El se?or de los piojos
Los tiranos y s¨¢trapas no suelen pagar sus cr¨ªmenes; lo frecuente es que mueran en sus camas, endiosados por la obsecuencia y el servilismo de sus aduladores y sirvientes y que el terror que instauraron en vida siga envenenando la atm¨®sfera de sus pa¨ªses todav¨ªa un buen tiempo, como una emanaci¨®n ponzo?osa de sus cad¨¢veres, antes de que la sociedad a la que mantuvieron acobardada y sobornada comience a romper el hechizo e inicie el verdadero proceso de liberaci¨®n.
As¨ª murieron Stalin, Mao, Franco y decenas de dictadorzuelos asi¨¢ticos, latinoamericanos, africanos y centroeuropeos, y as¨ª morir¨¢ sin duda Fidel Castro, al que, es seguro, acompa?ar¨¢ un cortejo funerario de llorones y lloronas tan largo como el que escolt¨® al cementerio al General¨ªsimo Trujillo. Son raros los casos de un Mussolini o un Ceausescu, ejecutados por la ira popular cuando todav¨ªa ejerc¨ªan el poder, o el de un Hitler que, antes de caer en manos de los aliados, prefiri¨® matarse y quemarse con su familia en una ceremonia b¨¢rbara curiosamente parecida al Holocausto en que su racismo ves¨¢nico asesin¨® a seis millones de jud¨ªos. Lo m¨¢s com¨²n, entre los tiranuelos tercermundistas, ha sido retirarse del poder con los bolsillos forrados de millones, como Mobutu, Per¨®n, Batista, P¨¦rez Jim¨¦nez, el emperador Bocassa o Baby Doc, a sus palacetes europeos o a sus residencias de la Costa Azul o de las islas, a sobrellevar una tranquila vejez rememorando, entre nubes de alcohol y excesos carnales y ventrales, sus pasadas fechor¨ªas.
Lo m¨¢s dif¨ªcil no es tumbar a un tirano, sino eclipsar esa aureola de autoridad que inevitablemente genera el poder cuando se ejerce por muchos a?os
Los grandes tiranos se llegan a infiltrar en las mentes de sus s¨²bditos, incluidas las de sus propias v¨ªctimas, a las que terminan por privar de libre albedr¨ªo
Lo importante del juicio es que el pueblo iraqu¨ª vea lo absurdo y torpe que fue permitirle tomar el poder y ejercitarlo de esa manera desorbitada y total
Cuando el tirano desaparece, la ciudadan¨ªa est¨¢ aturdida, confusa, y le cuesta mucho trabajo actuar y decidir su conducta c¨ªvica racionalmente
Simbolismo extraordinario
Por eso, la manera como ha ca¨ªdo Sadam Husein, en la aldehuela de Al Duri, no lejos de la ciudad de Tikrit donde naci¨® en 1937, tiene un simbolismo extraordinario. Denunciado por un miembro de su propio clan, fue encontrado en una cueva sofocante, llena de cucarachas y de ratas, en la que estaba m¨¢s sepultado que escondido, sucio, vestido como un pordiosero y sin duda maloliente, con la barba y los pelos crecidos y -?sobre todo eso!- muerto de p¨¢nico. Apenas se abri¨® la tapa del agujero que era su refugio y los conos de luz de las linternas de los soldados de la 4? Divisi¨®n de Infanter¨ªa lo iluminaron, se lo oy¨® clamar a voz en cuello, en ingl¨¦s y en ¨¢rabe, "!No disparen! ?No disparen! ?Soy Sadam Husein y quiero negociar!". El fr¨ªo asesino de cientos de miles -y acaso millones- de iraqu¨ªes, el sanguinario torturador de kurdos, chi¨ªes, iran¨ªes, kuwat¨ªes y sospechosos de disidencia de cualquier secta o partido, el canalla que sin el m¨¢s m¨ªnimo escr¨²pulo lanz¨® cohetes Scuds, durante la Guerra del Golfo, contra la poblaci¨®n civil inerme de Tel Aviv y Haifa y mand¨® gasear, durante la insurrecci¨®n kurda de 1988, a la poblaci¨®n de Halabjah a consecuencia de lo cual perecieron m¨¢s de cinco mil personas y quedaron inv¨¢lidas o malogradas de por vida y con cicatrices atroces otras diez mil, ahora ten¨ªa miedo por su vida y ped¨ªa que sus captores se la respetaran y le guardaran las consideraciones a que tiene derecho todo prisionero en una sociedad civilizada. As¨ª se hizo con ¨¦l, en efecto, y pocas horas despu¨¦s, el mundo entero tuvo ocasi¨®n de ver en las pantallas de televisi¨®n a un m¨¦dico del Ej¨¦rcito de Estados Unidos despiojando al d¨¦spota que se jactaba de ser un Nabucodonosor redivivo y explor¨¢ndole la dentadura porque el pobre, al parecer, se hab¨ªa quejado ante sus captores de dolores de muelas.
Cuando uno de los cuatro miembros del consejo de gobierno iraqu¨ª que los jefes de la 4? Divisi¨®n de Infanter¨ªa llevaron a identificar a Sadam Husein, para verificar que el prisionero no era uno de los dobles de que se serv¨ªa para despistar a posibles tiranicidas, Mowaflak Al Rubaie (que pas¨® por las mazmorras del Baaz y sobrevivi¨® a salvajes torturas) encar¨® a Sadam Husein y le dijo: "Ten¨ªas contigo dos fusiles AK-47 y una pistola cuando te encontraron. ?Por qu¨¦ no te pegaste un tiro, cobarde?", aqu¨¦l s¨®lo atin¨® a balbucear una injuria ("?Fils de pute!"), en franc¨¦s, como le gustaba hacerlo cuando estaba en el poder y algo lo irritaba (sus c¨®leras, por lo visto, eran siempre un fuego de artificio de improperios afrancesados).
Crueldades y demencias
Es bueno que los 25 millones de iraqu¨ªes que no perecieron debido a las crueldades y demencias de Sadam Husein -s¨®lo los ocho a?os de la guerra que desencaden¨® contra Ir¨¢n costaron cerca de cuatrocientos mil muertos a Irak y su delirio armamentista sumi¨® en la miseria a la poblaci¨®n de una naci¨®n que es un mar de petr¨®leo y que podr¨ªa tener uno de los niveles de vida m¨¢s altos del planeta- hayan visto al ¨ªdolo que tanto tem¨ªan y al que buen n¨²mero de ellos adoraba, convertido en una piltrafa despreciable, echando por la borda los ¨²ltimos restos de dignidad, y aferr¨¢ndose con desesperaci¨®n a esa vida de la que priv¨® sin la menor emoci¨®n a tantos compatriotas, llegando, en su sadismo, a ordenar incluso el fusilamiento de ni?os reci¨¦n nacidos delante de sus padres en los "escarmientos preventivos" que orquestaba la Mukhabarat o polic¨ªa pol¨ªtica con el ¨²nico objeto de mantener vivo el pavor colectivo hacia el r¨¦gimen.
Lo m¨¢s dif¨ªcil no es tumbar a un tirano, aunque a veces ello cueste a un pueblo mucho sufrimiento y muchos a?os. Es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil eclipsar esa aureola de autoridad y respetabilidad que inevitablemente genera el poder cuando se ejerce por muchos a?os y con implacable dureza por un hombre al que el temor y la propaganda machacada d¨ªa y noche terminan por convertir a los ojos de los ciudadanos en un superhombre, en una divinidad todopoderosa. Los grandes tiranos, como Sadam Husein -o Stalin y Hitler a quienes ¨¦l tuvo siempre como modelos- se llegan a infiltrar en las mentes de sus s¨²bditos, incluidas las de sus propias v¨ªctimas, a las que terminan por privar de soberan¨ªa y libre albedr¨ªo, robotiz¨¢ndolas. Cuando el tirano desaparece, esa ciudadan¨ªa est¨¢ aturdida, confusa, y le cuesta mucho trabajo actuar y decidir su conducta c¨ªvica racionalmente, pues ha perdido el h¨¢bito de hacerlo, acostumbrada como estaba a que quien detentaba el poder absoluto decidiera por ella en todo lo esencial, y a veces hasta en lo trivial. Ese es el mayor obst¨¢culo para que una democracia -que es una costumbre y una cultura m¨¢s que el funcionamiento de ciertas instituciones- prospere en una sociedad cuya vida c¨ªvica fue arrasada por mucho tiempo debido a la dictadura. Por eso, no es extra?o que, a la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la Rusia que padeci¨® casi ochenta a?os de totalitarismo, haya vivido estos ¨²ltimos a?os en semejante libertinaje y se vaya convirtiendo cada d¨ªa m¨¢s en una caricatura de democracia en manos de una pandilla de ex funcionarios de la KGB.
Falta de respetabilidad
Ning¨²n dictador es respetable y todos son unos criminales y unos cr¨¢pulas, sin excepci¨®n. Aunque algunos guarden mejor las formas que otros, y roben m¨¢s o menos, y la lista de sus asesinados, torturados y desaparecidos sea larga o encogida. Porque todos ellos corrompen a sus pueblos, creando unas escalofriantes escalas de valores que desnaturalizan la moral m¨¢s elemental, y desmovilizan el esp¨ªritu creador y las iniciativas libres de las personas, anulando en ¨¦stas la generosidad, la actitud cr¨ªtica, la independencia de criterio, y promoviendo los peores instintos, la auto-censura, la adulaci¨®n, la delaci¨®n, y ese miedo cr¨®nico que es fuente de todas las claudicaciones y complicidades.
Sadam Husein es una de las expresiones m¨¢s abyectas de esa especie repelente. En su vida no hay un solo hecho, gesto, actitud, que pueda llamarse desinteresado, noble, inspirado en un fin generoso. Sus ¨²nicas credenciales han sido, desde que se tiene testimonios sobre su vida, las de un mat¨®n y un pistolero encallecido precozmente, obsesionado por el poder, que se fue abriendo paso mediante traiciones y cr¨ªmenes sin cuento, primero entre las distintas facciones del partido Baaz -en sus or¨ªgenes nacionalista, laico y panarabista- y luego en su propio pa¨ªs hasta hacerse con un poder absoluto que ejerci¨® con una ferocidad que produce v¨¦rtigo. Al final, cegado por una arrogancia que lo hac¨ªa creerse invulnerable, cometi¨® el error pol¨ªtico m¨¢s grave de su carrera, la invasi¨®n de Kuwait, el principio del fin de su macabra odisea.
Nacido en una familia modesta, pero con muchas conexiones tribales en la regi¨®n de Tikrit, se conoce muy poco de su juventud, aunque varios bi¨®grafos suyos aseguran que desde adolescente particip¨® en atracos y actividades delictuosas por lo que fue fichado por la polic¨ªa en unos registros que, m¨¢s tarde, ya en el poder, se ocupar¨ªa de hacer desaparecer. Su primera acci¨®n pol¨ªtica conocida es su participaci¨®n en el intento fracasado de asesinar, en 1959, al primer ministro Abdul Karim Qassim. Sadam Husein qued¨® herido en el asalto a Palacio y fue a esconderse, en los alrededores de Tikrit, en una granja no lejana de la aldea de Al Duri, donde fue capturado el s¨¢bado 13 de diciembre de 2003. De all¨ª pas¨® el r¨ªo Tigris a nado y se refugi¨® en Siria, donde conoci¨® a Miguel Aflak, un cristiano damasceno fundador del Baaz quien le inculc¨® el parad¨®jico culto simult¨¢neo a Stalin y Hitler. En sus a?os de exilio, en Siria y en Egipto, pas¨® por las aulas de una Facultad de Derecho, pero no lleg¨® a recibirse. Fue siempre un hombre inculto y cuando estuvo en el poder desencaden¨® desde el principio una verdadera cacer¨ªa de intelectuales, por los que sinti¨® siempre la t¨ªpica desconfianza e inquina del analfabeto funcional que era. Gracias a eso todo el Medio Oriente se llenar¨ªa de artistas, escritores, profesores y cient¨ªficos iraqu¨ªes exiliados.
La carrera de Sadam Husein dentro del Partido Baaz fue durante mucho tiempo invisible, pero enormemente efectiva. Porque se concentr¨® en las tareas de disciplina y espionaje interno, es decir en montar redes de informaci¨®n y delaci¨®n y en las palizas, torturas y asesinatos perpetrados contra adversarios o contra las facciones rivales de los propios baazistas. Cuando, en 1968, tiene lugar el golpe de Estado que lleva al poder en Irak al Baaz, Sadam Husein ocupa, en apariencia, una oscura vice-presidencia, pero como jefe de la polic¨ªa pol¨ªtica y de la seguridad su poder es ilimitado. En los once a?os que corren hasta que asuma directamente el poder en 1979 asesina a una veintena de dirigentes baazistas que compet¨ªan con ¨¦l por la direcci¨®n del partido. Apenas un a?o despu¨¦s, lanza la ofensiva militar contra Ir¨¢n, en la que emplear¨¢ gases t¨®xicos contra poblaciones civiles, de la que resultar¨¢, entre ambos contendientes, cerca de un mill¨®n de muertos. Los iraqu¨ªes que tratan de evadir el servicio militar son desorejados. El mismo a?o en que se firma la paz estalla una rebeli¨®n kurda, que Sadam reprime con una matanza generalizada, utilizando tambi¨¦n armas qu¨ªmicas, y desenraizando poblaciones enteras del Kurdist¨¢n iraqu¨ª para reemplazarlas por ¨¢rabes sunn¨ªes. En 1990 invade Kuwait, donde sus tropas permanecer¨¢n cinco meses hasta que la coalici¨®n de pa¨ªses liderados por Estados Unidos pondr¨¢ fin a la ocupaci¨®n. Desde entonces hasta su defenestraci¨®n, Sadam Husein no har¨¢ otra cosa que sobrevivir, pero, eso s¨ª, sin aflojar -por el contrario, endureciendo cada d¨ªa m¨¢s- la brutalidad represiva, en funci¨®n de una paranoia persecutoria que, en los ¨²ltimos a?os, lo llev¨® a perpetrar incontables asesinatos colectivos de cientos y miles de personas para desalentar conspiraciones que, en la gran mayor¨ªa de los casos, exist¨ªan s¨®lo en su imaginaci¨®n.
Inmundicias humanas
Que Sadam Husein sea juzgado en su propio pa¨ªs y por jueces iraqu¨ªes, bajo una vigilancia internacional que garantice la pureza del procedimiento, o por la Corte Internacional de la Haya que est¨¢ juzgando a Milosevic, no tiene mucha importancia, en realidad. Lo importante es que el pueblo iraqu¨ª, y todos los pueblos que todav¨ªa padecen dictaduras, vean, en las sesiones de ese juicio, la poca cosa que son y lo que valen esas inmundicias humanas por las que se han dejado o se dejan todav¨ªa maltratar, robar, asesinar, violar y degradar, y lo absurdo y torpe que fue permitirles tomar el poder y ejercitarlo de esa manera desorbitada y total. Y lo f¨¢cil que hubiera sido, al principio, atajarlos y defenestrarlos, ahorr¨¢ndose tanto dolor, tanta miseria y tanta sangre. Ojal¨¢ que la imagen televisada del Se?or de los Piojos quede largo tiempo flotando en las conciencias de los ingenuos que todav¨ªa creen que los hombres fuertes y providenciales son la soluci¨®n.
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