El presidente de Ir¨¢n cifra en 40.000 los muertos en el terremoto que destruy¨® Bam
Los habitantes de las aldeas de los alrededores se quedan sin medios de subsistencia
Postrud, una aldea a siete kil¨®metros al noreste de Bam, llora a sus muertos, pese a que ayer mismo una mujer fue hallada viva entre los escombros. Unos 2.000 de sus 6.000 habitantes murieron en el se¨ªsmo que arras¨® la regi¨®n el viernes pasado, y la cifra de v¨ªctimas aumenta d¨ªa a d¨ªa hasta situarlo entre las peores cat¨¢strofes de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Ayer, el presidente de Ir¨¢n, Mohamed Jatam¨ª, declar¨® que los fallecidos pueden llegar a 40.000, aunque neg¨® que alcanzasen los 50.000, cifra que barajan las autoridades locales de la provincia de Kerman.
En la esquina de las dos ¨²nicas calles de Postrud se han agrupado seis mujeres para llorar juntas a sus muertos. Su pena es tal que no les consuela el milagro sucedido horas antes en esa misma aldea, donde fue hallada viva una mujer. La rescataron sus vecinos y familiares removiendo los escombros en b¨²sca del cad¨¢ver. Nadie pod¨ªa imaginar que cuatro d¨ªas despu¨¦s de un terremoto que ha reducido a polvo una ciudad de 80.000 habitantes y causado grav¨ªsimos da?os en los pueblos de alrededor podr¨ªa encontrarse a una persona viva. La falta de vida ha sido precisamente la frustraci¨®n de las decenas de equipos de rescate extranjeros, llegados de todo el mundo con sus perros en b¨²squeda de supervivientes, que ya han empezado a regresar a sus pa¨ªses de origen.
En Postrud habitaban 6.000 personas, de las que 2.000 han muerto y otras 2.000 resultaron heridas. S¨®lo los m¨¢s graves fueron hospitalizados, evacuados a distintas ciudades del pa¨ªs. Ab¨¢s Alip¨², de 35 a?os, cuenta que desenterr¨® con sus manos a su mujer, pero que nada pudo hacer en la habitaci¨®n de al lado donde dorm¨ªan sus suegros y sus hijas de cinco y siete a?os. Ab¨¢s fue evacuado junto con su mujer al hospital de Kerman, la capital provincial, a unos 200 kil¨®metros. Ten¨ªan prisa por volver, preocupados por el estado de sus hijas. A su vuelta, ayer, se las encontraron enterradas en tumbas sin nombre, al igual que al resto de la familia.
Ayuda de voluntarios
Las gentes de Postrud est¨¢n abastecidas por un grupo de 60 voluntarios de la provincia de Gazvin, a unos 1.500 kil¨®metros al norte de Bam, que les han entregado tiendas, mantas y ropa y cada d¨ªa les reparten agua, pan y latas. "Cargamos un cami¨®n con equipamiento y alimentos y emprendimos la marcha. El s¨¢bado de madugada est¨¢bamos aqu¨ª. Al principio s¨®lo ve¨ªamos muertos. Fue dur¨ªsimo, luego comenzamos a atender a los heridos", dice el delegado de Protecci¨®n Civil de Gazvin, Hekmat Hashemi, mientras un m¨¦dico y un enfermero cosen la frente abierta de un ni?o de cuatro a?os.
Pese a la tragedia, la mayor¨ªa de las gentes de los alrededores de Bam se muestran agradecidos al Gobierno porque les ha facilitado cobijo y alimentos. Son gentes pobr¨ªsimas, que viven principalmente de la recogida de d¨¢tiles de los palmerales del oasis. Los ricos, que se cuentan con los dedos de la mano, son propietarios de tierras en las que se cultiva trigo. En las aldeas se vive al margen del narcotr¨¢fico que aportaba a Bam importantes cantidades de dinero. Por Bam circulaba una parte del opio y la hero¨ªna procedentes de Afganist¨¢n, en su camino hacia Europa o hacia Teher¨¢n.
En la aldea de Sfikan, al noroeste de Bam, dos ancianos se abrazan destrozados junto a una tienda. Son los hermanos Mohamed y Akbar Mahbub¨ª, de 74 y 72 a?os. Sus casas lindaban pared con pared, pero ya no queda m¨¢s que un mont¨®n de ladrillos. "?Por qu¨¦ el terremoto no me ha llevado a m¨ª y me ha quitado cinco de mis hijos? ?Para qu¨¦ quiero a mis a?os seguir viviendo si ellos no est¨¢n?", dice entre sollozos Akbar agarrado a los hombros de su hermano, que le responde con otro lamento: "?Y mi mujer? ?Y mi hija? ?Y mis nietos? A ti todav¨ªa te quedan tres hijos, yo ya no tengo a nadie".
Mohamed se limpia los ojos lega?osos y se va a prender fuego a unas palmas secas que ha colocado sobre los escombros. "Debajo est¨¢n mi burro y mis ovejas. Si no los quemo oler¨¢ muy mal", afirma. Su hermano dice que sus cinco vacas est¨¢n bajo los escombros. Adem¨¢s del dolor por los muertos, estas gentes se han quedado sin medios de subsistencia. Muchos de los escasos animales que ten¨ªan resultaron aplastados por la sacudida s¨ªsmica que tambi¨¦n ha roto las acequias con las que se riegan las palmeras para que den buenos d¨¢tiles, y gracias a las cuales algunos cultivan entre primavera y verano un peque?o huerto. "?Qu¨¦ haremos si se secan las palmeras?", se pregunta un vecino que se ha unido al grupo.
El terremoto ha dado a Bam y a sus alrededores un paisaje lunar. Es como si de pronto el desierto que rodea este enclave se hubiese extendido hasta tapar con su arena todo resquicio de vida. Unos mont¨ªculos de color ocre recuerdan d¨®nde estaban las casas, pero en siete kil¨®metros a la redonda de Bam no queda m¨¢s que desolaci¨®n. Pasados ¨¦stos, en aldeas como Zeizabad y Chirchuk, las viviendas aparecen resquebrajadas, pero la onda expansiva fue m¨¢s ben¨¦vola en estas peque?as poblaciones de entre 200 y 500 habitantes, pese a lo cual se cobr¨® la vida de decenas de personas. M¨¢s all¨¢ ya no hay nada, s¨®lo el desierto.
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