como un enemigo.
Son los rasgos de un estilo cultural y social -el del todo vale- que es capaz tanto de encontrar normal que los l¨ªderes pol¨ªticos democr¨¢ticos elijan sucesores como que a los ni?os se les pongan nombres de marca (como Armani, Kellog's o Danone), a los futbolistas se les pague tanto como lo que cuesta un hospital o que los conductores queden en manos de la arbitrariedad y el humor de un agente de tr¨¢fico para conservar su carnet de conducir. Qui¨¦n sabe si en 2004 encontraremos normal que se expida un carnet de peat¨®n que pueda ser retirado por la autoridad competente si el peat¨®n no re¨²ne las condiciones f¨ªsicas suficientes seg¨²n el ojo de buen cubero del guardia de turno. Ese es el estilo que puede acabar instaurando un carnet de ciudadan¨ªa por puntos. ?D¨®nde est¨¢s, Orwell?
Un estilo, por cierto, que muchos no aprecian, como se ha visto, en todo el mundo, en 2003. Y ah¨ª est¨¢ el otro resumen del a?o: las salidas multitudinarias a la calle, la aparici¨®n f¨ªsica y visible de esa entelequia llamada opini¨®n p¨²blica. Una opini¨®n p¨²blica, por cierto, de composici¨®n planetaria o global: un fen¨®meno nuevo, real, inducido por el rumbo de los acontecimientos. La gente que ha manifestado su estupor, su desagrado, su contestaci¨®n a unos dirigentes poco capaces y su desacuerdo con el gui¨®n descerebrado de un pu?ado de neocons fundamentalistas, ha corregido en buena parte el gui¨®n de este a?o y ha dado fe de su preferencia por la colaboraci¨®n preventiva entre seres humanos, pa¨ªses o pueblos.
La herencia de 2003 no es, pues, unidireccional, sino doble. Una minor¨ªa, muy poderosa, ensordecedora, insiste en el todo vale y una mayor¨ªa silenciosa empieza a hablar y se?alar con el dedo: no todo vale. Esa reacci¨®n equivale, por s¨ª misma, a sugerir que hay otra forma de vivir menos despiadada y brutal. El enfrentamiento preventivo se ha topado de bruces en 2003 con la propuesta de colaboraci¨®n preventiva. Es el enfado frente a la sonrisa, el miedo frente a la confianza. Catalu?a ha optado por la colaboraci¨®n preventiva. Por la inteligencia.
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