El laicismo: ?regresi¨®n o progreso?
Desde que Jacques Chirac asumi¨® solemnemente la responsabilidad de la mayor¨ªa de los an¨¢lisis y propuestas hechos por la Comisi¨®n Stasi, ha quedado claro que la opini¨®n p¨²blica francesa en su gran mayor¨ªa es favorable a la concepci¨®n a la vez muy fuerte y muy nueva del laicismo presentado por el presidente de la Rep¨²blica. Olvidamos demasiado que el laicismo nunca se ha definido, porque la ley de 1905, obra maestra de la pol¨ªtica laica, es sencillamente una ley de separaci¨®n de las Iglesias y el Estado, de reconocimiento de las primeras por el segundo, pero tambi¨¦n de no financiaci¨®n por parte del Estado de las Iglesias y de sus diversas actividades, entre ellas las capellan¨ªas en los institutos, los hospitales y las prisiones.
La Comisi¨®n Stasi y el presidente de la Rep¨²blica han dado por primera vez una definici¨®n elaborada, positiva y abierta del laicismo. Todos los que tem¨ªan un regreso del esp¨ªritu antirreligioso e incluso anticlerical han quedado decepcionados, y los que tem¨ªan una vuelta a las luchas antirreligiosas de principios del siglo XX se han quedado tranquilos. El informe Stasi no propone ninguna medida que pueda considerarse agresiva para ninguna Iglesia. Al contrario, ha subrayado la unanimidad de las Iglesias en Francia sobre el respeto al laicismo.
Desde hace varias d¨¦cadas, el conflicto entre cat¨®licos y "republicanos" ha desaparecido completamente. Qued¨¦monos tranquilos, Francia no agita las cenizas de un conflicto escolar y de la verdadera guerra de religi¨®n, que la dividieron y debilitaron durante todo el siglo XIX. Una vez descartado este peligro imaginario, queda un debate real. ?Hay que prohibir por ley las manifestaciones de una creencia religiosa? Si se plantea el problema en estos t¨¦rminos, desde luego hay que dar a la pregunta una respuesta negativa, aunque seamos conscientes de los incidentes cada vez m¨¢s numerosos que enfrentan a los ¨¢rabes y los jud¨ªos, de forma especial en los institutos, porque estos conflictos, preocupantes porque conllevan una nueva ola de antisemitismo, est¨¢n ligados al enfrentamiento entre los palestinos e Israel. Afirmar que los ataques contra los programas escolares y la organizaci¨®n m¨¦dica no tienen nada que ver con la afirmaci¨®n de su creencia por parte de j¨®venes musulmanas no supone olvidar el aislamiento cada vez mayor de las poblaciones de origen ¨¢rabe o turco, e incluso la formaci¨®n de guetos que implican un repliegue comunitario.
La libertad de conciencia de las j¨®venes que llevan velo no se protege mejor reconociendo tendencias de hecho inaceptables para la inmensa mayor¨ªa de los franceses. A decir verdad, hoy el problema consiste en que estas j¨®venes no consiguen expresarse, aunque sean muchas y muy activas. Son rechazadas por los grupos islamistas radicales y despiertan la desconfianza de los defensores de un laicismo estrecho, a menudo te?ido de una "arabofobia" que no tiene mucho que ver con la religi¨®n. Es, pues, indispensable y urgente que estas j¨®venes hagan o¨ªr su voz, aunque para ello deban hacer grandes sacrificios y franquear obst¨¢culos dif¨ªciles para llegar a ser reconocidas por lo que son.
Personalmente planteo la hip¨®tesis de que tras la ley que aportar¨¢ garant¨ªas a los profesores y a todos los que temen estar expuestos a ataques peligrosos, vamos a ver multiplicarse las iniciativas tomadas por las j¨®venes con velo, que demasiado a menudo son consideradas manipuladas y sin convicciones personales. No pretendo que mi interpretaci¨®n se imponga a todos por s¨ª misma. Pero quiero afirmar que es el razonamiento que acabo de presentar el que me ha llevado a firmar el informe de la Comisi¨®n Stasi, a la que nadie puede negar el haber multiplicado las declaraciones a favor del conocimiento y la libertad del islam igual que de todas las formas de libertad de conciencia.
Desde hoy, el inmenso eco de este gran debate, en Francia y fuera de Francia, tiene efectos positivos. A la vez para denunciar pr¨¢cticas inaceptables y para llamar la atenci¨®n sobre estas mujeres con velo cuyas convicciones y honradez no puede negar nadie de buena fe. Muchos pa¨ªses se sienten tentados de retomar este discurso tan conocido sobre la excepci¨®n francesa, definida siempre de forma negativa. Hemos visto incluso, hace poco, c¨®mo se desarrollaba en Estados Unidos una campa?a contra Francia, no s¨®lo por su postura contra la guerra de Irak, sino debido, seg¨²n la prensa estadounidense, a su antisemitismo masivo. Por el contrario, se puede pensar que, por una parte, la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos son laicos y defienden, por lo tanto, posturas no muy alejadas de la de Francia y, por otra parte, que en todas partes, incluso en Holanda, existe una conciencia cada vez mayor de que hay que analizar mejor los grupos de defensa comunitaria, porque no s¨®lo aportan el respeto a las creencias y las pr¨¢cticas, sino que tambi¨¦n pueden llevar al sectarismo y a formas muy degradadas de los aspectos m¨¢s peligrosos y antilaicos de la vida religiosa.
Que crean, al menos, que no existe de ninguna manera en Francia una vuelta al esp¨ªritu antirreligioso que fue tan fuerte en el siglo XIX, aunque, no hay que olvidarlo, se produjera m¨¢s a menudo por buenas que por malas razones. Pero corresponde a los franceses en primer lugar el abrir y desarrollar un gran debate nacional que d¨¦ a las medidas que se van a tomar el sentido positivo de la necesaria defensa del laicismo y de ninguna manera el sentido condenable de una oposici¨®n a las creencias religiosas de las j¨®venes musulmanas.
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