Al cierre
Tentado a volver sobre los acontecimientos de este 2003 que se va y nada proclive a hacer de augur del a?o que estar¨¢ aqu¨ª dentro de horas, prefiero volver sobre mi mismo y auscultar en la columna mi actitud como columnista, tomar la temperatura que me mantiene puntual a la cita de los mi¨¦rcoles y reiterarme en ciertas desesperanzas, para que lo que es escepticismo no acabe conquistado por el cinismo.
Escribo desde hace casi 30 a?os en los peri¨®dicos. He publicado cerca de 2.000 art¨ªculos de opini¨®n. Empec¨¦ a publicar pr¨¢cticamente al d¨ªa siguiente de morir el dictador y, hasta hoy, no he dejado de hacerlo. Fui testigo de una transici¨®n a la democracia con muchas trampas, y desde entonces, opin¨¦ donde pude sobre acontecimientos, ideas, programas de gobierno, conflictos pol¨ªticos y sociales, actitudes, hechos hist¨®ricos y efem¨¦rides; me entusiasm¨¦ con esperanzas, maldije manipulaciones, advert¨ª de peligros, fui v¨ªctima de improperios y acreedor de pocas, contadas y no siempre sinceras alabanzas. Fui cr¨ªtico con lo que poco que dio de s¨ª nuestro autogobierno: critiqu¨¦ a UCD, al PSPV, a AP, a UPV, al PCPV, al CDS, al PP, a UV, al BNV, incluso a los partidos con los que me sent¨ª pr¨®ximo o adherente (PNPV, PRD, BNV). Buena parte de los l¨ªderes pol¨ªticos valencianos recuerdan que a menudo les trat¨¦ con dureza, y que cuando hab¨ªa que alabar a alguien o a algo, no siempre esper¨¦ a escribir la necrol¨®gica correspondiente.
Defend¨ª causas de impoluta progenie democr¨¢tica, a veces casi en solitario; fui pionero de algunas demandas que luego llamaron la atenci¨®n de los gobernantes. Escrib¨ª sobre vicios sociales y virtudes republicanas, a prop¨®sito de incapacidades pol¨ªticas y de imp¨²dicas biograf¨ªas. Quise estar, casi siempre, equidistante del poder y de la oposici¨®n y lejos de la tentaci¨®n de corromperme. Seguramente, si alguien se tomase la molestia de comprobar el grado de justicia que hago conmigo mismo en estas declaraciones precedentes estoy convencido que incluso los m¨¢s reacios a admitirlo se sorprender¨ªan gratamente. Y, ?entonces?
Cuando miro atr¨¢s y veo el cr¨¦dito que el columnismo moralizante (en el sentido republicano del t¨¦rmino) tiene en nuestra sociedad, cuando hago balance del formidable coste de este esfuerzo comparado con la escu¨¢lida cuenta de resultados, me asalta la misma tentaci¨®n: ?por qu¨¦ no dedicar este denodado e impagable esfuerzo de moralista a algo tan apasionante como los negocios geniales que recomiendo a otros, a la literatura (como me piden los amigos de verdad que tengo), al cuidado de mi jard¨ªn ecol¨®gico, a criar p¨¢jaros ex¨®ticos en serio (y no como ahora) o a reciclarme como cocinero de platos tradicionales valencianos y ofrecer comidas a los amigos m¨¢s all¨¢ del fastuoso arr¨®s al forn de que presumo?
?Es que alguien echar¨ªa en falta a un columnista plasta que nada contracorriente, que se escurre descaradamente del etiquetado patol¨®gico con el que algunos justifican todo, y que nos inquieta cada mi¨¦rcoles con inc¨®modas peroratas?
?Pas¨® el tiempo de las columnas ejemplarizantes? ?Hubo alguna vez demanda de mercanc¨ªas de ese tipo? ?Nos mantienen los directores de los peri¨®dicos en la cuadra por puro y at¨¢vico respeto hacia la arqueolog¨ªa del periodismo? As¨ª las cosas ?ser¨¢ por pura vanidad que volver¨¦ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles a la cita? Esas son mis cuitas para el cierre. ?Y feliz y pr¨®spero a?o nuevo!
Vicent.franch@eresmas.net
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