Nostalgia y amor prohibido
Nostalgia y melancol¨ªa: de Adolfo y Mercedes, en otro tiempo...No s¨¦ si un cr¨ªtico se puede permitir ser nost¨¢lgico pero, en el fondo, es una persona. Mercedes s¨ª permiti¨® que una directora de escena lo fuera, y mont¨® la obra con melancol¨ªa, algo de tristeza, algo de nostalgia. En la primera acotaci¨®n de la obra se describe al personaje: est¨¢ mayor, seguramente cansado, "con esa fatiga que los a?os nos van dejando poco a poco". Y tiene fr¨ªo, y la estufa apenas calienta la buhardilla. Es un actor en paro: "no le llaman", como se dice en el lenguaje interno. Una parte de la obra es ¨¦sta: un final de actor.
Cuando la escribi¨® Adolfo, estaba enfermo de una muerte lenta: hay aqu¨ª, pienso, una equivalencia. Al personaje le ofrecen hacer de Rey Mago en unos grandes almacenes -y tiene que aceptar, y cobrar, con asco y dolor, el cheque. Dentro de este drama surge otro: una ni?a "de 12 o de 13 a?os", dice ¨¦l -que sabe que tiene 12- le visita en su buhardilla. Empieza una comedia de amor entre el viejo acabado y la ni?a: s¨ª, enamora, pese a todo lo que est¨¢ permitido no solamente por las leyes, sino en la costumbre: Lolita, de Nabokov, pero es de 1955 y en esa ¨¦poca hab¨ªa mas libertad que ahora en el mundo occidental (en Espa?a, ya se sabe: un desastre).
Noche de Reyes sin Shakespeare
De Adolfo Marsillach. Int¨¦rpretes: H¨¦ctor Colom¨¦, Paco Racionero, Carolina Lapausa, Arturo Querejeta, Esther Montoro. Escenograf¨ªa y vestuario: Monse Amen¨®s. Iluminaci¨®n: Juan G¨®mez Cornejo. Espacio sonoro: Eduardo Vasco. V¨ªdeo de ?lvaro Luna. Direcci¨®n: Mercedes Lezcano. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Centro Dram¨¢tico Nacional. Madrid.
Se insiste en que "no ha pasado nada": solo sentimiento. Sin siquiera "tocamientos", como dicen las leyes. No los hay, claro. Es otra cosa. La valent¨ªa de la acci¨®n est¨¢ en que la ni?a de la obra tiene 12 a?os... Bien: hay madre, hay comisario, hay posibilidad de prisi¨®n preventiva, de juicio por pederastia: el hombre y la ni?a se separan. Quiz¨¢ si la comedia hubiera continuado alg¨²n tiempo m¨¢s, hubieran sido amigos del alma: pero no puede continuar. El hombre maduro, helado, hambriento, abandonado, se suicida. Aqu¨ª se unen las dos obras: la del hombre mayor que termina en el fracaso su vida y la del sentimiento imposible; los dos seres, en uno, eligen el suicidio.
Quiz¨¢ ¨¦ste sea un buen punto para destacar al actor H¨¦ctor Colom¨¦, que interpreta todos los matices con emoci¨®n, y traslada esa emoci¨®n a los espectadores. Hace muy bien su personaje y es, en efecto, el gran actor que representa. Quiz¨¢ la obra, que es breve, se deb¨ªa haber reducido a esos dos personajes, el hombre y la ni?a -Carolina Lapausa-; hay otro personaje de servicio, para antecedentes, que es el representante y que hace Paco Racionero, y dos sobrantes, el que el reparto se llama "Individuo" pero es un comisario de polic¨ªa, y la madre de la ni?a: sus escenas son de un realismo innecesario, cuando la representaci¨®n est¨¢ tocada por la melancol¨ªa y el ensue?o, por la poes¨ªa -dice, al menos, la directora-y el decorado y las luces tienden a eso: el suelo es una rampa hacia arriba, el foro es un vac¨ªo que a veces se llena de proyecciones de la televisi¨®n. Quiz¨¢ la rampa est¨¢ demasiado marcada para la dificultad de movimientos de los actores. Y quiz¨¢ hay demasiada sombra, demasiado medio tono en la voz y les dificulta expresar sus matices y sus gestos.
El p¨²blico era teatral: invitados que saben lo que es el miedo de que "no le llamen", gente dolorida por el recuerdo y decidida a ovacionar a la obra y a la directora: y especialmente a Colom¨¦.
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