Pobres haitianos
Las celebraciones del segundo centenario de la independencia de Hait¨ª, la primera rep¨²blica negra de Am¨¦rica, no han sido para echar cohetes, sino que han venido a alimentar la protesta pol¨ªtica y social para que dimita el actual presidente, Jean Bertrand Aristide. Hace 200 a?os, la ya paup¨¦rrima parte francesa de la isla La Espa?ola tuvo que comprar su libertad a Par¨ªs a un precio que ahora Hait¨ª pretende recuperar, con intereses: 17.500 millones de euros. Desde luego, este dinero vendr¨ªa bien para el pa¨ªs m¨¢s pobre del continente, castigado por una clase pol¨ªtica que lo ha expoliado y por una comunidad internacional que lo mantiene en un aislamiento no declarado y con la vital ayuda exterior pr¨¢cticamente suspendida.
Tras sufrir lo indecible desde entonces, en este ¨²ltimo medio siglo Hait¨ª ha concentrado en su peque?o territorio buena parte de los males del mundo, desde la dictadura violenta y la pobreza, pasando por el sida (5% son portadores y de la enfermedad mueren cada a?o 30.000 de sus 7,5 millones de habitantes), o el analfabetismo. La dictadura sanguinaria de Fran?ois Duvalier, Papa Doc, y de su hijo Jean-Claude se mantuvo de 1957 a 1986. Un levantamiento popular logr¨® acabar con ella, pero fue el Ej¨¦rcito el que asumi¨® el poder hasta1990, cuando Aristide fue elegido presidente, para ser derrocado un a?o despu¨¦s, lo que provoc¨® la intervenci¨®n militar de EE UU en 1994 para "restablecer" la democracia. La intervenci¨®n fue un fracaso del que cabr¨ªa sacar lecciones para otros escenarios. Pues pronto se retiraron los soldados estadounidenses y Aristide se convirti¨® en un corrupto que false¨® las elecciones de 2000 para ser reelegido, tras una pausa de cuatro a?os durante la que gobern¨® un esbirro suyo. Las protestas que empezaron en septiembre, cuando apareci¨® muerto el opositor Amiot Metayer, han subido de tono y violencia. El propio Aristide ha pedido no ser expulsado por un golpe de Estado, prometiendo elecciones este a?o. Puede que sea tarde.
Hait¨ª necesitar¨ªa que la comunidad internacional se acordara de ella y la ayude. Castigar, como lo ha hecho, a todo un pueblo necesitado, resulta inmoral. La Comisi¨®n de Reflexi¨®n que, bajo la direcci¨®n de Regis Debray, estudia en Francia c¨®mo mejorar las relaciones con Hait¨ª deber¨ªa impulsar esperanzas para los habitantes de esta media isla castigada por la historia.
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