?Est¨¢n locos esos romanos!
En la toma de posesi¨®n del nuevo presidente de la Generalitat pudo verse el abrazo de ¨¦ste al nuevo presidente del PNV, el se?or Imaz, y el del vasco a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el cual, m¨¢s tarde y en animado coloquio, le dec¨ªa al de Zum¨¢rraga algo de f¨¢cil comprensi¨®n, llev¨¢ndose los ¨ªndices a las sienes: los gobernantes del PP est¨¢n locos. Se refer¨ªa, sin duda, a la locura que supone la ofensiva penal contra las autoridades de Euskadi, condenada por 300 penalistas; a la apelaci¨®n de Fraga al ej¨¦rcito contra Maragall; a la arremetida de Aznar contra unas reformas constitucionales leg¨ªtimas que ¨¦l considera que ponen en peligro la unidad nacional y que s¨®lo persiguen la secesi¨®n de Catalu?a y Euskadi; a las acusaciones del se?or Zaplana al Gobierno catal¨¢n de "contagiar" a las otras comunidades con pretensiones "inconstitucionales" que inician un proceso de "liquidaci¨®n de la Administraci¨®n central". Lo peor de esa locura es que nace de un inter¨¦s desesperado por obtener de nuevo en marzo la mayor¨ªa absoluta que le permita al se?or Rajoy seguir en el poder tras la desastrosa pol¨ªtica exterior (guerra de Irak y rechazo europeo) e interior ( radicalizaci¨®n vasca, quiebra del Estado de derecho, crisis de los servicios p¨²blicos, familias endeudadas hasta las cejas, etc¨¦tera). Tal mayor¨ªa peligra, como demuestra el indignado plante de toda la oposici¨®n al negarse incluso a votar la tramposa penalizaci¨®n de las autoridades vascas y catalanas. ?Digno colof¨®n premonitorio a una legislatura bochornosa, dirigida por un falso dem¨®crata que desprecia, insulta y golpea bajamente al resto de los representantes de la naci¨®n!
Apelando a esa misma naci¨®n y a una Constituci¨®n tan a menudo vulnerada, se pretenden ahora los votos de unos ciudadanos bombardeados por la televisi¨®n m¨¢s sectaria y embustera desde el franquismo. Pero el se?or Aznar ha incurrido varias veces en un desliz ling¨¹¨ªstico revelador: tachar de enemigos del Estado a los que, seg¨²n ¨¦l, con las reformas tan s¨®lo pretenden "un cambio de r¨¦gimen pol¨ªtico". Y es verdad. Toda la oposici¨®n dem¨®crata exige un cambio de r¨¦gimen, pero es precisamente para salvar y fortalecer el Estado democr¨¢tico que el se?or Aznar, como buen falangista, confunde con su propio r¨¦gimen o regimiento de la cosa p¨²blica, expulsando del Estado por ley, decreto o calumnia al resto de la ciudadan¨ªa. Lo que mueve a los gobiernos vasco y catal¨¢n no es la secesi¨®n de Espa?a y su Estado ni la liquidaci¨®n de su Administraci¨®n central, sino separarse de un r¨¦gimen anticonstitucional y reconstruir el Estado social, democr¨¢tico y de derecho de nuestra constituci¨®n; ese Estado cuyo jefe, el Rey, le ha recordado ya en dos ocasiones altamente significativas al se?or Aznar (tras haber sido ninguneado por ¨¦l largo tiempo) que nadie puede apropiarse de la Constituci¨®n en exclusiva y que "hablando se entiende la gente", por no citar el cari?oso abrazo con que recibi¨® al presidente Maragall.
Se equivocan, pues, los que reprochan al l¨ªder del PSOE que denuncie el franquismo del PP y que dialogue con vascos y catalanes en busca de la verdadera cohesi¨®n nacional que destruye el separatismo autoritario y agresivo de dicho partido. Eso no le quitar¨¢ votos, sino que se los dar¨¢, pues se le da la cara, sin complejos, al malicioso rival; se hace del insulto deslegitimador una bandera legitimante; se libra del chantaje patriotero electoral; se apoya al nuevo Gobierno catal¨¢n y se inicia una aproximaci¨®n prudente pero cierta a un PNV que, a su vez, y pese a las presiones del Gobierno y de Batasuna, hace signos de apertura dialogante, sustituye al rudo Arzalluz por el fino Imaz y abre la posibilidad de un proyecto Ibarretxe mejor estudiado jur¨ªdicamente para buscar lo aceptable del mismo. El mismo lehendakari, en este diario, ha expresado su voluntad de cambiarlo en lo que sea necesario con tal de llegar a un acuerdo tanto en Vitoria como en Madrid.
Por otro lado, se perfila ya una alianza de toda la oposici¨®n espa?ola de izquierdas y de los partidos propios de las comunidades aut¨®nomas para impedir que en marzo siga gobernando el PP. El "contagio" catal¨¢n provocar¨¢, como en 1979, nuevas reivindicaciones de autogobierno regionales y el voto popular a los partidos que hicieron posible la actual Constituci¨®n frente a los ex franquistas culminar¨¢ la construcci¨®n de un Estado federante y estable que frustr¨® el pacto entre el presidente Su¨¢rez y el presidente Pujol para que el conflicto permanente entre el Estado y las comunidades permitiera a la derecha fingir unas patrias (la com¨²n y las propias) en peligro de ser destruidas, con el rendimiento patri¨®tico-electoral consiguiente. Derrotado ahora el pujolismo, los herederos de aquella derecha espa?ola sufrir¨¢n la misma suerte si la alianza que se apunta prospera y acaba con la locura desesperada de los dirigentes del PP.
Por ser lector fiel de las proezas resistentes de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix, no pude menos de evocar su famosa frase al ver el gesto de mi amigo Zapatero con sus dedos ¨ªndices barrenando las sienes: "?Est¨¢n locos esos romanos!". Y es verdad. Est¨¢n locos los capitalinos si tratan como tribus rebeldes a los pueblos hispanos y los amenazan con ir "todos a la c¨¢rcel" o con la Brunete. Al final, Maragallix e Ibarretxix entrar¨¢n con su p¨®cima m¨¢gica en Matritum para civilizarla y limpiarla de sus propios b¨¢rbaros en bien de toda la Hispania.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es profesor de Derecho Constitucional de la UB.
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